Dicen que uno nunca debe de conocer a sus ídolos porque, al hacerlo, definitivamente se reventaría la burbuja de perfección y admiración que construimos sobre su imagen, aquella que sirve como modelo para alcanzar la gloria. Pero nunca estuvieron más equivocados o, al menos, eso no fue —para nada— lo que ocurrió cuando conocí, entrevisté y me tomé una foto con Carles Puyol, uno de los mejores defensores de toda la historia del fútbol mundial, el hombre de los 21 títulos, del sextete de Pep Guardiola, el líder de Ronaldinho y uno de los padres futbolísticos de Messi. El capitán del FC Barcelona.
El lateral del Silkeborg sorprendió a la defensa rival para disparar un derechazo inatajable y darle la victoria parcial a su equipo.
Todo eso era lo que significaba —para mí— el popular ‘Tarzán’ antes de que llegara al estadio Municipal de La Molina, donde se jugaría la Copa Scotiabank, un torneo de fútbol de menores para mujeres y para varones, en el que el eterno ‘5’ es el embajador, motivador y guía de todos esos niños y niñas que ven en él alguien digno de admirar y, especialmente, de alcanzar. Ya quisiera cualquiera de ellos (me incluyo en primer puesto) ganar todo el respeto dentro y fuera de la cancha como se lo ganó él. “A pesar de su rudeza, siempre se le vio un caballero cuando jugaba. Siempre leal”, me comentaba el fotógrafo Martin Pauca mientras me acompañaba en el taxi y me mostraba un plumón y la camiseta del Barça, soñando que se la firmara.
El habilidoso, pero polémico volante no se esperó las palabras del sacerdote en vivo y en directo. Mira AQUÍ el tenso momento.
Una vez en el lugar, Martin preparaba las luces, Omar Arbulú las cámaras y yo trataba de despegarme de aquel niño fanático del Barcelona y de los grandes ídolos. En realidad, creo que los tres —de maneras distintas— tratábamos de hacer lo mismo, que el periodista le gane al niño y que se imponga el profesionalismo. Pero en un momento, justo cuando su enredada melena apareció en escena, me pregunté: “¿Y qué es el profesionalismo sin la pasión de niño, la misma que me llevó a estudiar y ejercer periodismo? Nada”. Así que di un paso adelante y, mientras se autopresentaban gerentes y representantes, extendí la mano y lo saludé: “¡Crack!, Felipe Quelopana, periodista de Perú21, mucho gusto”. Él respondió con una sonrisa y con alguna frase que no llegué a oír, absorbido por el miedo. Como habíamos acordado, esperé a que terminara con otro medio (solo fuimos dos), me sacudí y comencé.
Jhonny Baldovino, asesor legal de la Agremiación de jugadores destapó este terrible caso.
¿Por qué decidiste ser embajador de esta copa? ¿Qué te motivó?
Pues todo comenzó en la pandemia. En ese momento me llegó una propuesta del banco para hacer un programa online y, bueno, ahí pedí información del trabajo que estaban haciendo, me gustó y realicé el programa. Durante este proceso, pude conocer tanto a niños y niñas que estaban participando. Junto a mi representante, decidimos que era un buen partner para poder unirnos y, sobre todo, para ayudar a muchos niños y niñas a través del fútbol, como una herramienta de transformación social. Y creo que el trabajo que está haciendo Scotiabank es fantástico. Estoy muy orgulloso de formar parte de este torneo.
¿Cuál es tu rol en esta copa?
Bueno, creo que, al final, se basa en darles a los niños y las niñas la experiencia de poder estar con un (ex) futbolista profesional que ha podido, tenido la suerte de vivir el sueño de millones de menores. Entonces, pues, bueno, al final yo también he sido pequeño y poder ver a un exjugador siempre te genera una ilusión, una motivación. Lo que yo busco es intentar transmitirle la pasión que yo tenía por este deporte.
Tal vez, de este torneo podría salir algún futbolista de tu talla. En ese sentido, ¿con qué peruano te hubiese gustado jugar?
Bueno, más que salga un jugador profesional, porque no sabemos si saldrá uno o no, y tampoco es el objetivo de este torneo, sino que los niños y niñas disfruten de este deporte tan maravilloso, que te da unos valores que van mucho más allá del fútbol. No sé si va a salir algún jugador o alguna jugadora profesional, pero sí estoy convencido de que van a salir mucho mejores personas.
¿Y con quién te hubiera gustado jugar?
Con Paolo Guerrero. Yo creo que, de todos (los futbolistas peruanos), con quien más me identifico es con él por su forma de jugar, por su fuerza y, especialmente, por su temperamento.
Lewandowski mencionó que Carlos Zambrano era el defensor más aguerrido al que enfrentó. ¿Sientes que tu estilo de juego se parece al de él?
Y bueno… Cada uno tiene su propio estilo. Mi forma de jugar siempre ha sido dar el máximo (el 100%) e intentar mejorar cada día. Al final, yo creo que cada uno tiene sus propias características.
¿Qué sientes que le falta al fútbol peruano y a la Selección Peruana para dar ese salto de calidad?
Bueno, al final también son generaciones. Creo que es muy importante trabajar la base (las divisiones menores) con unos buenos fundamentos y dedicar recursos (inversión) para que luego puedan subir y llegar al máximo nivel.
Uno de los que ya está en ese nivel es Renato Tapia, que juega de mediocampista y de defensa también. ¿Qué recomendación le podrías dar con toda tu experiencia y títulos?
Solo que disfrute de esta profesión al máximo, que intente aprender y mejorar día a día, porque si él tiene ganas e ilusión, siempre podrá seguir creciendo, y eso es lo que yo le recomendaría a él y a todos los deportistas.
El mediocampista es una de las grandes apariciones del fútbol italiano en el último tiempo.
Los cinco minutos pactados terminaron, pero la gran satisfacción quedó. Le pedí una foto, me abrazó, sonrió y se marchó. De nuevo en el taxi, Martin, Omar y yo no lo podíamos creer: habíamos entrevistado a Carles Puyol, el ídolo que siempre quisimos conocer.
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