Sandy Izquierdo, Miss Wheelchair World 2022:  “La belleza está en lo que una transmite a otros”.
Sandy Izquierdo, Miss Wheelchair World 2022: “La belleza está en lo que una transmite a otros”.

Unos segundos bastaron para que la vida de cambiara por completo. Hace seis años un terrible accidente automovilístico le provocó una lesión medular que la dejó parapléjica. Muchas cosas pasaron por su cabeza cuando le dijeron que no podría volver a caminar; sin embargo, ella terminó sobreponiéndose a las nuevas situaciones que implicaban este cambio radical.

Llena de resiliencia y guiada también por su vocación de educadora, Sandy se propuso afrontar la vida de una forma positiva que enseñe a otras personas con discapacidad que pueden hacer muchísimas cosas y contribuir a la sociedad. Con una maestría en curso, una pequeña de 4 años concebida posteriormente a su accidente y dos coronas de belleza, Sandy es un ejemplo de que finalmente uno mismo puede tomar impulso para seguir adelante pese a las adversidades.

¿Quién era Sandy antes de ser una Miss Wheelchair?

Nací en Chancay, pero viví toda mi infancia y adolescencia en el valle Irrigación Santa Rosa. Cuando terminé la secundaria, fui a Lima para estudiar Educación en la Universidad Federico Villarreal y ahí conocí a mi esposo, quien hoy es el padre de mi hijita. Tras terminar la carrera, empecé a trabajar en colegios como docente y luego me especialicé en lo que es acompañamiento pedagógico. En ese ínterin me casé y nos mudamos a Lurín. El accidente ocurrió luego, en agosto de 2016. Yo solía esperar a mi esposo para regresarnos juntos. Sin embargo, ese día decidí tomar un colectivo, porque había salido temprano y debía entregar unos informes. En cuestión de segundos mi vida cambió por completo. Lo primero que se vino a mi cabeza fueron mis papás y cómo me encontrarían. Sentí un dolor terrible que me dio una sensación de desmayo y dentro de lo que podía hablar solo pedía agua. Quedé atrapada en el vehículo. Fue un shock bastante traumático, al costado mío había un señor agonizando. Cuando llegan a rescatarnos los bomberos, me di cuenta de que algo había pasado conmigo, pero no sabía la magnitud.

Sin embargo, la verdad era otra. ¿Cómo te enteraste de la realidad de lo que te había ocurrido?

El primero que se enteró de que no volvería a caminar fue mi esposo. Por protocolo de accidentes en la Panamericana Sur, me llevaron al Hospital María Auxiliadora. Mi esposo no sabía nada de lo que había ocurrido, me llamó miles de veces, pero no tenía como responder, ya que mis cosas personales las tenía la Policía. Tampoco sabía a qué número llamar, porque no tenía ningún número de emergencia memorizado, porque estaba acostumbrado a solo marcar los que tenía guardados en mi celular. Cuando llegué al hospital, lo primero que me pidieron fue que pague por los exámenes, pero no tenía cómo, y me tuvieron en camilla en emergencias. Finalmente, por el gran dolor que tuve terminé vomitando. Recuerdo una enfermera que me gritó y me llamó la atención. Le pedí perdón, pero igual me siguió gritando. Fue completamente algo inhumano. Después de que mi esposo llegara, gracias a que uno de los pasantes del hospital me ayudó a contactar a mi familia por redes sociales, los médicos le dijeron que tuve un daño vertebromedular y que no volvería a caminar. Él no entendía bien y, por desconocimiento, no comprendía la situación y refutaba que mis piernas estaban bien. Hasta ahí, incluso yo aún no sabía que no volvería a caminar, me enteré antes de entrar a sala de operaciones. Pasé a emergencias del Hospital Casimiro Ulloa, porque no tenían neurocirujanos especialistas que pudieran operarme. Justo antes de la operación, un interno me dijo que tenía que ser consciente que la intervención solo era para estabilizar mi columna, pero mi situación no cambiaría y que no volvería a caminar. Me puse mal y no entendía por qué debían operarme si al final no caminaría nuevamente. Una señora me vio llorando y se me acercó para calmarme y obsequiarme una imagen de la Virgen María. Me aferré a eso y también a una estampita que me regaló una amiga del trabajo para que todo salga bien en la operación, pero dentro de mí decía: voy a volver a caminar. Esa era mi idea.

¿Qué tan duro fue chocar con la idea de que tu vida no sería la misma?

Hasta después de mi operación aún no era del todo consciente de la gravedad de mi accidente. Me puse mal cuando comprendí más mi situación. Tomaba muchas pastillas para el dolor. Lo único que hacía era dormir e incluso dejé de comer. Entré en un proceso de depresión. Mi mamá se mudó conmigo para cuidarme y mi papá se quedó solo. Mi esposo renunció a su trabajo fijo y se puso a taxear, porque necesitaba adecuar sus tiempos para estar para mí. Pasaron muchas cosas por mi cabeza: ¿qué pasaría conmigo?, ¿cómo haría para trabajar?, ¿cómo la estaba pasando mi papá solo?, y tampoco quería que mi esposo estuviera a mi lado solo porque le daba pena. A los siete meses del accidente, me interné en el Instituto Nacional de Rehabilitación para que evaluarán mi proyección. Estuve casi cuatro meses internada y ahí fue donde cambió la forma de ver mi discapacidad. Incluso en un primer momento ni siquiera sabía desplazarme correctamente en silla de ruedas. No me gustaba que la gente me mire sentada. Simplemente no entendía qué tanto iba a poder hacer en mi situación y qué tanto dependería de alguien más. Estando internada vi muchos casos y escuché sus historias, eso me hizo reflexionar en todo lo bueno que tenía en mi vida y que no me daba cuenta por ver solo lo negativo. Luego regresé a mi casa, renuncié a mi trabajo para enfocarme en mis terapias. Posteriormente me reenganché laboralmente tras postular a un trabajo por proyectos que tenía una metodología virtual y luego tuve a mi hija. Todo esto gracias a las terapias físicas, ocupacionales, psicológicas y sexuales que llevé cuando estuve internada.

¿Cuál crees que son los estereotipos más frecuentes con respecto a las personas con discapacidad en Perú?

Lo más común es que se piensa que las personas con discapacidad no pueden ser independientes y que siempre necesitarán a alguien. Otra idea equivocada es que no podemos contribuir a la sociedad y que, por el contrario, la sociedad debe servirnos. También hay ideas erróneas como que las personas con discapacidad físicomotora no pueden tener vida sexual, tener hijos o una familia. Sobre el mundo laboral o la meritocracia, uno quiere ganarse un puesto de trabajo no solo por una normativa, sino porque tu experiencia y capacidades te respaldan. Piensan también que las personas con discapacidad no pueden tener vida nocturna o hacer deporte e incluso se cree equivocadamente que no podemos vestirnos como queramos.

Eres reina de belleza por partida doble, una corona nivel local y otra a nivel mundial. ¿Cómo te animaste a participar en el Miss Wheelchair Perú?

Era la primera edición que se realizaba, justo ahora se volverá a realizar la segunda en diciembre. La persona que me acompañaba en mis terapias me animó a participar. Ella me contó del concurso y me sorprendió porque no sabía que hacían ese tipo de certámenes aquí. La convocatoria cerraba ese mismo día y, como parte del formulario, envié un video contando el motivo por el que quería participar: era ser un ejemplo para las chicas que recién estaban pasando por esto y enseñarles todo lo que podían hacer estando en silla de ruedas. A mí me costó mucho entender que la discapacidad no me detendría y pensé que habría sido más fácil si hubiera conocido de chicas en mi situación que salieron adelante. Finalmente gané la corona que me permitió representar al Perú y ser la . Eso fue lo que me motivó, mi intención no era ganar, sino ser una historia en la que puedan verse reflejadas. Estos concursos no están enfocados solo en la belleza física. Creo que la belleza también está en lo que una transmite a otros.

AUTOFICHA

-“Mi nombre es Sandy Izquierdo Tafur. Tengo 33 años. Soy licenciada en Educación por la Universidad Federico Villarreal y llevo una maestría en Evaluación y Calidad Educativa. Estoy casada, conozco a mi esposo desde los 17 años. Soy mamá, mi hijita tiene 4 años”.

-“Me gusta mucho ir al cine, es algo que disfruto bastante y lo hago frecuentemente desde que estaba en la universidad con mi esposo. En ese tiempo, nos gustaba ver películas de terror y comedias. Ahora vamos con nuestra hijita a ver películas de Disney”.

-“También me gusta ver series en Netflix, últimamente he visto algunos K-dramas que me han dejado enganchada. Cuando estaba en la universidad, escuchaba mucha música romántica, pero ahora escucho de todo. Me gusta cocinar y hacer postres, pero detesto lavar y planchar”.