Descubrió a Ribeyro sobre una lavadora. Había regresado del colegio, estaba en la casa de su amigo. De pronto, un libro de tapa dorada llamó su atención. Lo tomó prestado y en sus primeras páginas leyó el título: Prosas apátridas. En aquel tiempo escolar leía sobre todo literatura francesa por la influencia del colegio Franco Peruano, donde estudiaba. Sus lecturas eran principalmente en francés y muy poco en español. “Me llamó la atención este escritor de no ficción, con una ambición filosófica en español y que era peruano. Me pareció una gran revelación”, recuerda desde Francia sobre lo que pensó en aquellos 15 o 16 años de edad.
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Y entonces, empezó su camino hacia Julio Ramón Ribeyro. Por aquel amigo de colegio conoció a Jaime Campodónico, editor del cuentista. Luego dedicó dos años de maestría al autor de La palabra del mudo y, paso siguiente, el doctorado: cuatro años sobre nuestro entrañable escritor, a tiempo completo, hasta 2015 que sustentó la tesis en La Sorbona. Una ruta que este año tiene un destino significativo: Fila para la gloria. Convertirse en Julio Ramón Ribeyro, minucioso ensayo, con ritmo narrativo, publicado por la editorial La Siniestra, manuscrito premiado por la Universidad de la Sorbona. El escritor y profesor universitario Paul Baudry ya lleva casi 20 años en este recorrido llamado Julio Ramón Ribeyro.
En la primera página de aquel libro de tapa dorada alguien había escrito, a mano, el día de la muerte de Ribeyro en Lima y recordando que fue un día soleado, un día como hoy hace 30 años.
¿Por qué le has dedicado casi 20 años a Ribeyro?
Lo merecía.
¿Por qué?
Creo que el homenaje fosiliza, la estatua petrifica. Y mucho de lo que se ha dicho sobre Ribeyro ha tenido esa tendencia elogiosa porque sí, o únicamente elogiosa, lo cual no es que esté mal, sino que el problema del homenaje es que una vez que uno ya ha planteado todas las cualidades de un escritor…, lo cual está bien para una discusión entre amigos o un acercamiento más escolar, pero el trabajo crítico es otro: es devolverle movimiento a la figura, devolverle su espesor, hacerle justicia en sus matices, ese es el trabajo crítico.
En el libro citas a Alfredo Bryce Echenique en relación con Ribeyro: “No triunfó en la vida hasta que se murió”.
Desde el punto de vista histórico, la obtención del Premio Juan Rulfo en el 94 cambia su destino, cambia su recepción internacional y también introduce un vuelco en su construcción nacional como escritor clásico. Entonces, sí hay un antes y un después del 94. Y lo interesante es ver los homenajes que se hacen al año, dos años, a los cinco, a los 10 y ahora a los 30, cómo cada uno de estos momentos conmemorativos reactivan una imagen, la enriquecen, la alimentan con otras lecturas, la politizan también, porque cuando uno observa los diplomas póstumos a Ribeyro, cuando uno observa las instituciones peruanas que lo recompensaron, lo interesante es ver que resaltan cualidades que no solo son literarias sino también morales como una forma de ejemplaridad cívica, eso es sintomático de las lecturas que se dan hoy en día de Ribeyro como un personaje político.
Un personaje vinculado a la izquierda.
Sí. Es decir, los campos social y literario peruanos han construido a Ribeyro como un escritor de izquierdas a partir de sus propias decisiones. Él acepta los primeros puestos diplomáticos a comienzos de los años 70 por razones de salud, plata, pero por qué pensar en él desde el lado del gobierno. En realidad, ya había una lectura de izquierdas de Ribeyro desde "Los gallinazos sin plumas", unos quince años antes y desde una lectura de un realismo comprometido, de corte social, lo que también es cuestionable desde el punto de vista literario, pero hay esa lectura.
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¿Realmente conocemos a Ribeyro? ¿El ensayo nos muestra a ese escritor escondido?
Se trata de explicar el hombre y la obra, a partir de tres coordenadas que son la textualidad, el cuerpo y la sociedad, son las tres hebras del ensayo. Es un libro que plantea una relectura global del personaje dentro del canon nacional a partir de la poética, de la sociología, de la literatura y del psicoanálisis. El último trabajo con esa ambición es de hace 25 años, es el libro de Peter Elmore, que se llama El perfil de la palabra. Y Fila para la gloria tiene como referente este libro orgánico que intenta barajar las cartas de nuevo. Se trata de explicar cómo se construye un prejuicio, en el sentido estricto. La imagen que se tiene de Ribeyro en el Perú es la de un escritor de corte clásico, sumamente popular, con cierto apego a lo popular, cómo esto es el fruto de un proceso muy complejo donde intervienen actores como el sistema escolar público, que es uno de los grandes motores de la clasicidad de Ribeyro en el Perú, porque en el sistema peruano se seleccionan básicamente cuentos como “Los gallinazos sin plumas” o “Alienación”, como los cuentos más emblemáticos de su obra; tienen una carga social muy particular que no es necesariamente representativa del conjunto de la obra. Y no se trata de decir si está bien o mal... Los profesores en el Perú tienden a tener una lectura moralizante, edificante de la obra de Ribeyro.
¿El libro es como un llamado a no solo leer al Ribeyro de dos o tres cuentos?
Si uno lo enfoca desde el punto de vista literario, sí, porque es como que uno se quedara con un solo cuadro de un pintor o una sola canción de un músico, cuando hay un universo más variado, complejo e interesante. Ahora, esa lectura parcial y politizada de Ribeyro ha tenido una gran ventaja y es que ha sido el gran motor de su popularidad.
¿Ser original era un dilema para Ribeyro?
Para él la literatura es un vasto juego combinatorio, a partir de elementos que ya preexisten; es decir, uno no inventa nada. Ribeyro se da cuenta de que es mucho más interesante entrar en la corriente de la tradición para recorrer una distancia mayor y no terminar en el olvido. Empieza en su juventud con una serie de proyectos neovanguardistas, la mayoría de ellos inéditos, que muestran un interés por las formas más trasgresoras de la modernidad, pero rápidamente se da cuenta de que lo que esa modernidad quiere es básicamente la técnica por la técnica, se da cuenta de que ser verdaderamente moderno no está en la técnica sino en la mirada, en el lugar desde donde uno escribe. Y por eso se aleja de esa aspiración a la modernidad, pero a lo largo de toda su vida está también tentado por otros proyectos neovanguardistas que muestran que la modernidad lo sigue seduciendo. Hay una negociación con la modernidad: lo fascina y lo repele.
Planteas que para Ribeyro la actualidad es anacrónica. Y hoy estamos casi dominados por la inmediatez.
Hay muchos ejemplos de un Ribeyro distanciándose del aquí, del ahora, de los imperativos del presente, de las modas pasajeras. Entonces, él retrocede de la escena del presente para ponerse en una posición retaguardista, en una posición antimoderna, donde hay mayor seguridad de trascender, donde hay mayor garantía de pasar a la posteridad.
¿En Francia se lee a Ribeyro?
No se puede decir que se lee a Ribeyro a pesar de que ha sido traducido desde los años 60. ¿Por qué? Es un gran tema. La explicación fácil es que no entró dentro del boom. Otra explicación es que Ribeyro traducido al francés queda muy raro, porque la matriz lingüística de Ribeyro y la matriz literaria es literatura francesa; entonces, es como que se retraduce a su propia matriz.
¿Parecería un autor francés?
Tal vez. O no se vería lo suficiente cuál es su originalidad lingüística, como sí se ve cuando está en español. Un tema del que escribiré para un próximo libro.
¿El mundo iberoamericano hoy lee a Ribeyro?
Se lee mucho más que hace 24 años. Es un escritor que ha seguido ganando lectores, ha seguido ganando corazones también.
Imaginemos esta escena: ¿Si encuentras hoy a Ribeyro en una calle de París qué le dirías?
(Sonríe). Le preguntaría qué le pareció el libro… Habría que desarrollar una relación de gran amistad para hacerle preguntas de fondo… No me interesa la anécdota sino la construcción del personaje y el escritor.
Autoficha:
-“Soy Paul Baudry Díaz. Mi papá es francés. Él conoció a mi mamá en la Martinica del caribe francés y luego vivieron un poco en el Perú, bastantes años en Francia, donde nací. Y luego se fueron a Perú, donde crecí. Y ellos viven allá y yo acá. En Perú viví 18 años”.
-“Viajo al Perú dos veces al año, mi vínculo es intelectual y afectivo. He escrito una novela, La república de las chispas (Seix Barral, 2022), cuya temática son los principales incendios en el Perú contemporáneo como una metáfora de nuestra fragilidad como nación”.
-“Soy un peruano nacido en Francia. Tengo pendiente una antología de mis artículos sobre Ribeyro publicados en EE.UU., América Latina, España, Francia, Italia. Y cierro el capítulo Ribeyro. Y quizás escriba un ensayo filosófico, poético: un acercamiento sensorial al Perú, qué se siente estar en el Perú”.
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