Conversamos con el empresario Pablo Correa. (Allen Quintana)
Conversamos con el empresario Pablo Correa. (Allen Quintana)

Llegó a Lima empezando el siglo. En Chile había conocido a la peruana que sería su esposa y madre de Lorenzo. Con ella emprendería otra aventura además del matrimonio y la familia, una empresa con visión social y ambiental.

Solo había tierra sin arar y basurales. Encontró lo que la ciudad botaba. Era un espacio natural en desuso que le hablaba de la posibilidad de crear en 27 mil metros cuadrados una zona para el arte, la gastronomía y el entretenimiento. Han pasado tres años desde su inauguración y Domos Art es como un pulmón cultural para una ciudad que carece de recintos de este tipo.

Parecen enormes pelotas blancas frente al mar de San Miguel. Suman 8 mil metros cuadrados y en su interior se han generado más de 1,050 intervenciones culturales. “Queremos ser representativos de un sector de la sociedad que quiere construir una nueva sociedad”, me dice Pablo Correa, creador de este emprendimiento e hincha de Colo Colo y Alianza Lima. Estamos en medio de uno de los domos. Su voz tiene eco. Afuera brilla el sol y las olas corren al ritmo del viento.

¿Domos Art es una iniciativa cultural o empresarial?

Busca emprender y dinamizar la industria cultural, que nace del sector privado. Nuestro propósito fue encontrar una dinámica que nos permita tener una plataforma para conectar la industria cultural con el sector del consumidor, del espectador. Y le pusimos un tercer componente: los espacios urbanos en desuso.

En el Perú la asociación cultura-industria no es muy sólida; a veces está hasta divorciada.

Es que todo ha estado bajo una mirada económica, cuando no debería ser así.

¿Cómo debería ser?

La mirada económica es consecuencia de una mirada social. El arte y la cultura tienen que estar prevaleciendo y beneficiando a la sociedad a través de los contenidos, entregando educación, entretenimiento, conocimiento, valores y, como consecuencia de esa acción, lo tengo que hacer sostenible. Lo que hicimos fue pensar en qué minuto poder articular algo para que la industria se dinamice, mientras el Estado implemente políticas de promoción del arte y la cultura de manera adecuada. Recién se acaba de dar la Ley del Cine y empieza ahora a dinamizarse esa industria.

¿En qué año estamos en el Perú?

Estamos bien atrasados. Lo que se hace ahora ya se hizo hace 20 años en otros lados. Pero no me gustaría hablar de lo negativo, sino qué estamos haciendo para cambiar eso. Las cosas vienen mejor. Hemos elaborado un concepto de triple impacto: social, económico y ambiental, que impacte positivamente en nuestro entorno, que sea sostenible y ser un ente guía para los artistas; y en lo ambiental, nuestra primera fase es, por lo menos, cambiar la perspectiva del lugar y en una segunda fase, tener puntos limpios de reciclaje y que vayamos educando en el cuidado del medio ambiente.

Lima es como un gran espacio en desuso a nivel cultural, porque faltan lugares especiales para el arte en general.

Soy un emprendedor que tiene una mirada con responsabilidad social. Entendimos que teníamos que comprarnos un pleito y decidimos hacer algo que nos haga sentirnos orgullosos. Entonces, estamos liderando un modelo único en Latinoamérica. Y ya tenemos consultas para ver si se replica en Trujillo y Arequipa como modelo de franquicia. Y también este formato se puede adaptar a microespacios, como en parques zonales. Además, lo más probable es que Lima tenga un sismo en cualquier momento, y estas estructuras son antisísmicas, y este modelo puede ser también albergue de primera emergencia.

Sin embargo, el hecho de estar al lado del mar los pone en riesgo ante un tsunami. ¿Cómo lo han manejado?

Hay un plan de emergencia, que dice que tenemos 15 a 20 minutos para llegar a un área superior a 15 metros. Aquí hay vías de acceso que nos permiten poder reaccionar ante ello.

También hay un tema con el acceso, que a veces se genera un cuello de botella.

Lo que hacemos es que el aforo en los eventos que realizamos no pase de las 3 mil personas a la vez, para controlar el impacto.

¿Usamos bien la Costa Verde?

Históricamente no, pero creo que hoy día sí. Le estamos dando un uso positivo, como Domingo en Familia, una actividad en la que las personas se sientan incluidas.

En Domos Art ha primado la música. ¿Eso quiere decir que el limeño promedio consume más música?

La música y la gastronomía son los puntos de conexión entre limeños. Pero Domos Art es un proyecto difícil, de largo plazo.

¿Por qué difícil?

Tienes que generar un hábito de asistencia. También está la humedad, que malogra todo. Y hemos ido rompiendo mitos para que la gente sienta confianza al venir a la Costa Verde.

Y ojo que la Costa Verde está a un paso de la ciudad, caso único en Latinoamérica. Un privilegio.

Ese es el verdadero valor de Lima: tener un espacio con una ribera costera que pocas capitales del mundo lo tienen.

Según tu experiencia, ¿qué busca el limeño como alternativa de entretenimiento?

Hay oferta, pero que está asociada al gran consumo. Ha crecido la industrial del retail y nosotros somos una propuesta opuesta al retail. No puede ser que ir a pasarla bien sea ir al mall.

¿Qué potencial tiene la industria del ocio?

Demasiado. Y en nuestro caso, es algo nuevo. Para este 2020 queremos tener un laboratorio de innovación y mirar cómo queremos construir la ciudad.

Estar frente al mar tiene su magia.

Sí. Es un privilegio y tratamos de que nos miren como un espacio que aporta a la ciudad.

AUTOFICHA:

- “Soy Pablo Andrés Correa Lablee. Nací en Santiago de Chile, tengo 49 años, estudié Administración Hotelera y Empresa Turística. En Chile estuve en la industria de eventos gastronómicos. Llegué al Perú porque conocí a quien sería mi esposa. Ella tenía una productora”.

- “A Domos Art han llegado unas 770 mil personas en los tres años que tenemos. Esa cifra es hasta agosto de 2019. Se han hecho 143 domingos gratis, se han generado más de 4 mil puestos de trabajo, y llevamos como 12 ferias que promueven el desarrollo económico”.

- “Me gusta el arte en general y el emprendimiento. Me gustaría que Domos Art sea una zona de un gran picnic, que sea como un parque zonal europeo donde la gente sale, baja y se instala, pero necesitaría un subsidio para dejarme de fijar en cómo recibir ingresos (risas). Me encantaría que sea 100% público”.


TAGS RELACIONADOS