Si hay una palabra precisa para definir a Bolivia, esta es ‘irregular’. Para empezar, es clave distinguir a la ‘Verde’ de la última Copa América del equipo que sueña con volver a un mundial luego de más de 30 años. Y es que, si bien se podría decir que la participación boliviana en Estados Unidos fue incluso peor que la peruana —no sumó punto alguno en el grupo que compartió con Uruguay, Panamá y Estados Unidos—, los dirigidos por Óscar Villegas se encuentran en la sétima posición, puesto clasificatorio al repechaje.
No obstante, el 2024 del cuadro altiplánico ha sido uno de buenas y malas, igualando importantes hitos, pero también recibiendo una cantidad de goles en contra abrumadora. Entre octubre y noviembre, Bolivia acumuló 12 tantos encajados, producto del empate a 2 de local frente a Paraguay, y las derrotas por 4-0 contra Ecuador en Guayaquil y por 6-0 ante Argentina en Buenos Aires.
Sin embargo, antes del mencionado desastre, el próximo rival de la Selección venía de ganar tres duelos consecutivos, algo que no lograba desde la Eliminatoria rumbo al Mundial de Estados Unidos 1994. En dicho proceso, la selección boliviana consiguió la que es, hasta ahora, su única clasificación en la historia (a las Copas de 1930 y 1950 accedió por invitación).
Y es que esa es la principal diferencia, hoy en día, entre peruanos y bolivianos: la ilusión. A pesar de los problemas, en el Altiplano ven el Mundial como un sueño posible, mientras que aquí, el sentimiento común es la incertidumbre. Es cierto que en el arco visitante estará Guillermo Viscarra (de buen presente en Alianza Lima), y que hay que prestarle especial atención al volante Ramiro Vaca y al delantero Miguel Terceros, pero nadie puede negar que el fútbol es de momentos… Y el de Bolivia, nos guste o no, es mejor que el nuestro.
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