Pablo Correa lidera Domos Art, en la Costa Verde.
Pablo Correa lidera Domos Art, en la Costa Verde.

Pablo Correa vino al Perú por un trabajo de tres meses. Al quinto día en Lima, dijo “yo me quedo acá”. “¿Estás seguro?”, le preguntó su jefe. El cebiche, el pisco sour, la comida, la gente, la buena onda y las oportunidades fueron las razones para reafirmar su respuesta. Hoy lidera , el reducto que frente a la Costa Verde ha sido espacio para el entretenimiento y la cultura en los últimos cuatro años. “Domos reforzó las ganas de quedarme”, agrega el empresario chileno.

Lorenzo es su hijo, tiene 9 años y nació en el Perú. “Está contento y feliz”, me dice. “Ve que todos estamos en casa, en un ambiente de paz y buena onda, de paciencia, aceptación y de creatividad”, detalla Correa sobre sus días de .

Pero dejarlo todo y partir fue una posibilidad. Más que volver a Chile, pensó en mudarse al Valle Sagrado, en el Cusco. Quería encontrar otra forma de relacionarse con la naturaleza. El futuro era incierto en las primeras semanas de la . Pasaron unos 15 días y volvió, pero a Domos Art. Acompañado de Cecilia, su esposa, fue para entregar las llaves a la Municipalidad de Lima: estaba cediendo el espacio para la tarea de sostenimiento de los más necesitados por el nuevo coronavirus. Mientras lo hacía, en medio del silencio de la ciudad, el sonido de las olas del mar le decían algo, anunciaban la recuperación, en el aire había esperanza.

Correa subraya lo que ya hizo en la vida: estudiar, tener una familia y emprender lo que soñó. Hoy la tarea es ser consecuente y nadar pese a la marea alta.

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-Domos Art iba a expandir su modelo a Santa Cruz, Guayaquil y Quito. Se ha truncado una gran proyección.

Totalmente. Pero no podemos quedarnos esperando que todo vuelva a ser como en febrero de 2020. Esto nos va a traer una nueva realidad. Nos acogimos a los bonos del Gobierno y nos sumamos al esfuerzo para afrontar la pandemia: que se disponga de la infraestructura para que los gobiernos locales y central traten de contener la emergencia. Y quien la está ocupando en la actualidad es la Municipalidad de Lima. Instaló un patio logístico de recepción de donaciones y su transformación para convertirlas en canastas. Se colocaron contenedores marítimos, refrigerados. Todo a costo cero.

-¿Por qué es necesario este tipo de desprendimiento de los empresarios?

Desde que partió, el mensaje de Domos Art es de triple impacto: económico, social y ambiental. Si bien somos una empresa privada y tenemos una razón de existir, que es clara y evidente: ganar plata, nuestro compromiso social está asociado al compromiso de ganar plata.

-¿Y el impacto económico cómo ha sido para Domos?

La verdad es que Reactiva Perú nos benefició. Una herramienta súper potente que te dice: “¿Cuáles fueron tus ventas del año pasado del mejor mes? Te pongo esa plata en tu cuenta a unas condiciones inmejorables, con una tasa de interés accesible, con 12 meses de gracia”. Todo se prorrateó, me acogí a todas las posibilidades bancarias. Mirarlo así fue mejor, porque si no, me quedaba con la angustia de cómo voy a pagar. Miles de preguntas que uno se hace y que te vuelven loco. Me puse a trabajar y hoy estamos tratando de replantear el futuro con tranquilidad.

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-Una frase que se lee y escucha por todos lados es que tenemos que reinventarnos. A veces suena odiosa y, en otras ocasiones, es la realidad. Capaz nos puedes ayudar a entender mejor esa frase porque Domos Art es casi una reinvención del espacio.

Primero hicimos como una sesión psicológica: aceptar la situación, que no teníamos manera de controlarla y adaptarnos. Esta reinvención es casi propia del modelo de negocio que nosotros propusimos. Bajo esa premisa, pensamos que podíamos hacer lo mismo. Crear una serie de productos: streaming, contenido muy asociado a lo que andábamos haciendo: cultura, entretenimiento, educación, emprendimiento, motivación. Y hay que hacerlo con calidad y no solo para la emergencia, sino para que se quede. Crecer digitalmente, que ya lo teníamos previsto desde 2019. Y esta nueva oferta mezclarla con un mercado colaborativo: un espacio que valore al productor de alimentos, con higiene, etc. Y a eso sumar el entretenimiento que se vaya dando en función de la flexibilización de las medidas del Gobierno. Es el paquete de cosas que tenemos pensado.

-Domos aplica para hacer actividades con distancia social.

Ya hemos diseñado espacios tipo picnic familiares en pequeños domos, desde donde puedes ver un concierto o estar, tal vez, como en un autocinema.

-¿Ya tienen alguna oferta en música o cine?

Sí. Para lo del cine ya se concretó el operador. Buscamos el modelo de negocio para articularlo con otras alternativas, porque cinema solo no es negocio.

-¿El futuro de la cultura, el entretenimiento está en las plataformas digitales?

Es el mañana, pero no evita que el entretenimiento se mantenga de manera presencial. Yo creo que la gente no dejará de volverse loco por ver a su artista, estar ahí. El punto es cuándo. El entretenimiento será virtual y presencial, encontrarán una nueva realidad. Estamos más optimistas que antes porque se ha evidenciado lo que decíamos: cómo un producto puede tener este triple impacto.

-Sin embargo, hay muchos artistas que ya deben de estar en quiebra. Artistas que tendrán que dedicarse a otra cosa para sobrevivir. ¿Qué hacer en ese frente?

Venimos de una época de mucho individualismo, pero, como movimiento cultural, hemos tenido un trabajo colaborativo. Y creo que la gente se ha vuelto más reflexiva sobre que no podemos estar solos, jugando nuestro partido de manera individual, tenemos el compromiso de no dejar a nadie atrás. Se viene algo bien chévere porque va a repotenciar lo que hemos sido como gremio del arte y la cultura, seremos más colaborativos.

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AUTOFICHA:

- “Soy Pablo Andrés Correa Lablee. Tengo 48 años. Nací en Santiago de Chile. Siempre he querido ser arquitecto y no lo soy. Me he relacionado mucho con todo el mundo de la arquitectura y el diseño, la decoración y la producción publicitaria. Pero no soy de carreras largas”.

- “De Chile extraño a mi mamá y a mi padre. Siempre los tengo presentes. Y también extraño el cielo azulado. Por eso esta pandemia en Lima me ha traído mucha alegría porque el clima ha cambiado. Eso me ha encantado y eso me da buena onda, buena vibra”.

- “De Perú me encanta todo, desde el día en que llegué. Es un país de contrastes: hay cosas que dices ‘¿cómo puede estar pasando eso?’, y otras que dices ‘¡qué maravilloso esto!’, aunque genera cierta escisión. Y ahora el encierro lo vivo trabajando, aprendiendo, en familia y mirando series, como Bolívar”.

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