Víctor Tarazona lidera Sugarlab, un laboratorio artístico de pasteles.
Víctor Tarazona lidera Sugarlab, un laboratorio artístico de pasteles.

Tenía seis años cuando su padre perdió el trabajo. Vivían en Chimbote. El único ingreso que había en casa era el que generaba su madre. Hacía para quioscos, en los colegios, vendía a las tiendas de la ciudad. A su lado, en la madrugada, Víctor la acompañaba mientras ella preparaba los alfajores, piononos, empanadas y chocotejas. Aquellos momentos se quedaron grabados. Esa complicidad perduró.

Víctor hoy tiene 35 años y es chef pastelero. Lidera Sugarlab, un laboratorio artístico de pasteles o una del arte. Sus creaciones son tortas en las que la imaginación no tiene límites, esculturas a pedido del cliente. Una lata que echa cerveza sobre un tonel, una torta en forma de coronavirus, un pollo a la brasa que en realidad es un pastel, íconos de la cultura pop como Baby Yoda, Mario Bros, Joker y Naruto. Todas esculpidas y cocinadas por Víctor Tarazona.

Iba a crear la torta más grande del Perú. De unos tres metros, como para 900 invitados. “Una locura”, me dice. Iba a tener unas 900 luces internas, 100 querubines esculpidos. Era el pastel para una boda. Pero falleció el padre de la novia. Y cuando la reprogramaron, vino la .

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-Se dice que hoy más personas cocinan en casa. ¿Cuánto tiempo le dedican a la creación de pasteles?

De los talleres gratuitos que he dado salieron muchas cosas bonitas. Se generó una comunidad más unida. Primero usaron las clases para distraerse, pero luego las usaron como una herramienta para generar un negocio, para vender. Así también, se inscribieron en las clases pagadas. Y muchos hicieron negocios con esto.

-¿Hay que tener un talento particular para hacer pasteles?

Cualquiera que se esfuerza puede hacer cualquier cosa. Yo soy autodidacta; bueno, he estudiado, pero hay muchas cosas que las he aprendido solo, como edición de videos. Claro, la escultura, pintura, hiperrealismo toman años, pero se puede. Para las tortas con mucho nivel de arte, sí se necesita algo de habilidad innata.

Una torta de Baby Yoda.
Una torta de Baby Yoda.

-Ahora, tú querías estudiar Arte. ¿Por qué no lo hiciste?

Cuando eres chico, no tienes la decisión en tus manos; entonces, mis padres querían que estudie otra carrera o que a la par vaya haciendo cursos libres. Pero terminé haciendo esto que está súper ligado al arte. Pero he tenido negocio de polos con mis diseños y ya luego moví este tema de las tortas como esculturas.

-¿En qué te habrías especializado en arte?

Siempre me gustó bastante la escultura. Yo quería estudiar hiperrealismo, escultura y demás. Cuando era chico, me gustaban mucho los cómics, los animes. Yo vivía en Chimbote y venía a Lima exclusivamente para comprar las revistas de animes. Y las esculturas en general me parecían sorprendentes.

-¿Y cómo llegas a la pastelería?

La descubrí sin querer, primero estudié cocina. Mi papá siempre quiso ser chef, pero no tiene talento para la cocina (ríe). Y mi mamá sí estudió cocina; de hecho, estudió casi a la par conmigo. Y hasta ahora mi mamá dicta cursos en línea. La pastelería venía más de mi mamá.

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-¿Pero cómo descubres que eras bueno en la pastelería?

Cuando estudiaba cocina, la pastelería era algo que no iba conmigo. Pensaba que si algún día hiciera tortas, serían con dragones y cosas así (risas). Y, mira, hoy hacemos un montón de cosas, desde baby showers hasta lo que pida el cliente. Pero por lo que somos más reconocidos es por el hiperrealismo, pinturas en 3D, bustos, muchas tortas sobre series y demás.

-¿Por qué dices que no iba contigo la pastelería?

Estaba muy joven, supongo. No sabía que lo podía mezclar con arte, como hacemos ahora.

-¿Capaz porque la pastelería estaba (o está) más asociada a lo femenino?

En esa época sí, se asociaba bastante a lo femenino. Pero era algo que nunca me importó. Estudiaba pastelería y ya a la par trabajaba con mis padres; un tiempo tuvimos una chicharronería, hacíamos delivery de refrigerio para visitadores médicos por toda Lima cuando recién saqué mi brevete. Y así he trabajado desde los 16 en cocina, pastelería y todo esto. Ya luego empecé con Sugarlab haciendo cupcakes, hasta que me pidieron la primera torta personalizada, que fue una guitarra eléctrica Fender. Luego ya estuve en el Salón del Chocolate con esculturas gigantes, Astrid me invitó a una muestra en Mistura, donde estuve cuatro años.

Todo lo que puedas imaginar en una torta.
Todo lo que puedas imaginar en una torta.

-¿Cuán complejo es el proceso de hacer una torta escultura?

Es un proceso complejo si lo trabajas solo. Ahora tengo un equipo grande, donde cada uno tiene un área: uno hace la torta, el otro hace la decoración y yo hago la escultura. Si lo haces solo, es un día entre que haces la torta y está fría, otro día entre que forras, amasas, esculpes; si tienes muñecos, cada uno te puede demorar ocho horas de trabajo, depende de la complejidad. Es un negocio de equipo.

-¿Hasta dónde ha llegado la creatividad en las tortas?

Hemos hecho un taco de chocolate de dos metros, una mujer con un corazón de cacao de dos metros y pico. Tortas de todo tipo, en forma de medias, Pikachús borrachos (risas). Hemos hecho muchas tortas, ya debemos haber pasado las 10 mil tortas personalizadas. Hacemos tortas sin parar desde 2014.

-Haces arte o pastelería. ¿Cómo lo definirías?

Es una mezcla. No vendemos productos, vendemos una experiencia artística en una torta. Al cliente le decimos ‘si lo puedes soñar, nosotros lo hacemos realidad en una torta’. Vendemos la experiencia de arte en tu torta.

Víctor Tarazona, de escultor y cocinero.
Víctor Tarazona, de escultor y cocinero.

-¿Qué torta te provocaría hacer teniendo como concepto la pandemia?

Una torta en forma de vacuna, con la vacuna definitiva (risas).

-Con su jeringa al lado.

O la torta en forma de jeringa y al centro escribiría: “La vacuna definitiva”. Y tendría que ser de sabor a libertad, con chela y alegría (risas).

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AUTOFICHA:

- “Soy Víctor Raúl Tarazona Núñez, tengo 35 años. Nací en Lima y a los dos años me llevaron a Chimbote, donde crecí y estuve hasta los 12 años. Soy básicamente chimbotano. Terminé el colegio y estudié Cocina, y luego en Le Cordon Bleu estudié Pastelería”.

- “De ahí me dediqué al negocio exclusivamente, pero a la par he estudiado Gestión de Pequeñas y Medianas Empresas, tomé cursos de Marketing Digital y Neuromarketing, también sobre community manager, un montón de cursos de edición para mover mis marcas”.

- “Con Sugarlab estamos en Facebook, Instagram y tenemos un canal de YouTube con más de 300 tutoriales. Quienes quieren que le hagamos una torta pueden enviarnos un mensaje al WhatsApp 977825220 o al correo . Y estamos en Petit Thouars 4396, Miraflores”.

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