*Nota original publicada el 14 de octubre de 2017 - El psicoanlista falleció este miércoles 27 de junio y esta fue su última entrevista en Perú21 sobre la selección peruana.

En una semana, hemos experimentado con el optimismo, la desilusión y la esperanza. El triunfo, la derrota y el repechaje. El fútbol paralizó al país y nos mantiene en suspenso hasta noviembre, que definimos nuestra clasificación al ante . Sobre este deporte, la selección, posibilidades e implicancias, conversamos con el psicoanalista Julio Hevia. Que ruede la pelota.

¿Qué pasó con Perú en el primer tiempo contra Colombia? Uno veía a Carrillo y parecía volver el fantasma de la falta de actitud.
Hay que considerar una variable muy trascendente en competencias de este tipo: hay una especie de ‘timing’. Carrillo se demora en entrar en el ritmo del partido y casi siempre piensa más de lo debido. Un profesional ya no piensa, ejecuta. Hay un lado pragmático que todavía traiciona a la selección peruana.

Sin embargo, ¿en lo emocional no estamos frente a otro equipo cuando hablamos de Cueva, Flores, Gallese?
No creo que estén en el nivel de madurez emocional que todo el país demanda. Están gestándose. El Perú es un equipo en proceso, no es un producto dado. De otro lado, me parece que este grupo debe enfrentarse a problemas como los que tuvo con Colombia y Argentina. Y, por lo menos, sacar algunos elementos a su favor. En cualquier otro momento de la historia, esos dos últimos partidos hubieran sido derrotas fijas, y es algo que quizá la gente no está rescatando.

Y en Ecuador también. ¿Por qué nos va mejor afuera?
Es un tema endémico del Perú. En los años 70, la cancha neutral ideal era Lima, porque se decía que el aficionado peruano no jugaba para nadie. Entonces, un equipo que no está acostumbrado a ser incondicionalmente apoyado, es un equipo que puede jugar con todos los factores adversos en su contra, y ahí es donde Perú se libera.

Más allá de triunfalismos y derrotismos, ¿no crees que seguimos siendo el país del casi: casi clasificamos y casi nos eliminan?
Pero es como pretender que vamos a convertirnos en primera potencia de la noche a la mañana, que ni siquiera después de un buen número de mañanas lo vamos a hacer. Hay que recordar que somos un país subdesarrollado, del tercer mundo y, en algunas partes, del cuarto mundo. A pesar de eso, estamos en un casillero que mantiene la expectativa viva. No sé qué querría el espectador alucinado…

Ese espectador diría que lo que acabas de responder es conformarse, es derrotista.
Claro, diría qué barbaridad, que dependemos del azar. Sí, claro, pero ¿quién no ha dependido del azar? ¿Qué equipo grande no tiene suerte? Peor aún, qué equipo grande no juega con cierta ceguera del arbitraje.

¿Ir al Mundial cuán importante es para que sume positivamente en la mentalidad del peruano de a pie?
A pesar de quien se coloca en una posición escéptica, incluso de una pretendida superioridad intelectual (se dice: ‘cómo es posible que el destino o la plataforma anímica del país dependa tanto de logros pírricos’), bueno, ese es el Perú. No nos sobran referentes para conectar entre compatriotas. No nos sobran referentes para soslayar las diferencias de toda la vida. A este equipo no le sobra nada y a este país tampoco. La gente consigue lo que consigue con harto esfuerzo. Entonces, que esto (la eventual clasificación) vaya a rebotar en una serie de niveles, no me cabe la menor duda. Eso no significa que la gente se trague todo lo que los políticos quieran si las cosas resultan bien en el ámbito futbolístico, pero sí significa que el peruano encuentra otra vez un referente en el cual apoyarse y que tiene impacto internacional: que el Perú se juegue su Mundial, supone entrar en una vitrina. Que Perú clasifique al Mundial es como que el mundo le dé un like y a partir de ahí todo se redimensiona. Quien crea que esto es un despropósito, quien quizá con una serie de argumentos llegue a la conclusión inversa de que esto es parte de nuestro atraso, también debería considerar que el Perú es un país de enormes disparidades, y súbitamente encontramos una manera de poner en suspenso todo ello.

Un caso aparte es Venezuela. Sumó en nuestro boleto a Nueva Zelanda y lo hizo en las peores condiciones: de visita, eliminado y último, con el fantasma de ser el equipo más débil y en medio de una coyuntura política, social y económica muy difícil. Dignidad pura y dura. ¿Cómo entender ese fenómeno?
Es un elemento en el cual recalar. Nos demuestra que el fútbol no solo es la traducción mecánica de lo que pasa en una realidad nacional. A veces el fútbol es la compensación de lo que no pasa, es el oxígeno. Es el fútbol tomando el relevo de la realidad, ya no solo siendo el reflejo, sino más bien revirtiendo una realidad. Sacándole la vuelta.

Si no vamos al Mundial, ¿qué pasa?
Nos va a quedar una lección interesante. Este equipo, aunque no le salgan las cosas bien, no pierde el ánimo. Esa es la principal lección, aunque parezca reduccionista. No es un tema de conformidad. El Perú hace tiempo reclama entereza, o en clave más gruesa: huevos. Este equipo los tiene. Ahora, no estarán en la cocción necesaria, pero tienen la disposición para la lucha y revertir, o aguantar, condiciones adversas. Y eso es un punto a favor.

Autoficha:

* “Quise ser futbolista. Uno de mis recuerdos más entrañables fue haber campeonado invicto en mi colegio, el San Agustín. Jugaba de marcador de punta. El referente por excelencia era Nicolás Fuentes, por la calma con que jugaba y rigurosidad con que marcaba”.

* “Los 90 minutos de un partido son de alguna manera una síntesis apretada de lo que es la existencia, con todo los valores que eso supone: competencia, envidia, presión, trampa, ley, reconocimiento, poder, réplica. Hay todo. Es una escuela”.

* “Trabajo un proyecto de investigación en la Universidad de Lima: ‘La triangulación oral, sobre el comer, beber y hablar en la cultura peruana’. Espero que el libro vea la luz el próximo año. En 2016, publiqué un ensayo sobre proverbios en la lengua coloquial: Del dicho al hecho”.

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