Ricardo González Vigil. poeta, crítico e investigador. (Hugo Pérez)
Ricardo González Vigil. poeta, crítico e investigador. (Hugo Pérez)

Antes de saber leer y escribir, ya estaba marcado por la literatura. Escuchaba cuentos y canciones. A los cinco años de edad, ahorrando propinas, compró su primer libro. En esas precoces adquisiciones, llegó El príncipe valiente, de Harold Foster. En primaria hizo su primera lectura de los poemas homéricos y el . Pero era un lector de novelas. A los 9 años, intentó escribir una novela de aventuras en la selva, pero se aburrió. Y no insistió con la narrativa. “No me brota de mis genes”, asegura. Así nació, sin decidirlo, el poeta que a los 13 años creó los primeros versos, la mayoría de amor. Luego vinieron los poemas que la pubertad necesitaba. “Desde entonces, son las notas más puras y cristalinas, más sanguíneas de mi corazón”, escribe.

(Lima, 1949) es, efectivamente, un poeta entregado a la creación y un crítico e investigador literario respetado, además de miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua. Poemas de amor (2018, Mascapaycha Editores) es su más reciente publicación, que trae una selección de su obra poética y composiciones inéditas.

Hoy es el día en que se celebra el amor y la amistad, y el poeta asegura que ambos conceptos están siendo redefinidos, de alguna forma, por la tecnología. Le pregunto qué es el amor en los tiempos de Internet. “Ah, pregúntales a esas generaciones. Yo, felizmente, soy de la galaxia Gutenberg”, responde. Pero insisto.

Con la ventaja que otorga la distancia, ¿no se atreve a definir el amor en los tiempos de Internet?
Hay un condicionamiento de los medios. Es más difícil ser uno mismo, conocer sus raíces, tu herencia genética. Se crea un consumo masivo. No se deja que la persona profundice en todos los niveles que hay en su ser. A la vez, Internet permite que cualquiera opine. Hay diversidad de opiniones, pero crea una sensación peligrosa de que todo vale. Un hedonismo que resquebraja los principios éticos.

¿El hedonismo resquebraja el amor?
Claro que sí. Se ha exagerado la sensación de que la verdad, la belleza y el bien son relativos. Y, de alguna manera, el amor está vinculado, sobre todo, con la belleza.

En una entrevista anterior me dijo que el amor era una forma de luchar contra los heraldos negros que nos manda la muerte.
Lo digo en una dirección que no es igual a la de César Vallejo. Es el poeta que más admiro, pero mantengo mucho más una visión cristiana, donde Dios es amor, es el dador de la vida. Precisamente, el amor está vinculado con la transmisión de la vida. Incluso, alguien como Jorge Luis Borges, que era escéptico, agnóstico, decía: “Cuando a algo lo contemplamos con amor, lo estamos contemplando como Dios lo ve”. Lo más opuesto a la muerte, al mal, es el amor.

¿La soledad sería contraria al amor?
Lo más normal en el mundo actual es hablar de soledad en el sentido que apuntas, que creo lo caracteriza muy bien Gabriel García Márquez. Él dice que la soledad es la incapacidad para amar. Una visión un poco contemporánea plantea que la soledad supondría un encierro, un aislamiento alrededor tuyo. Entonces, no te abres al amor. Pero hay otro concepto de soledad que está en la poesía de la época de Horacio. Y en oriente está el retiro. Me refiero a que la soledad también puede ser algo propicio si te ensimismas y adentro descubres la energía del cosmos. Eso explica por qué mucha gente rehúye el trato corriente y se aparta. Y ese apartamiento es un fenómeno de realización. Ahí la soledad es propicia y termina llevándote al encuentro con una fuerza de amor que te permite resistir ante los heraldos negros.

¿Con qué visión se identifica?
Con la segunda. Escribir poesía es un acto en el cual pierdes tu identidad corriente. Martín Adán decía algo así como que un alma ajena a él es la que escribe. Es que entra otra voz. Eso te hace descubrir que tú no eres solo el yo que crees, sino que adentro tuyo está la condición humana. Precisamente, el autor más genial es aquel con más gente que se identifica con lo que escribe. Un genio es el que habla a nombre de todos.

Usted plantea en el libro que el amor es primordialmente poesía y la poesía es primordialmente amor. ¿Así de estrecha es esa relación?
Poiesis es creación y creación es vida. Si investigas la poesía de todos los continentes, la inmensa mayoría son poemas de amor.
Pero también se plantea que el amor es una construcción cultural.
Es construcción cultural la manera como lo plasmas. Pero está en la naturaleza humana.

Entonces, el amor sería casi como un órgano.
Claro. Creo que viene en los genes, está en el código genético, en las hormonas y neuronas. Está en el bulbo raquídeo.

¿Y el amor prohibido parte de qué es?
Las sociedades han construido exigencias, estructuras familiares, preceptos religiosos, formas de ritualizar el compromiso. La pasión amorosa no entiende de eso. Viola tabúes y acuerdos.

¿Qué debemos hacer: entregarnos al amor romántico o al que procura el statu quo?
(Risas). D. H. Lawrence dice que lo más importante en la vida es encontrar la pareja que te va a completar. Pero también piensa que se necesita abrirse un poco a una visión más erótica de la amistad. De él suscribo, lo primero. El amor no se realiza solo contigo. El narcisismo es una alienación.

¿Su relación con la literatura ha sido una de amor?
La lectura competente debe estar guiada por el amor al lenguaje, la imaginación, a cómo un autor ha sintetizado su experiencia. Uno debe leer desde el placer. No creo en la erudición por la erudición. Soy un lector apasionado. La lectura no es un pasatiempo, porque no estoy pasando el tiempo sino consumiéndolo.

La literatura nos transforma.
Cervantes decía: hay que enseñar deleitando y deleitar enseñando.

AUTOFICHA

- “Nací en el Centro de Lima, en la cuadra cuatro del Jr. Moquegua, en mi casa. En la cuadra tres vivía José María Arguedas y en Caylloma se hospedó César Vallejo. Viví ahí hasta los 15 años. De ahí salimos a Lince, Miraflores y de casado a San Borja. Mis papás son de Cajamarca, pero los hermanos somos limeños”.

- “Actualmente, está en proceso de impresión Antología de poemas peruanos para niños, de todos los tiempos, con ilustraciones. Y me falta poco para terminar una antología de cuentos peruanos de mujeres. Y estoy en una investigación sobre el microrrelato peruano”.

- “Sobre poemas de amor, me han influido El cantar de los cantares, Quevedo, Lope de Vega, que tiene un poema largo: ‘Amarilis’, que es el poema erótico más extraordinario del Siglo de Oro. Góngora también y me han marcado Bécquer, Rubén Darío, Neruda, Octavio Paz y el erotismo de Vallejo en Trilce”.

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