(Perú21/ José Rojas)
(Perú21/ José Rojas)

¿Qué tan cerca estamos de la filosofía? “Las preguntas filosóficas son cotidianas y cercanas a la realidad”, responde el arequipeño Pablo Quintanilla. “El filósofo que solo es filósofo ni siquiera es filósofo”, dijo en su momento el madrileño José Ortega y Gasset. Ambos hallaron en la filosofía respuestas a algunas de las preguntas que nos plantea la vida.

La comprensión del otro (Fondo Editorial PUCP), la reciente obra del filósofo peruano, intenta ser parte de ese discurso panorámico, universal e integrador que está en el ADN de la filosofía. El libro número 11 de Quintanilla será presentado el martes 30 de julio, a las 7 p.m., en la Feria Internacional del Libro de Lima.

El año 80 empezaba y en el Perú se salía de una crisis para entrar en otra. A las aulas universitarias ingresaba el filósofo arequipeño. ¿En ese momento estudiar Filosofía era casi un lujo? “La gente no solo necesita comer y tener un techo, sino también darle sentido a su vida”, responde. Así encontró el sentido de la filosofía.

¿Qué es comprender al otro?
Hemos evolucionado desde hace millones de años con ciertos mecanismos neurológicos, biológicos que nos permiten reconocer los estados mentales de los demás, sus emociones y creencias con el objetivo de cooperar, competir, manipular, predecir, adelantarse al comportamiento ajeno y explicarlo. Todos estos mecanismos complejos tienen raíces biológicas, pero se adaptan a una cultura específica y tienen un uso particular. La comprensión incluye todas estas dimensiones.

En su libro señala que, incluso, existe el elemento hereditario para la comprensión.
Definitivamente. Existen mecanismos que se suelen llamar de atribución psicológica, que utilizamos y que nos permiten conocer los estados mentales ajenos y predecir su comportamiento sobre la base de estructuras neurológicas que tienen millones de años de antigüedad, muchas de las cuales son versiones complejizadas de lo que hacen los animales. Esos mecanismos biológicos y neurológicos se han integrado con mecanismos culturales.

¿Pero qué implica comprender al otro?
La respuesta tradicional y simple de comprender al otro es ponerse en sus zapatos. Evidentemente eso no es posible. No hay manera de que yo pueda ver el mundo como tú lo ves. La comprensión no puede ser eso. Implica tratar de crear un espacio compartido con el otro sin perder la propia perspectiva. Es generar un vínculo cognitivo y afectivo.

¿Ese vínculo hasta qué punto implica el acuerdo?
El objetivo de la comprensión no es el acuerdo. El objetivo es hacer el desacuerdo inteligible.

¿La empatía dónde queda?
Es un elemento más en la comprensión. Pero no es lo único ni lo prioritario. También está lo lingüístico, porque para comprenderte necesito saber los significados que atribuyes a tus palabras. Está el lenguaje no verbal, el reconocimiento facial.

¿Será por eso que nos peleamos tanto en redes sociales?
Sí, entre otras cosas. Las disputas en redes sociales son particularmente violentas porque no podemos comprender la carga afectiva que hay y, en segundo lugar, no nos damos cuenta de que finalmente estamos con un ser humano, no con una máquina.

Las redes son el territorio de la incomprensión. Es un terreno hasta peligroso.
En Facebook como en Twitter la gente da rienda suelta, de manera impune, a su violencia porque cree que esto no tendrá ningún tipo de desventaja y porque no tiene al otro mirándole a la cara. Te aseguro que muchas de las cosas que la gente escribe en redes no se las diría a otra persona si la estuviera mirando. Yo participo en Facebook, pero nunca entro en discusiones o en batallas o linchamientos, porque me parece poco ético y porque no vale la pena.

¿A los peruanos nos cuesta comprender al otro?
Somos sumamente compasivos, empáticos, cooperadores, pero también somos muy desconfiados con las personas que no pertenecen a nuestro grupo cercano. Lo que debería ocurrir es que el progreso moral implique incorporar a los otros dentro del ámbito del nosotros.

¿Qué tan lejos estamos de ese progreso moral?
En otras sociedades hay mecanismos estatales que tienen que ver con la educación y la cultura que hace que uno no tenga la necesidad de desconfiar. Uno desconfía porque desconfía de la capacidad del Estado de protegerme.

¿Cómo comprender al Perú?
A veces uno tiende a hipostasiar una sociedad como si tuviera una realidad diferente a nosotros. Somos el producto de una historia muy compleja, que involucra opresión, injusticias, imposiciones, pero también somos el producto de una historia que involucra cooperación, apoyo mutuo, auxilio, comunicación.

¿Qué nos hace particulares?
Haber sido el centro del poder colonial en Sudamérica hace que la complejidad de las relaciones de dominación haya sido mayor acá.

¿Usted eligió la filosofía para comprender qué...?
Cuando empecé a estudiar Filosofía, los temas que más me interesaban siguen siendo los temas que me interesan ahora, que son la mente y el lenguaje. Ver la mente humana desde una perspectiva histórica y teórica, y cuál es el rol del lenguaje.

Se fue a estudiar al extranjero. ¿Por qué volvió?
Siempre tuve claro que soy peruano y que mi interés es colaborar en algo para el desarrollo de mi país. Es decir, para mí el endogrupo siempre fue muy fuerte.

¿Es cierto que el arequipeño tiene más enraizada la figura del endogrupo?
Es verdad. De repente, eso ha hecho también que yo tenga una raíz muy fuerte que he ampliado hacia el Perú.

¿Se siente más arequipeño que peruano?
Más peruano (risas).