Selección peruana
Selección peruana

Como si se tratara de un partido, la noche del lunes fue la concentración. Celulares cargados, computadora prendida, Teleticket en la barra de favoritos y el usuario y contraseñas confirmados. No había lugar para el error inesperado. Esta vez no. La venta de entradas comenzaba a las seis de la mañana del martes y dos generaciones de peruanos que nunca vieron a Perú en un Mundial serían los primeros en  pelear por uno de los boletos.

La alarma no necesitó sonar. Minutos antes de las seis la tensión hizo que los ojos salten. El router prendido, un celular en cada mano y la laptop al frente. La jornada histórica iniciaba y la paciencia tendría que estar de guía. No se trataban de los Rolling Stones o alguno de The Beatles. Esta vez los superhéroes eran peruanos. Seis en punto. Hora de la Marina de Guerra del Perú y el golpe fue directo. Clic al botoncito de comprar para que la pesadilla comience. 

Ochenta y cuatro mil setecientos treinta y tres... y no era un sueño. Sí, una pesadilla. El Perú estaba necesitado de alegrías pero, vamos, no puede ser que haya gente despierta a esta hora, pensé.

Podía ser peor. En un celular ciento dos mil cuarenta y dos y en el otro ciento veinte mil setecientos cuatro. Apenas medio segundo de diferencia. ¡Carajo! ¡No puede ser! El partido de la vida y sería un sacrilegio verlo por TV. El partido de la vida merece respeto. ¿Cómo escuchar la voz del narrador de Combate gritando el gol de Guerrero que nos clasificará a un mundial luego de 35 años?

Mientras perdía el sentido de la vida y pensaba por qué Teleticket no puso como requisito para comprar el por lo menos haber ido a un partido de las Eliminatorias, recordé los trucos que nos enseñó el Internet Explorer. Con F5 todo es mejor. Actualizar era la solución, en realidad la única esperanza. Todo depositado en un botón creado solo para refrescar todo lo lento, todo lo que paralizado. Quizás con el F5 Dios me teletransporte a ser el primero de la fila, me lo merecía. Una revendedora perspicaz casi me deja sin ver el Perú Chile en el Nacional el 2015, pero esa es otra historia. 

Una, nada. Dos, nada. Tres, menos. Así hasta perder la cuenta. Cada vez la cola virtual -la tan anunciada cola virtual- crecía. No estaba en Facebook ni Twitter pero ya me imaginaba las quejas. F5 por ¿25,26? vez. Ni idea. Pero vamos una más y a preparase para ir al trabajo. 

Y la luz apareció.

F5 y la cola se acortó. Un mensaje hermoso apareció. "Usuarios en línea delante de ti: 1879, tiempo de espera estimado: 6:45". Mil usuarios más y la gloria sería mía. Como el gol de Guerrero ante Argentina hace un año, todo esto empezaría a revivir. Era mi venganza, la justicia llegaba luego de 26 años de no ganar ni un sorteo, ni si quiera los escolares.

Esos casi siete minutos fueron una tortura. Solo pedía que la empresa proveedora de Internet no malogre el wi-fi- Me olvidaría de su pésimo servicio durante una década si solo en estos siete minutos mantenía el internet al mismo ritmo. Ni más ni menos. Estaba todo perfecto. 

A falta de tres minutos todo se hizo más claro. No era aún motivo para celebrar pero ya casi tenía las entradas en la mano. Confiado, salí hacia el trabajo encargando la última tarea a otra persona. Por dentro era una manera de escapar. Si en caso todo salía mal al último segundo no me hubiese perdonado el romper mi laptop. No hubiese soportado tanta pena.

La Gloria
La Gloria

Ciento ochenta segundos después todo se confirmó. "Tienes las dos entradas", me dijeron al teléfono, mientras subía al carro rumbo al trabajo. "Tómale un pantallazo", respondí, incrédulo y emocionado, para ver si no me gastaban una broma. No lo era, todo era cierto. "Te quiero, gracias", dije al despedir.  El sol llenaba todo el micro viejo donde iba o al menos así lo creía.

Desde que están en mis manos, estas entradas son una responsabilidad. Con ellas habrán dos voces más en el Nacional. Dos voces que -téngalo por seguro- valdrán por diez, acaso veinte. Esa selección de 'Flores' y 'Cuevitas' merece de aplausos para arriba. Ese día el estadio tiene que ser diez veces la Bombonera, la angustia de hoy solo fue un entrenamiento. Si merecemos sufrir, lo haremos alentando, de pie, porque de algo tenemos que estar agradecidos: esta selección hizo que un país despierte para que comience a soñar

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