“Mi padre no quería que yo fuera cantante. Pero sí me decía: ‘No cantes, interpreta, métete en el tema. Tienes que ser actriz dentro de la canción’”, declara Guzmán (César Campos/Perú21).
“Mi padre no quería que yo fuera cantante. Pero sí me decía: ‘No cantes, interpreta, métete en el tema. Tienes que ser actriz dentro de la canción’”, declara Guzmán (César Campos/Perú21).

Se resiste a que le digan cantante profesional. Ella solo cree que lo hace mejor que antes. En su voz hay elegancia y potencia, que han hecho de Rosa Guzmán única y figura entre los exponentes del criollismo de centros musicales y peñas, más allá de los reflectores que alumbran al criollismo ‘oficial’. Ganó notoriedad al ser una de las protagonistas del documental 'Sigo siendo' (2013), de Javier Corcuera, y es hija del compositor de la vieja guardia José ‘Tato’ Guzmán. Hoy que se celebran las Fiestas Patrias, Rosa es motivo de orgullo. Subimos al segundo piso de su casa en el corazón de Barranco, distrito que la vio nacer y debutar como cantante. Y encendemos la grabadora.

En casa tuvo la influencia del padre y de notables personajes del criollismo. Su destino casi estaba marcado. ¿Pero alguna vez pensó en dedicarse a otra cosa más allá del canto?
Mi ilusión toda la vida fue ser obstetriz. Postulé a San Marcos, pero la primera vez no alcancé puntaje, la segunda alcancé puntaje, pero no había vacantes. Hasta hice una huelga de hambre. Le di la vuelta a la página y postulé a una beca en el Politécnico José Pardo. Gané la beca, aunque ninguna de las carreras era de mi interés, pero en vez de perder otro año, me puse a estudiar. Entré a Electrónica. Fui una de las primeras dos mujeres en el país que se recibían en esa carrera. Era el año 70. Una empresa de Chimbote contrató a toda mi promoción y las dos que nos graduamos nos quedamos en el aire porque no querían mujeres. Otra frustración más. Mi padre me dijo: “Si te gusta la medicina, por qué no trabajas en un hospital”. Presenté mis documentos al seguro social y a los seis meses me llamaron. Así, trabajé 18 años en el hospital Almenara como técnico de equipos médicos.

¿Y el canto dónde estaba?
Con los amigos. Nunca pensé ser una cantante profesional. Mi padre era maestro de guitarra. Había muchachos que iban a mi casa a estudiar y, de paso, se armaba la jarana. Cuando era cumpleaños de mis padres, llegaban músicos, compositores, cantantes, gente de la bohemia. Luego fui consciente de que se reunían personas importantes de la música criolla.

“La cocina forma parte del criollismo. Puedes estar toda la noche jaraneando, pero si no tienes un plato de cau cau, olluquito, frejoles, no puedes seguirla”, declara Rosa Guzmán (César Campos/Perú21).
“La cocina forma parte del criollismo. Puedes estar toda la noche jaraneando, pero si no tienes un plato de cau cau, olluquito, frejoles, no puedes seguirla”, declara Rosa Guzmán (César Campos/Perú21).

¿Y cómo empieza su carrera como cantante?
Dejé el hospital cuando llegó Fujimori al poder, porque el cambio de moneda me afectó. Me acababa de separar de mi esposo, estaba sola con mis dos hijos y con mi liquidación puse un restaurante con Eduardo Bryce Echenique, el hermano del escritor. Soy buena cocinera. Pero no duró ni dos años. Qué trabajo para esclavizante. Comencé a enseñar marinera limeña, porque soy campeona a nivel nacional.

Es mil oficios como su padre.
Igualita. Hay que buscar la manera de salir adelante. La herencia de mi padre fue conocer a mucha gente influyente de la música criolla. Me llevaron a La Oficina de Barranco, donde la música criolla me impactó, me envolvió. Hacía años que no veía música en vivo. Me hicieron bailar marinera porque sabían que yo era campeona. Y me ofrecieron que dicte clases en La Oficina. Luego me propusieron cantar, pero me resistí hasta que un día acepté y canté “Quebranto”, la canción que compuso mi padre. Fue mi carta de presentación y mi llave de ingreso al canto. Desde ahí, todos los jueves canté, pero lo hacía ad honorem. No pensaba que cantando podía ganar dinero. Estuve cuatro años así, hasta que me propusieron trabajar todos los jueves, porque el público ya me pedía. Y me pagaron mi primer sueldo como cantante.

¿Qué le enseñó su padre sobre el canto?
Él no quería que yo fuera cantante. Pero sí me decía: “No cantes, interpreta, métete en el tema, si están hablando de una persona que acaba de perder a un ser querido, ponle el sentimiento que tendrías si fueras tú. Tienes que ser actriz dentro de la canción”.

¿Dónde está la belleza de la música criolla?
En el verso. Los compositores que yo canto, siendo gente muy humilde, escribieron cosas con tal sentimiento que encuentro poesía en sus letras. Y está el ritmo. En mi casa no había un día en el que no se pusiera Radio Victoria y se escuche a Los Embajadores Criollos. Eso lo tengo en el alma.

¿En qué canciones encuentra esa belleza?
En “El arbolito”, “Vida”, “Remembranzas”, “Melodías del corazón”, “Noches tristes” y “Quebranto”.

Usted es parte, de alguna forma, del lado B del criollismo. ¿Fue una elección o simplemente así se le presentaron las oportunidades?
Yo no he buscado nada. Hay gente que ha valorado en mí cualidades que ni yo sabía que tenía. Y de alguna manera me la creí. Mi llegada al documental Sigo siendo, de Javier Corcuera, fue gracias a la recomendación de Rafael Santa Cruz. “No quiero divas, no quiero cantantes profesionales”, le dijo Javier a Rafo.

¿Hoy se siente cantante profesional?
Me siento más cantante que antes (risas). El término ‘profesional’ viene de haber estudiado algo, yo no estudié nunca canto.

Hay quienes se preguntan por qué Rosa Guzmán no es tan popular como Eva Ayllón.
Me lo han dicho. No tengo el récord que tiene ella. Pero no pretendo ser mejor que nadie. Quiero seguir siendo la cantante que soy y mejorar cada vez más.

Mi llegada al documental 'Sigo siendo', de Javier Corcuera, fue gracias a la recomendación de Rafael Santa Cruz. “No quiero divas, no quiero cantantes profesionales”, le dijo Javier a Rafo" (César Campos/Perú21).
Mi llegada al documental 'Sigo siendo', de Javier Corcuera, fue gracias a la recomendación de Rafael Santa Cruz. “No quiero divas, no quiero cantantes profesionales”, le dijo Javier a Rafo" (César Campos/Perú21).

Estudió, trabajó en salud, cocina, ¿cómo suma todo ello en el canto?
Todo suma. La cocina forma parte del criollismo. Como dice Pepe Villalobos, “música, cuchara y olla, eso es la música criolla”. Si no hay cocina, no hay música criolla. Puedes estar toda la noche jaraneando, pero si no tienes un plato de cau cau, olluquito, frejoles, no puedes seguirla.

¿Qué es el sabor en la música?
Es ponerle el ‘bobo’. Si le pongo corazón a lo que hago, sale una buena música. Es la entrega.

¿Qué canción le cantaría al Perú?
“Quebranto”, porque es la canción que me catapultó.

Autoficha: 
- “He nacido en Barranco. Pónganme la edad que crean que tengo. Solo diré que soy mayor que Eva Ayllón. Tengo cinco discos y Despertar es la última producción que hice. Además, he colaborado hasta en cuatro discos y en otros que aún no han salido. Estoy camino a grabar mi próximo álbum”.

- “El Ministerio de Cultura me dio, hace unos años, un reconocimiento como ‘Personalidad meritoria de la cultura peruana’. A pesar de que mi papá no quiso que cante, le diría gracias por todo lo que me ha enseñado. Y él me diría no me hiciste caso, pero lo estás haciendo bien”.

- “Mi ex esposo tampoco quiso que cante. Tuve que separarme para poder cantar. Y llevo 21 años dedicados a este arte. Sigo siendo me abrió muchas puertas, porque ha sido premiada en 23 países. Mi madre me decía que la única herencia que me iba a dejar es el estudio, que me ayudaría a ser alguien”.