Yuri Rodríguez Vásquez escribe humor político en El Otorongo.
Yuri Rodríguez Vásquez escribe humor político en El Otorongo.

Tal vez se identifica un poco con lo que decía : que él escribía para que los amigos lo quieran más. Al recreo Yuri llevaba sus primeros cuentos. En dos, tres hojas. Y los mostraba a sus amigos. Tenían dosis de humor. A veces reían y él se entusiasmaba; otras veces, no tanto. “Fue una época bonita, no recuerdo bien cuánto duró ni por qué dejé de escribir”, dice.

Yuri Rodríguez escribe textos de humor político todas las semanas desde hace más de ocho años. Primero en la otrora revista Velaverde y, sobre todo, en , el semanario de humor político de Perú21. Y ahora, todos los domingos nos trae , donde la sátira política está en su tinta. “Si usted encuentra en él algún parecido con hechos reales, ¡qué le vamos a hacer!”, avisa.

No conserva aquellos escolares. Pero el ímpetu por escribir ha sobrevivido. “De todo lo que he hecho, la escritura siempre ha sido el fondo de todo”, dice. Asegura que quizá tiene 30 cuentos terminados, aunque advierte: “terminados, según yo”, y ríe.

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-En Twitter y en tu blog ‘Asuntos pendientes antes de dormir’ anuncias: “Ni analista, ni escritor, ni periodista, ni comunicador sino todo lo contrario”. ¿Qué es ser todo lo contrario?

Es un poco no tomarse en serio. Por ahí también puse “textos que una persona seria no publicaría”.

-¿Es más saludable no ser tan solemne?

En general sí. Suelo huir de la solemnidad. La verdad que no he reflexionado mucho sobre esto. No me tomo en serio las etiquetas. Y siempre he tenido al humor como un mecanismo de defensa.

-¿De defensa contra qué?

Es una pregunta para el diván (ríe). Nunca he sufrido de bullying. Siempre he sido introvertido, no he sido muy social. La forma de comunicarme con el mundo era y es a través del humor.

-Es interesante la figura del chico introvertido que se refugia en el humor, cuando ocurre que el humor, más bien, suele asociarse al chacotero, al palomilla.

Nunca he sido el chistoso del salón, para nada. He habitado el segmento del alumnado que no es de los ‘nerds’ ni de los más vivos o populares. Siempre he estado en una zona intermedia, y siempre hago entre mis amigos comentarios pretendidamente graciosos.

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-¿Cómo fue apareciendo el humor?

En pequeños diálogos y situaciones absurdas. Mi humor siempre ha sido bien ‘blanco’, bien apto para todos.

-La escritura se entrena y tú lo haces desde adolescente. ¿Pero el humor cómo madura o es cierto que se nace con la vena humorística?

Creo que se nace. El humor siempre ha estado presente en mí.

-¿En los cuentos que escribes el humor está presente?

No mucho, ah. Capaz he sido parte de esto que dicen: cuando uno se sienta a escribir te pones serio. Recuerdo que me impactó mucho Alejo Carpentier, El siglo de las luces, y me gustó la forma barroca que tenía de escribir. Y los primeros cuentos que hice eran así: complicados, y uno se sentía escritor (risas). Tonterías. Y si en general mis cuentos tienen de humor, de repente no buscan la carcajada sino la sonrisa. De repente están más relacionados con el humor de Bryce.

-Huerto cerrado.

Claro. O también los cuentos de Guía triste de París, donde hay mucho humor pero sutil. Y eso me gusta a mí también. Un descubrimiento también fueron los cuentos de Woody Allen. Su cine siempre me gustó. Igual, es un humor sutil, trabajado, inteligente si cabe el término.

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-¿Qué poder tiene el humor, qué puertas abre?

Me gusta escribir, pese a que suena bien básico, pero es la esencia. La mayor parte del tiempo te peleas con las palabras, casi siempre son más derrotas que victorias. Y cuando escribo con humor me divierto un poco más. Ahora, el humor político, que es el que hago últimamente, es una forma de quitarle solemnidad al poder. De repente es una forma de bajar al llano a los poderosos, una forma de crítica. El humor político es un escape que tiene la gente frente a lo que hacen los políticos.

-Te debe haber tocado alguna fricción con algún político.

Recuerdo mucho una cosa que me pasó hace algunos años cuando escribía en Velaverde. Fue en el año 2014, época que salieron unos audios. Humala era presidente. Hice la transcripción en clave de humor en formato de correos. Estaba en la oficina y veo en Canal N al entonces congresista Juan Díaz Dios que sale a denunciar que “está comprobado que Nadine manejaba los hilos del poder”. ¿Y cuál era la prueba? Empezó a leer una hoja con unos correos transcritos; escuché y dije: “estos se parecen a los míos” (ríe). Y justo ese tipo era el presidente de la Comisión Investigadora del caso López Meneses que tenía vínculos con Montesinos. Fue muy divertido. Después ya le dijeron que esos correos los había escrito yo.

-Cuando la ficción se convierte en realidad.

Eso te dice dos cosas: o que estaba mal escrito para el humor o que ya el humor está instalado en la política. Son casi lo mismo, y por eso se dice que los mejores humoristas están en el Congreso o en Palacio, y que nosotros somos cronistas.

-¿Qué ficción escribirías de ti mismo?

(Ríe). No sé. Lo que me entusiasma es que todavía hay mucho por escribir.

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-¿Cómo te defines?

Diría que soy una buena persona, a veces demasiado buena. Que me gusta escribir. No sé, me parece raro decir cosas buenas.

-Entonces, di las cosas malas.

Procrastino mucho. A veces no me concentro en una sola cosa, corto ciertos procesos. No termino una empresa y empiezo otra.

-Publicar tus cuentos lo vienes procrastinando.

Sí, es un asunto pendiente.

AUTOFICHA:

- “Soy Yuri Rodríguez Vásquez. Tengo 46 años, nací en el Callao, donde viví hasta los 12 años. Mi mamá es ama de casa, mi padre falleció el 2012, él era técnico metalúrgico y tenía su propia empresa. En mi familia inmediata nadie más escribe. Entré a Comunicaciones en la U. de Lima, soy bachiller”.

- “Un tiempo dejé de estudiar y me dediqué a trabajar, y la segunda mitad de la carrera la fui pagando con lo que trabajaba. Antes de El Otorongo trabajé año y medio en la revista Velaverde, donde empecé a publicar. Y justo este mes cumplo siete años en El Otorongo”.

- “Para más adelante espero por fin reunir los cuentos que tengo y publicar un libro. Y seguir escribiendo, no tengo otro proyecto en mente. Por lo pronto, leo bastantes cosas de historia; incluso, pensé estudiar Historia. También leo ficción, lo último que he leído es El libro de las ilusiones de Paul Auster”.

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