"El museo hoy promueve el desarrollo de los pueblos", señala el arqueólogo Walter Alva (Nadia Quinteros).
"El museo hoy promueve el desarrollo de los pueblos", señala el arqueólogo Walter Alva (Nadia Quinteros).

Cajamarca abarca desde los orígenes de la civilización y ha sido territorio de la caída del imperio inca. Pero también ha sido testigo del nacimiento de , uno de los arqueólogos más importantes que ha alumbrado el siglo XX. Desde su natal Contumazá, forjó su pasión por conocer el pasado, por desentrañar los mensajes que hay en los monumentos y en los testimonios materiales de las culturas antiguas. A los 67 años de edad, el director del Museo Nacional Tumbas Reales de Sipán subraya que un arqueólogo nunca se jubila, que escarbar en el pasado es vida.

Logró notoriedad por su descubrimiento, en 1987, de las tumbas del Señor de Sipán. Recordemos cómo se dio.
La investigación comenzó como un rescate arqueológico frente al gran peligro que corría el monumento de Sipán, en el año 87, en medio de una crisis generalizada. Los monumentos arqueológicos de todo el norte estaban siendo azotados por el incremento del saqueo. Tuvimos que intervenir para tratar de salvarlo de su destrucción. Este descubrimiento meses más tarde se consolidó como el hallazgo de la primera tumba incaica que podíamos conocer científicamente. El concepto de una tumba de élite recién surgió en el momento en que nos percatamos de que estábamos frente a la tumba incaica de un gobernante del Antiguo Perú.

Antes usted ha señalado que “siempre nos hemos preocupado mucho de que la arqueología no sea el estudio de un pueblo muerto”.
La arqueología tiene que brindarnos respuestas a nuestro pasado. Los arqueólogos tenemos la responsabilidad de reconstruir este pasado para traerlo al presente. Es una cultura hecha por hombres, no estamos excavando objetos o cerámicas, sino productos y creaciones de un pueblo extraordinario. Los objetos materiales son el resultado de un proceso histórico que tenemos que reconstruir.

¿Y cómo estamos en esa tarea?
Cada vez hay más aportes, como los hallazgos posteriores a Sipán, como Huaca de la Luna, Cao, que están brindando nuevos aportes para reconstruir la sociedad más avanzada y compleja de la época antigua, mil años antes que los incas. Hay avances muy significativos. Ya no solo recuperamos objetos para colocarlos en un museo, sino una historia viva de pueblos que nos han antecedido.

¿Los peruanos de a pie valoramos más nuestro pasado?
En los últimos 30 años, ha cambiado mucho lo que se pensaba del Antiguo Perú. Los hallazgos de Sipán, Huaca de la Luna, Kuélap y el mismo hecho de que estamos reconociéndonos como herederos de una cultura antigua nos está permitiendo presentarnos al mundo con un orgullo legítimo, el ser descendientes de una alta cultura. Hay todo un rescate de la autoestima nacional que fortalece el concepto de nación. Antes había hasta cierta vergüenza de saberte nativo, indígena. Hoy existe más orgullo.

¿Qué ha influido para que ocurra ese cambio?
En gran medida, las investigaciones arqueológicas, que han rescatado mucho conocimiento, y porque eso también impulsa al surgimiento de otros valores que identifican, como la gastronomía e incluso lo que está pasando con el fútbol. Todo eso es resultado de un proceso donde estamos consolidándonos con un sentido de nación y peruanidad.

Walter Alva señala que le falta seguir investigando. "Tratar de conocer los orígenes de la cultura Mochica y de la civilización en la parte norte del Perú" (USI).
Walter Alva señala que le falta seguir investigando. "Tratar de conocer los orígenes de la cultura Mochica y de la civilización en la parte norte del Perú" (USI).

¿Y qué falta?
Seguir investigando para reconstruir plenamente nuestra historia. Saber y difundir que el Perú tiene la más antigua civilización de toda América, con Caral. Que estas culturas tuvieron una calidad artística extraordinaria y, sobre todo, un avance tecnológico en el campo de la irrigación.

¿En defensa y promoción del patrimonio, cómo estamos?
En defensa siempre es difícil porque no hay muchos recursos, pero la promoción se está dando, a pesar de que se debería hacer mucho más.

¿Por qué eligió la arqueología?
Desde niño he sentido que era mi pasión. Creía que podía rescatar los mensajes del pasado. Tuve una influencia muy fuerte de un gran amigo de mi padre, que fue un arqueólogo y artista. Lo primero que me enseñó fueron imágenes que recreaban el mundo de los mochicas. Entonces yo tenía 10 años. Me gustaba coleccionar fragmentos, piedras. Una vez en Virú encontré el rostro de un personaje que es un señor exactamente como Sipán, con los mismos atuendos, ornamentos. Lo encontré cuando tenía 12 años. Y hoy es como mi amuleto.

Si pudiera retroceder en el tiempo, ¿en qué cultura elegiría habitar?
Una de las cosas que más me fascinan son los momentos iniciales de la cultura, cuando surgen las primeras divinidades, el sentimiento de la religión fue muy fuerte. La época de la influencia Chavín. Aunque también la cultura Mochica es fascinante, por su sentido vital y la capacidad expresiva de su arte. Son los dos grandes momentos de la antigüedad.

Alva considera que las investigaciones arqueológicas que han rescatado mucho conocimiento y el surgimiento de otros valores (USI).
Alva considera que las investigaciones arqueológicas que han rescatado mucho conocimiento y el surgimiento de otros valores (USI).

¿Qué le falta hacer?
Seguir investigando. Tratar de conocer los orígenes de la cultura Mochica y de la civilización en la parte norte del Perú. Continuar impulsando la creación de museos. Una de mis grandes preocupaciones es que exista un museo en cada pueblo, donde encuentre su identidad. Hoy sigo con la misma inquietud de hace muchos años. Hemos descubierto la sala de banquetes protocolares de la élite mochica y pronto iniciaremos otras excavaciones en Úcupe y Purulén. También estamos detrás de la creación del museo de las culturas de Cajamarca, que debería comenzar con los orígenes de la civilización, la idea de la cultura propia que tuvo, el escenario de la caída del imperio y culminar con Cajamarca hoy.

¿El museo ha dejado de ser esa suerte de elefante blanco, impenetrable?
El museo ha pasado a convertirse en una institución dinámica, que tiene que cumplir con conservar, investigar, difundir y educar. El museo hoy promueve el desarrollo de los pueblos.

Autoficha: 
- ​“Tengo 77 años de edad. Nací en la provincia de Contumazá, Cajamarca, en el seno de una familia de políticos, maestros e intelectuales. Me he educado en Trujillo. He tenido mis momentos de interés por la política y también por la poesía. Me gustaría incursionar en la novela histórica”.

- "He sido supervisor de monumentos arqueológicos en Lambayeque. Asumí la dirección del Museo Brüning a los 26 años. Gané esa designación, usando términos futbolísticos, por walkover, porque nadie quería dirigirlo. Después, me dediqué a investigar en Lambayeque”.

- “Tengo dos hijos arqueólogos: Ignacio y Bruno. La mamá de ellos es arqueóloga. Después de que ella falleció, me casé con otra arqueóloga. Siempre que nos reunimos en familia, es como un simposio. Tengo otro hijo en mi segundo matrimonio, pero no le interesa la arqueología. Mejor, porque ya somos muchos”.