Jorge Falla tiene 101 años. En sus manos trae un cuadro que pintó en 1950, en el que retrató un partido de fútbol, aquellos que se jugaban en las calles de La Victoria, donde él y su entrañable amigo el ‘Negro Cheme’ crearon el que hoy vive una nueva jornada de fútbol en el barrio.

Hubo un año en que la Municipalidad de La Victoria inscribió a su equipo para jugar el Mundialito. Y se había anunciado la presencia del alcalde, pero no sabían dónde sentarlo. Jorge miró a su alrededor y vio el balcón de un burdel. “A veces me iba a tomar unas cervezas”, confiesa entre risas. Le pidió a la dueña que le preste su balcón para el alcalde. “Claro, no faltaba más”, respondió. “Cómo se te ocurre meter al alcalde a un burdel. Si le toman una fotografía y se hace público, te meten preso”, le dijo ‘Cheme’. El alcalde nunca se enteró dónde estuvo y Falla se ganó a pulso el apodo de ‘Loco’.

Ha tenido dos infartos, nunca fue a un mundial y ya no vive en La Victoria, sino en La Molina, desde donde recuerda con alegría y emoción los 20 años que estuvo en la organización del Mundialito. “Lo hacía por el placer de ver jugar fútbol de barrio”, me dice orgulloso Aldo, su hijo. En el Día del Trabajo, también celebramos la gestión de Jorge Falla, una labor que no fue remunerada pero que forjó un torneo de barrio que hoy es prácticamente una institución, como lo es don Jorge.

-¿Cómo se ve la vida desde los 101 años, don Jorge?
Nunca me compré una cajetilla de cigarros. Me gustaba el baile, pero no tomaba licor. No salía borracho de las fiestas. Por eso me conservo bien. Mi tío era administrador de la hacienda Pando, donde había 40 vacas lecheras. Entonces, la leche iba de la vaca a mi barriga. Nunca tomé leche de tarro.

-¿Soñó con ser futbolista profesional?
Sí, pero solo llegué a jugar en equipos de colegio. Yo era centrodelantero. Trataba de imitar a las estrellas del fútbol. Soñaba con jugar por Alianza; quería ser como Cubillas. Es más, tengo una fotografía con él (pide que le pasen su foto con el ‘Nene’). También me hice retratos con Cueto y La Rosa.

-¿Cómo se hizo hincha de Alianza?
Me habían comprado una pelota que ya no usaba pasador, era de válvula. Yo tenía 8 años. Salí a la huerta de mi abuelo con mi pelota y dos niños la agarraron. “Oye, negro, deja mi pelota”, les grité. Me quejé con mi mamá y ella me respondió: “¿A quién le dices negro? No se dice negro, son hijos de Dios como tú”. Por eso llegué a ser hincha de Alianza Lima, porque ellos llegaron a ser mis grandes amigos, mis hermanos. Y ambos, Antonio y Ezequiel Zegarra, jugaron por Alianza.

-Usted no llegó a jugar fútbol en Primera, pero creó el Mundialito de El Porvenir.
En la esquina de los edificios había un enorme letrero encima del techo de un banco que decía El Porvenir. Entonces, la gente que venía al barrio pedía: “Maestro, déjeme donde dice porvenir”. De ahí nace el nombre de esa zona. Eran edificios nuevos y en el centro había una pampa de tierra. Los jóvenes que venían a vivir no tenían dónde jugar. Escogieron la calle Parinacochas, cuadra seis, para pelotear, porque pasaba un carro cada media hora, y lo hacían con piedras como arcos.

-¿Usted llegó a jugar en algún equipo del Mundialito?
No, yo solo fui organizador. De pronto, alguien gritaba “ahí viene el caimán”, que era un camión verde de la Policía y correteaba a los muchachos que jugaban en la calle, porque estaba prohibido hacerlo. Entonces, corrían a guarecerse en los pasajes del barrio. Con el ‘Negro Cheme’ veíamos desde un balcón cómo se acababa el fútbol. Requintábamos: “Carajo, se acabó el fútbol”. Y así nos dio por organizar el Mundialito.

-Pero le costó ser detenido y que su esposa se oponga.
Mi hijo tenía 5 años (y lo señala) y le dijo a mi esposa: “Mamá, se llevan a mi papá a la comisaría”. Y ella respondió: “Que lo metan a la comisaría, para qué se mete a cojudeces” (risas). Al capitán le dije que en El Porvenir había quedado un montón de gente sin campeonato, que esa gente podía entrar en cólera, asaltar las tiendas y romper los vidrios de las casas. Se quedó pensando. Entonces, el capitán nos dijo que la próxima vez saquemos un permiso de la prefectura. Y lo hicimos. Fuimos con nuestro sobre y el prefecto se indignó: “¿Qué cosa, campeonato de fútbol en la calle? ¡Ustedes están locos! Guardia, enséñeles la salida a estos señores” y a empujones nos botaron.

-Y qué hicieron?
Seguimos jugando en la calle y tuvimos que molestar al hermano de un ministro. La Policía terminó viniendo a resguardarnos.

-¿A qué estrellas de fútbol ha visto jugar en el Mundialito?
Cueto, La Rosa, La Fuente y Cubillas. Pero Baylón se formó ahí.

-¿Tuvo que invertir de su bolsillo para sacar adelante el torneo?
No. La gente era tan sana en esa época que se inscribían por tres soles. Eran 10 equipos. Entonces, el campeón se llevaba 30 soles. Y eran tan sanos que usaban la plata para irse al cinema. Mi esposa estuvo en contra al comienzo, pero hoy tiene 97 años y está satisfecha de que sea reconocido.

Jorge Falla, fundador de El Mundialito de El Porvenir. (José Rojas Bashe/GEC)
Jorge Falla, fundador de El Mundialito de El Porvenir. (José Rojas Bashe/GEC)

-¿Y en los últimos años ha vuelto al Mundialito?
Casi siempre voy. Me reconocen. “Ahí está Jorge Falla”, dicen. Me faltan manos para saludar a la gente. Hoy estaré ahí y por primera vez iré con mi bastón.

-Hoy el Mundialito ya es una institución.
¡Claro! La Policía ya sabe (risas). Pero no sé cómo será con el nuevo alcalde George Forsyth. Espero hablar con él.

-¿Qué le pediría al alcalde?
Que no vaya a prohibirlo porque se hace desde hace varias décadas. Más bien, debería dar un premio por parte de la municipalidad, siquiera una copa.

-¿Cómo quisiera que lo recuerden?
Como la persona que organizó por primera vez el Mundialito de El Porvenir, porque la gente no tenía dónde jugar pelota.

AUTOFICHA

“Nací en Lambayeque, el 2 de julio. Soy hijo único, aunque tenía hermanos de parte de padre y madre. Vinimos a Lima cuando yo tenía 4 años. Estudié en el Salesiano, terminé la secundaria en el Guadalupe y me presenté a la escuela de ingenieros, pero no pasé el examen. Y me puse a trabajar como vendedor”.

“Viví en Barrios Altos y a los 30 años me mudé a El Porvenir. Tengo tres hijos y un montón de nietos, ya perdí la cuenta. Soy hincha de Alianza Lima. Cuando voy a ver al equipo, no pago entrada. Yo recibía los boletos del palco azul y a veces me daban mi propina”.

“Cuando llegaba el ex presidente Francisco Morales Bermúdez al estadio de Alianza, me pedían que le lleve dos botellas de whisky. Cuántas anécdotas he vivido. También pude conocer a Pelé. Me acerqué, lo saludé y hablé con él. Incluso, me atreví a pedirle un cigarro y me dijo que no fumaba (risas)”.