"El rattan es una fibra vegetal maravillosa y fina, muy noble” (Fernando Sangama/Perú21)
"El rattan es una fibra vegetal maravillosa y fina, muy noble” (Fernando Sangama/Perú21)

Roberto de Rivero es una mezcla de curiosidad e inquietud. La necesidad imperiosa por mantenerse ocupado apareció en él apenas tuvo uso de razón. Dibujaba, pintaba, intervenía, creaba. Siempre se sintió el rey de las manualidades. Por ejemplo, una tarde en los setenta, cuando apenas sobrepasaba los 10 años, cayó en la cuenta de que en su jardín crecían pequeñas cañitas. Las arrancó entonces para darles forma y ponerle cargas de tinta. Al cabo de un rato… ¡voilá! Ya tenía un lapicero listo para llevar al colegio. Otra tarde cogió un palo de escoba y comenzó a tallar con un cuchillo una serie de figuras en la madera. Uno, dos, diez. Sin proponérselo comenzó a vender varios de ellos. Tiempo después, recién conocería que lo que estaba fabricando ya existía y tenía el nombre de tikis, como las estatuas con gran tamaño de la Polinesia.

Ahora, ya con 65 años, Roberto no ha perdido ni una pizca de esa curiosidad, menos la vitalidad. Sus manos tampoco han dejado de crear y, al contrario, han evolucionado. El hombre de la sonrisa grande y cabellos desgobernados ha logrado formar y consolidar Rattan, un estudio-taller dedicado al arte de diseñar muebles con fibras naturales, como el propio rattan, un material noble traído de Asia. El negocio comenzó hace 40 años. Han sido cuatro décadas de esfuerzos y pasos firmes que lo han llevado desde las lejanías de la selva peruana hasta recónditos pueblos de las Filipinas. Todo por la búsqueda de las mejores fibras naturales, siempre tratando de mejorar. Roberto es también constancia.


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Roberto, ¿cuándo ingresas al mundo del diseño?

Yo de joven viví en Hawái, pero cuando regreso a Perú me voy al norte, a Máncora. Allá hago yo mismo mi casita con quincha y el techo de bambú, como se hace en la zona. De todo lo que me quedó, los pedazos, comencé a hacer mueblecitos, sillas, camas, cabeceras para vender. Eran tiempos donde Máncora era virgen, el año 1978. Cuando la gente me iba a visitar, veía los muebles de bambú y me los compraba. Nadie me enseñó a fabricarlos, yo mismo me las ingenié.


¿Por qué te vas de Máncora?

Debido a la corriente de El Niño de 1982-1983 era insostenible permanecer allí. Entonces decido venir a Lima para seguir haciendo los muebles. Mi mami me ayuda y comienzo a fabricarlos en el garaje de su casa. Eran fuertes y baratazos. Yo lo que quería era trabajar, mantenerme ocupado y no tanto ganar dinero. Los materiales, principalmente caña, los traía de Ecuador, pero hay un momento en que se satura el mercado, la gente ya no los quiere. Empecé a buscar y me fui a Chile a importar nuevos materiales.


¿Qué encuentras?

Encontré buenas fibras que el mismo chileno no conocía. El gobierno local me ayudó a ser el primero en importar esos materiales al Perú. Obtuve los permisos y fui aprendiendo nuevas técnicas. De ahí con los años pasamos ya a algo mejor, que es el rattan. Lo encontré en el Asia y comencé a viajar frecuentemente a Filipinas, Tailandia, Vietnam. Allí conocí amigos, otros sistemas de trabajo, técnicas antiguas.

Roberto de Rivero, diseñador,  fabrica muebles para terrazas y proyectos hoteleros.
Dueño de Rattan.
Roberto de Rivero, diseñador, fabrica muebles para terrazas y proyectos hoteleros. Dueño de Rattan.


¿Cómo fue tu encuentro con el rattan?

Se dio en un viaje a Filipinas, en mi primer viaje a Asia, en 1989. Cuando estaba en el aeropuerto de Manila, la capital, entré en pánico. Llamé a mi mamá y le digo que quiero regresar. Pero ella me dice ‘hijo, este es tu trabajo, tu vida’. Todo era raro para mí, la gente, la comida. Pero me tuve que quedar y seguir, y no fue fácil. Llegué a la ciudad, luego tuve que seguir en bote. Encontré grandes compañías exportadoras de rattan a Europa.


¿Cómo describiría al rattan?

Es una fibra vegetal maravillosa y fina que no tenemos que trabajarla tanto. Es más noble, no maderable. Si el bambú es un grass gigante, el rattan es una palmera. Ambas son fibras necesarias para la vida en Asia, pero también son productos modernos. Son universales, se usan desde África hasta ferias de Milán. Hay bosques controlados de su producción.


¿Qué se puede fabricar con rattan?

Absolutamente todo. Sillas, sillones, butacas, lámparas. Las técnicas han pasado de generación en generación. En España o Polonia, por ejemplo, los artistas se reúnen en el parque a enseñar cestería y asisten familias enteras. Lamentablemente, en el Perú no lo apreciamos correctamente. Por nuestra idiosincrasia y prejuicios no valoramos a nuestros artistas y se van perdiendo.

¿Cuál es el siguiente paso para la marca?

Seguir manteniéndonos. Hemos pasado muchos momentos difíciles. Cuando importábamos fibras de Chile, usábamos el dólar MUC. Estuve paralizado durante ocho meses. Fueron tiempos duros, pero les seguimos pagando a los empleados. Hasta que nos dieron permiso para importar con dólar de la calle y comenzamos de nuevo. Lo mismo en esta pandemia, que logramos seguir. Siempre hay que pelearla, no te tienes que quedar sentado en el trono.


El taller-estudio queda en Jirón Coronel Camilo Carrillo 237 - Jesús María. (Fernando Sangama/GEC)
El taller-estudio queda en Jirón Coronel Camilo Carrillo 237 - Jesús María. (Fernando Sangama/GEC)

Por lo que observo, comprar un objeto de tu tienda resulta toda una experiencia.

La atención es personalizada. Cuando nos escriben por las redes yo les pido que visiten el taller. Me insisten en que les dé el precio. Yo les respondo que no se trata de dinero, sino que obtengan algo que no se va a arrepentir. Les pido que vengan, que se sienten, se acomoden. Yo les explico todo. Gracias a Dios hemos formado ya una clientela grande, que se ha ido comentando boca a boca. Detrás de cada uno de nuestros productos hay una historia.


¿Qué países nos llevan la delantera en uso de fibras naturales como el rattan?

Los países asiáticos, como Malasia, Singapur, Tailandia.


¿El Perú puede llegar a producir rattan?

Acá hay otra buena fibra, llamada tamshi, pero no hay forestación. No se le da interés a su producción en la selva. Acá lo fácil es la minería, pero no ir a enseñar sobre su uso con el fin de que se cree una industria. Eso es lo que nos falta, más educación.


AUTOFICHA

-“Nací en Lima, el 10 de julio de 1956 en Lima. Viví parte de mi juventud en Hawái y luego en Máncora, Piura, antes de volver a Lima. Estudié Derecho, pero después lo dejé. He viajado tantas veces a Asia que ya perdí la cuenta. En Tailandia conocí a mi esposa, Lita. Ella también trabaja con rattan”.


- “Nuestro taller, Rattan, es un negocio familiar. Mi hermano es el arquitecto y mi sobrino, Luis Pais, el gerente. Mi madre, Blanca de la Jara, estuvo en el área administrativa hasta hace algunos años. Yo recuerdo también que mi abuela y bisabuela tejían”.


- “Tenemos cerca de 40 trabajadores y todos somos una familia. Sin ellos yo no sería nada. Somos un engranaje y juntos hemos sacado esto adelante. Con ideas, nuevas técnicas, pero siempre juntos. El taller-estudio queda en Jirón Coronel Camilo Carrillo 237 - Jesús María”.


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