“No pude aprender quechua, porque en ese entonces (cuando estudiaba) había mucho racismo. He sufrido el racismo y me chocó, pero luego ya no hice caso”, declara la artesana (Marco Ramón/Perú21).
“No pude aprender quechua, porque en ese entonces (cuando estudiaba) había mucho racismo. He sufrido el racismo y me chocó, pero luego ya no hice caso”, declara la artesana (Marco Ramón/Perú21).

“Le agarré amor al arte con el fallecimiento de mi padre”. Es el recuerdo de cuando tenía 17 años de edad. Hasta ese episodio, su mira era tener un sueldo fijo y por eso trabajó en entidades financieras, tras estudiar para cajera de banco. Pero no le gustaba.

Quiso ser veterinaria, lo intentó y no prosperó. Ahora dibuja animales humanizados en las tablas de Sarhua, arte que viaja en su sangre. Su padre fue Juan Walberto Quispe, además de músico, una de las figuras más representativas de esta tradición que se asentó en el sector de las Delicias de Villa, en Chorrillos, donde precisamente nació Violeta y que hoy es epicentro de los artistas sarhuinos en Lima. Su madre es Gaudencia Yupari, quien teje blusas y polleras, y es vocalista de la banda musical Coritaje de Sarhua.

De seis hermanos, la joven artesana es la única que sigue esta tradición que es Patrimonio Cultural de la Nación. Asegura que, pese a ser limeña, su identidad está en Sarhua, a 3,000 m.s.n.m., en Ayacucho. Y hoy celebra el Día Internacional del Artesano. Viste un sombrero que trae flores abundantes que comunican su soltería, más la pollera y manta de rigor. Y nos cuenta que su obra pronto se exhibirá en Florida, EE.UU.

¿Lima cómo ha influenciado en tu identidad?
Yo he nacido aquí, pero nunca me he identificado tanto como ahora con Sarhua.

¿En algún momento rechazaste tu origen?
Lamentablemente, no he podido aprender quechua, porque en ese entonces había mucho racismo. Yo estudiaba en el colegio Ricardo Palma de Surquillo y los niños, en su inocencia, son crueles. He sufrido el racismo y me chocó, pero luego ya no hice caso.

¿Y seguiste en ese colegio?
Me cambiaron a uno más cerca de mi zona en Chorrillos. Ahí, como todos somos iguales, era menos, porque igual, como dicen, entre cholos nos choleamos. Mi mamá iba y hablaba quechua y yo también en medio de mi inocencia sentía un poco de vergüenza. Pero era cuando yo tenía 12 años.

¿Hoy sientes que aún hay esa mirada de desconfianza?
He salido con mi vestuario para hacerme las fotos en la calle y lo hago orgullosa porque represento mi origen. Y siento que la gente, más bien, empieza a valorar su identidad. No me afecta si la gente me mira sobre el hombro. No tendré mucho dinero, pero soy rica en cultura y tradición. Tengo una herencia hermosa.

Falleció tu padre, tenías 17 años, ¿y qué pasó?
Sin darme cuenta, el arte en sí lo vengo haciendo desde muy niña, junto con mis primos y el tío Primitivo Evanán. Nosotros limpiábamos la tiza (como un enyesado que va sobre la tabla) con una coladora. Terminábamos llenos de talco, parecíamos fantasmas.

¿En qué momento descubres tu talento?
Cuando trabajé en bancos, mi mamá me pidió que la apoye. Entonces, hacía los diseños de mi mamá. Hasta que yo misma decía por qué no puedo hacer mis diseños. Y empecé a diseñar. Fue como una luz divina e imaginaba lo que quería dibujar. “Voy a dibujar el sentimiento de una mujer en el desamor”, pensaba.

Vuelvo a la primera pregunta: ¿qué te ha dado Lima?
Educación, amistades de otros lados. Pero quizá si hubiera nacido en Sarhua, sabría quechua.

¿Te lamentas no haber nacido en Sarhua?
Sí. Veo a mis amigos sarhuinos que hablan el quechua tan bonito. Hasta cantante sería (risas), como mi madre.

¿Cómo fue la relación con tu padre?
Él fue mi mejor amigo, era mi todo. Cuando mi papá falleció, fui a quien más le afectó. Me escapé de mi casa, porque con mi mamá no tuve una relación muy buena. Chocábamos mucho, pero luego de ese episodio, empezamos a llevarnos mejor.

Con las tablas de Sarhua quiero llegar más lejos que mi padre. Quisiera que Sarhua sea conocido como lo es Cusco, o incluso como Machu Picchu”, declara Quispe (Marco Ramón/Perú21).
Con las tablas de Sarhua quiero llegar más lejos que mi padre. Quisiera que Sarhua sea conocido como lo es Cusco, o incluso como Machu Picchu”, declara Quispe (Marco Ramón/Perú21).

¿Qué te decía Juan Walberto?
Que nunca permita que un hombre me ponga la mano. Capaz por eso quiero continuar con el arte porque no quiero que su nombre se pierda, ni el de mi madre. Sin darse cuenta, él me enseñó todo lo que sé. Yo veía cómo hacía los cofres y ahora los hago tal cual. En un sueño me dijo: “Todo lo que tenemos es nuestra lucha, cuídalo”. Me desperté y estaba llorando. Eso fue una señal para seguir con su legado, con lo que inició, porque es uno de los fundadores de la Asociación de Artistas Populares de Sarhua en Lima, junto con el señor Primitivo y mi tío Yucra.

¿Hoy qué se cuenta en las tablas de Sarhua?
Hechos más modernos, como personas subiendo a un mototaxi o recibiendo agua de un aguatero. Tengo pensado hacer la evolución de la mujer. Antes en Sarhua se decía que si una mujer moría a manos de su esposo, no iba a conocer el infierno. Pero ahora hay hasta una Asociación de Mujeres Indígenas, que capacitan sobre el amor propio.

Bueno, en el mundo andino hubo y existe bastante machismo.
Así es. Las mujeres en las reuniones no podían estar adelante. Ahora las mujeres ya dan su opinión.

Sin embargo, calculo que eres de las pocas mujeres que cultiva el arte de Sarhua.
En Sarhua hay puros hombres, pero en Lima ya somos cinco mujeres: Venuca Evanán, Cecilia Berrocal, Milagros Ramos, Digna Ramos y yo. Somos mujeres que nos estamos lanzando.

"Yo he nacido aquí (Lima), pero nunca me he identificado tanto como ahora con Sarhua", declara Quispe (Marco Ramón/Perú21).
"Yo he nacido aquí (Lima), pero nunca me he identificado tanto como ahora con Sarhua", declara Quispe (Marco Ramón/Perú21).

¿Hasta dónde quieres llevar este arte?
A todo el mundo. Llegar más lejos que mi padre. Quisiera que Sarhua sea conocido como Cusco, como Machu Picchu.

¿Te sientes artesana o artista?
Ambos. Confecciono, hago tejidos, pinturas y cuento las vivencias de Sarhua.

¿Si tu padre ingresara por esa puerta, qué le dirías?
¡Gracias! Gracias por haber nacido en Sarhua, gracias por la educación que me diste y que lo amo.

Datos:
- “Mi padre fue Juan Walberto Quispe y mi madre es la maestra Gaudencia Yupari Quispe. Tengo 29 años, nací en Lima. Me dedico al arte desde los 20 años. Estudié para cajera, promotor y servicio para banco, pero no continué porque me enamoré del arte y quisiera prepararme en el arte en general”.

- “Para agosto, mis obras se van a Florida. Yo quiero mandar escenas sobre una historia de la ‘puta fina’, que es sobre la mujer que vive en la puna pasteando, que es inocente y cae a los encantos de los hombres, que llegan y se van. Es también contra el machismo”.

- “Aspem y la Unión Europea me están dando mercado para poder ofrecer mis productos. Entonces, quiero abrir mi taller para mostrar todo el proceso del arte que hacemos. Hacer como un museo pequeño, contando la travesía de mis padres para llegar a Lima y cómo vivieron en Chorrillos”.

"Quisiera que Sarhua sea conocido como Cusco, como Machu Picchu", dice Quispe (Marco Ramón/Perú21).
"Quisiera que Sarhua sea conocido como Cusco, como Machu Picchu", dice Quispe (Marco Ramón/Perú21).