‘Cuchita’ Galindo: hace 54 años un hecho trágico enlutó al deporte de la equitación

La amazona de los ojos verdes, la niña mimada y graciosa; la mujer decidida y arriesgada en los saltos y carreras, que sacrificó su vida por ese amor y esa pasión
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Así informaba del accidente de ‘Cuchita’ Galindo en su portada un diario capitalino. 16 de noviembre de 1967. Foto: GEC Archivo Histórico
Cuchita Galindo Doig, la jinete que dio su vida por esa pasión que era la equitación: saltando, sorteando vallas con maestría estética y remontando alturas sobre cada peligroso obstáculo. Nora Consuelo Galindo Doig, tiernamente llamada Cuchita, era hija de Placido Galindo, un deportista que defendió las sedas de Universitario de Deportes; y de quien heredó ese coraje y la afición por la práctica de un deporte difícil y arriesgado: el ecuestre. Fue así que se convirtió en la amazona que obtuviera no solo triunfos personales, sino también defendería con orgullo los colores deportivos de su patria: el Perú.
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Cuchita Galindo, la mujer que ofrendó su vida por ese amor y esa pasión que era el jinetear sobre el brioso corcél. 16 de noviembre de 1967. Foto: GEC Archivo Histórico
Desde muy niña, Cuchita fue eligiendo su destino, definiendo su personalidad y impulsando su pasión por los caballos. Apenas muy pequeña, ya se consolidaba en la montura para cabalgar; sin embargo, con destreza y valor ella sabía superar una tras otra las más elevadas vallas con su impecable dominio sobre el equino. Los logros conquistados por esta niña amazona, hacían vibrar a los espectadores y asimismo a ser honrada por sus propios adversarios deportivos. Pero la mañana del 15 de noviembre de 1967, el destino le tendría una rutina diferente a la que solo ella sabía esquivar junto a su corcel.
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el doctor Plácido Galindo, padre de Cuchita recibiendo las condolencias de amigos. 16 de noviembre de 1967. Foto: GEC Archivo Histórico
Nada hacía anticipar un trágico final. La amazona de los ojos verdes, sobre su hermosa yegua fue tras el obstáculo insalvable, ése que solo su valor y decisión le podían ayudar a vencer, y así vino lo imperdonable: el último salto de su brillante carrera. Saltó y venció la valla, pero no pudo derrotar la fatalidad. La yegua no respondió a la caída y acabó sobre el cuerpo de Cuchita. Han transcurrido 54 años, y aún queda el recuerdo de Cuchita, viéndola sobre las pistas, cabalgando delicadamente sobre el fino corcel con gracia y dominio. Con esa pasión y ese amor por su deporte favorito, que le hacían entregarse sin medidas al deporte para el que había nacido y para el que entregaría su propia vida.


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