Hija única. Vivió en un hogar de clase media, becada en un colegio de niñas de clase alta. Su padre trabajaba en una zona industrial, donde convivía con personas de bajos recursos económicos. “Tuve la oportunidad, desde chica, de ir a diferentes mundos”, me dice Rossana, la escritora y cineasta que calcula haber leído unas 20 veces Un mundo para Julius, la novela que la acompaña toda una vida.