Nada hacía anticipar un trágico final. La amazona de los ojos verdes, sobre su hermosa yegua fue tras el obstáculo insalvable, ése que solo su valor y decisión le podían ayudar a vencer, y así vino lo imperdonable: el último salto de su brillante carrera. Saltó y venció la valla, pero no pudo derrotar la fatalidad. La yegua no respondió a la caída y acabó sobre el cuerpo de Cuchita. Han transcurrido 54 años, y aún queda el recuerdo de Cuchita, viéndola sobre las pistas, cabalgando delicadamente sobre el fino corcel con gracia y dominio. Con esa pasión y ese amor por su deporte favorito, que le hacían entregarse sin medidas al deporte para el que había nacido y para el que entregaría su propia vida.