Conversamos con el periodista Renato Sandoval. (Fotografía de Estefanny Varillas)
Conversamos con el periodista Renato Sandoval. (Fotografía de Estefanny Varillas)

Nació en La Libertad por decisión de su madre. Ella era una orgullosa trujillana que quiso que sus cuatro hijos nacieran en su tierra. Por eso, cuando llegaba la hora, viajaba desde Sullana (Piura) hasta Trujillo para dar a luz y luego volvía. Renato es el menor de sus hermanos, vivió en La Perla del Chira hasta los 13 años y luego se fue a estudiar a Trujillo. Primero pensó en estudiar Literatura, pero su hermano le sugirió que si le gustaba escribir, entonces sea periodista. Imaginaba que un literato estaba confinado a las aulas de un colegio y ambos sabían muy bien el duro y poco recompensado trabajo que eso implicaba, pues su mamá era profesora. Renato ahora lleva 17 años como periodista y acaba de publicar el libro El escuadrón de la muerte, el caso del coronel Elidio Espinoza, una investigación que revela datos desconocidos hasta el momento sobre el grupo de malos policías que cometieron ejecuciones extrajudiciales en Trujillo.

¿De dónde viene su vocación periodística?

Yo primero quería ser futbolista, luego quise escribir, dedicarme a la literatura. Pero mi hermano me convenció de que estudie una carrera afín. Yo escribía lo que me sucedía de vez en cuando, no era un diario exactamente, sino que escribía en hojas sueltas. Además, había escrito algunos cuentos y fue mi hermano el que los descubre. Postulé e ingresé a la Universidad Nacional de Trujillo y me quedé con el periodismo.

¿Cómo se encontró con la historia de Elidio Espinoza?

Yo era editor periodístico en Trujillo. El 27 de octubre de 2007 ocurre la muerte de cuatro personas, entre ellas una que no tenía ningún antecedente policial: Carlos Iván Mariños Ávila. A partir de ahí comienza el tema legal del Escuadrón de Emergencia Este, que operaba en zonas convulsionadas como El Porvenir, La Esperanza y Florencia de Mora. La prensa abordó estas cuatro muertes como un caso más, pues esas noticias eran el pan de cada día en Trujillo. Lo que nos llamó la atención en el diario fue que en medio de tantos enfrentamientos no hubiera ni un solo policía herido. Nunca hubo una víctima policial. Eso era sospechoso, a no ser que ese escuadrón fuera como Los Magníficos.

¿Qué pasó con Mariños Ávila?

Él venía de una familia bien, tenía una empresa de calzado, y es por ahí donde empieza la historia. El abogado y la mamá del joven son quienes empiezan a investigar. Pero, luego, la fiscal que tenía el caso, Rosa Vega, lo deja y pasa lo mismo con el abogado. Eso fue extraño. Luego yo descubrí que una supuesta víctima mortal estaba viva, los medios la habían dado por muerta, pues era parte de una despiadada banda que no solamente robaba, sino también violaba. Esta banda desaparece cuando los policías los empiezan a matar, pero uno queda vivo y nadie lo sabía.

¿Fue difícil decidir publicar una acusación en contra de policías?

Nosotros decidimos publicar la primera acusación que fue el pedido de cadena perpetua para Elidio Espinoza, a quien acusan de haber encabezado el escuadrón. Ningún otro medio lo publicó. Nos empezaron a atacar diciendo que estábamos aliados con la delincuencia. Hicieron una marcha en contra del diario con carteles que incluso decían “Renato vendido”. Pero luego llega Ricardo Uceda, que hace un recuento de todas las muertes que habían ocurrido en Trujillo y es así que se revela a nivel nacional todo lo que estaba pasando. Él los bautiza como el Escuadrón de la Muerte en referencia a los escuadrones de la época aprista del primer gobierno de Alan García de la mano de Rodrigo Franco.

¿Qué concluyó el Poder Judicial sobre el caso?

Hace aproximadamente un mes se ha dado una condena a 30 años de prisión suspendida. Están esperando que otra instancia superior confirme la sentencia para hacer efectiva la pena.

¿Por qué decidió seguir adelante con la investigación a pesar de los hostigamientos?

Uno de los objetivos era contar la verdad completa, también para registrar la historia de Trujillo y no volver a repetirla y, por último, porque el periodismo se trata de enfrentar las medias verdades. Yo en el libro trato de registrar cómo se vivió la historia en ese momento, no solo desde el punto de vista del juicio, sino desde los periodistas, de la sociedad trujillana que se quedó en silencio porque era popular ver morir a gente vinculada a la delincuencia.

¿Qué mensaje está intentando dejar con este libro?

Que los policías, abogados, jueces, fiscales sepan que cuando hacemos oídos sordos frente a un hecho injusto, somos cómplices de arbitrariedades. Quisiera que la gente afronte los problemas de la ciudad de manera distinta, no contribuyendo a que las propias instituciones del Estado abusen de la ley, porque mientras no nos toque, la gente aplaude, pero cuando es una víctima inocente que conocemos, recién vamos a reaccionar. Que no exista una fiscalización o control ciudadano sobre las autoridades es dejar la puerta abierta al infierno. Espero que se tome conciencia de que las autoridades deben ser las primeras personas en acatar las normas del Estado.

¿Por qué le apasiona tanto el periodismo?

Porque –aunque puede sonar muy soñador– es lo más cercano a cambiar la historia del país, se ejerce un control sobre el poder. Ese poder sin control se suele convertir en abuso y la función de nosotros los periodistas es advertirlo. No siempre una investigación es fácil, a veces tarda mucho tiempo, pero la pasión viene precisamente de hacer esa búsqueda de información que revele problemas importantes y que puedan cambiar el rumbo de las personas. Sin el periodismo tendríamos una sociedad totalmente arbitraria, imagínate un poder sin control. ¿En qué clase de país estaríamos? Ahora las personas critican mucho a los medios de comunicación, pero sin la prensa, por ejemplo, no se habría conocido toda la suciedad del caso Lava Jato o de Los Cuellos Blancos. Sin los periodistas que investigan no nos habríamos enterado de tanta corrupción.

AUTOFICHA:

- “Nací el 7 setiembre de 1979. Soy hincha del Cristal. Estudié Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Trujillo. He trabajado en Correo La Libertad, Chimbote y Piura. También en Ajá y en la Unidad de Investigación de Correo Semanal. Desde hace cinco años soy director de Correo Norte”.

- “Nosotros conocemos la verdad a un 10%, no todo es publicable porque no siempre conseguimos todas las pruebas, así que las personas terminan teniendo una sensación de insatisfacción. Los periodistas debemos contribuir a acercarnos a la verdad”.

- “La novela que más me impactó fue La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, a tal punto que quise estudiar en un colegio militar para ver cómo era esa vida. Mi mamá no quiso porque decía que me iban a pegar. Esa historia fue fascinante para mí, fue lo primero que leí”.

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