(Perú21/ Mario Zapata)
(Perú21/ Mario Zapata)

Ricardo Palma (1833-1919) describió en Tradiciones peruanas el orden en que los pregoneros limeños salían a las calles. Mientras que las mañanas eran para la tisanera, el bizcochero y la tamalera, en las tardes se vendían los postres. Y, específicamente, las 3 p.m. era la hora de la turronera.

Si bien este postre que intercala barras de masa con miel y confites no tiene un origen claro, la historia más conocida es la de Josefa Marmanillo, también llamada Doña Pepa.

Se cuenta que en el siglo XVIII, Josefa era esclava en una hacienda de Cañete. Con el pasar del tiempo, empezó a sufrir una parálisis en los brazos que si bien le permitió ser liberada, la dejó sin sustento. En ese entonces, empezaron a correr rumores sobre los milagros que concedía la imagen del Cristo de Pachacamilla. Y fue así que le encomendó su salud al llamado Señor de los Milagros.

Pronto se recuperó y, en agradecimiento, viajó a la capital para darle una ofrenda al Cristo Moreno. Como ella era experta en la cocina, no se le ocurrió mejor idea que preparar el dulce que hoy conocemos como turrón de doña Pepa.

Cuando regresó a Cañete, Josefa contó que Cristo la había mirado y con una gran sonrisa le agradeció y bendijo su postre. Desde entonces, el turrón adquirió gran notoriedad no solo por ser una deliciosa ofrenda en el mes morado, sino también como parte de nuestra tradición.

Infografía de Martín Arias. (Perú21)
Infografía de Martín Arias. (Perú21)

Dato:
- Diversos documentos del siglo XIX señalan que el postre se conocía como “turrón de miel” o “turrón del Señor de los Milagros”.