Para Oswaldo Chanove, la poesía "es un intento para evitar el naufragio".
Para Oswaldo Chanove, la poesía "es un intento para evitar el naufragio".

El chico raro que gastaba sus propinas en libros decidió, a los ocho años de edad, que quería escribir una novela. ‘El capitán tormenta’ era el título e iba a estar ambientada en Europa. Porque las novelas del escritor italiano Emilio Salgari eran así. Autor a quien leía y a quien quería imitar. Se armó de un arsenal , entre libros y diccionarios, para enfrentar esa precoz batalla. Informó a sus padres y tíos que estaba escribiendo la novela. Pero el exceso de ambición le jugó una mala pasada y se quedó a medio camino.

En la universidad, para evadir los exámenes, se puso a escribir las frases más atractivas de un texto que estaba estudiando en la Facultad de Arquitectura. Y halló una belleza imprevista. “Fue revelador”, manifiesta al otro lado del teléfono el poeta arequipeño Oswaldo Chanove (1953).

Iba por las calles con un fólder lleno de poemas que acababa de escribir y al primero que encontraba lo detenía y lo obligaba a escucharlo. “A todos les parecía que estaba completamente loco”, recuerda. Pasó el tiempo y con el criterio que le dio su corta experiencia, seleccionó textos que los agrupó para un concurso que ganó y que luego conformarían su primer libro, 'El héroe y su relación con la heroína'.

Su más reciente publicación es 'El motor de combustión interna' (Fondo de Cultura Económica, 2018), una exquisita y sólida reunión de poemas, donde se pregunta “¿cuánta presión ejerce lo potencial sobre lo fáctico?” y sentencia que “lo concreto es demasiado para nuestra pobre colección de neuronas”. Es cierto, Chanove encontró la belleza en lugares que no estaban destinados para ella.

¿Dónde está el motor de combustión interna?
En la poesía esencialmente. Es un instrumento para construir una nave que te permite evitar naufragar en medio del caos.

¿Y en ese caos qué hay?
Todo lo que tenemos a nuestro alrededor, que es algo que entendemos solo en una pequeña proporción. Son muchas más las cosas que desconocemos que las que conocemos, son muchas más las cosas que están acechándonos, que las cosas que podemos tener bajo control. En esa medida, el desamparo es parte de la condición humana y pienso que toda persona lo que hace es construirse una nave para poder enfrentar esta situación y sobrevivir. Y la poesía es una de las maneras. También están la política y la religión.

¿Cómo dirías que te ha ido en tu nave de la poesía?
Soy un tipo esencialmente solitario y la creación poética es una práctica solitaria; y en esa medida funciona bastante bien con mi adicción a la soledad.

¿Qué tiene de especial la soledad?
Había un tipo que decía que la soledad es el imperio de la conciencia. La soledad te permite evitar las infracciones, por decirlo de alguna forma, y poder concentrarte en tratar de desentrañar los verdaderos motores de la existencia.

Del chico raro que gastaba sus propinas en libros al adulto que ve en la soledad el imperio de la conciencia.
Si uno se acerca lo suficiente a cualquier persona, encontrará a alguien raro. Las personas normales son las que vemos a la distancia y no vemos los detalles.

Pero muchas veces nos esforzamos por parecer normales.
Los seres humanos somos gregarios; en esa medida, hay una pulsión por conceder, por complacer al grupo. Y la gente tiene temor a lo que no conoce y el raro pertenece a lo que no conoce. Entonces, por eso las personas no quieren ser raras. Pero todos somos raros. En la soledad, cuando nos miramos, nos damos cuenta de que somos singulares. Si no eres singular, prácticamente tienes una vida interior ínfima. Hace muchos años leí una biografía de Paul Gauguin, en la que se contaba que él casi se había matado pintando un cuadro que se llama ‘¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué somos?’. Me di cuenta de que esas son las preguntas básicas que todo ser humano en algún momento de su vida se hace. Yo también hago mi intento de respuesta a esas tres preguntas y me di cuenta de que al intentar responderlas, uno de alguna manera se define, encuentra su identidad.

En tu versión la última pregunta es “¿qué mierda somos?”.
Es una de las preguntas más intensas, la que tiene una exigencia más feroz hacia uno.

¿Las respuestas a esas preguntas no estarían en la poesía?
La poesía es un género de la ficción, a diferencia de los científicos que buscan aproximarse a la verdad.

¿La ficción, al final, no siempre mira a la realidad?
La ficción es una manera de invocar la realidad. La lucidez del creador está en tener una actitud traviesa, lúdica. Se cree que la poesía debe ser de tal manera, que es algo elevado, admirable.

Oswaldo Chanove
Oswaldo Chanove

En el plano de la realidad, el único deporte que has practicado es la esgrima. ¿Cómo así?
Tenía unos tíos que eran campeones nacionales en esgrima. Es un deporte divertido. Aproveché que tenía a la mano las espadas, floretes, cascos, etc. y una temporada me dediqué a eso. Lo hice de adolescente. Pero con la poesía llegó la vida bohemia y los bares.

También estudiaste Arquitectura. ¿Cómo sumó ello en tu poesía?
La onda plástica siempre me ha interesado. Pero creo que una influencia mucho mayor es la música. Mi abuelo fue un pianista reconocido, pero nunca fui un alumno aplicado. Pero sí soy un buen melómano. Para mí el rock fue esencial en toda mi primera fase, luego el jazz.

¿Cuál sería la banda sonora de ‘El motor de combustión interna’?
Hay un poema relacionado con Bob Dylan y otro con “Ser brigada” del grupo español León Benavente. El rock sigue siendo uno de mis intereses principales. Pero también me interesan Miles Davis, John Coltrane. Mis playlist son muy variadas. Por ejemplo, últimamente escucho bastante rock indie.

En tu blog Crónica del Instante te preguntas si se gana dinero con la poesía. ¿Se gana?
Solo he ganado 30 soles con la poesía. Fue el dinero que me dieron cuando gané el premio José María Arguedas en los años 70. Con esa plata compré el Diccionario ideológico de Julio Casares. Y hoy me dedico exclusivamente a la literatura, pero gracias al apoyo absoluto de mi familia.

¿Entonces qué se gana con la poesía?
Es algo impagable. La poesía es un intento para evitar el naufragio de una persona. Es una manera inagotable y apasionante de vivir. Eso me parece suficiente gratificación. Pienso que un poeta es un aventurero, una aventura sofisticada y profundamente interesante.

¿La poesía es fruto del esfuerzo y la inspiración?
En el siglo XX se hablaba mucho que lo importante era trabajar duro para conseguir la excelencia. Era una respuesta al romanticismo. Pero eso no es cierto. En las actividades creativas hay un elemento imprescindible, que tiene un nombre usado e indefinido: talento, pero también está la suerte. Se hace mucha poesía correcta, bien compuesta. Vivimos en una época de talleres de poesía, se toma más profesionalmente. Y en esa medida, la poesía tiene un acabado más correcto, pero siempre hay un elemento a invocar, que es el asunto de manejar lo innombrable.

¿Dirías que lo has asumido profesionalmente?
Por supuesto, dedico todo mi tiempo a la literatura. Aunque pienso que la poesía no es una profesión.

¿La poesía debe acercarse a la gente o los lectores a ella?
La poesía es algo muy valioso, pero es asunto de cada uno. Los lectores de poesía son una minoría selecta, que se ha reducido en los últimos años y que no le interesa a la industria editorial.

¿Y está bien que sea un grupo reducido y selecto? ¿O hay un deber de acercarla a más gente?
No creo que haya el deber de que un escritor se vuelva populista. Es un peligro. A la hora de tratar de complacer a tu público, lo que consigues es limitar tus posibilidades creativas. Pensarás en “qué quieren que yo les diga”. Quizá hagas algo que le guste a otras personas, pero eso no es lo verdadero, es una impostación, es una traición. La poesía es el único espacio libre de ese tipo de imposturas y farsas. Como no hay dinero, la poesía es más libre.

Sin embargo, el escritor Mario Montalbetti escribe en el prólogo de tu libro que probablemente eres el poeta en actividad más importante del Perú; y si no lo eres, deberías serlo.
Vivimos en una época altamente competitiva, donde todo el mundo está midiendo cuántos centímetros más adelante del otro está. Eso me parece nefasto, porque te saca de lo importante. Lo importante es hacer tu trabajo. Si me dedico al viejo tema de la fama, uno se corrompe y empieza a escribir cosas falsas. Ahí uno mismo destruye sus posibilidades. Lo último que quiero ser es un farsante.

AUTOFICHA

- “Nací en Solar 102 (como un poema de mi libro), en el Centro de Arequipa, a pocos metros de la Plaza de Armas. Viví ahí hasta la juventud, me fui de viaje y viví en Costa Rica, Chile, más de diez años en Estados Unidos. Y nunca terminé Arquitectura ni Psicología ni Sociología, que son las carreras que estudié”.

- “También he trabajado como periodista en Caretas y como freelance en casi todos los periódicos. Y durante una década fui empleado de la Universidad San Agustín. Literatura lo aprendí leyendo libros. Ahora me gustaría preparar textos en prosa, que son como pequeños relatos con temas peruanos”.

- “Debo haber escrito unos diez libros, casi todos de poemas. Pero soy un cocinero bastante aceptable. He publicado un recetario de comida arequipeña, porque entrevisté a mi madre y mis tías, y recopilé las recetas clásicas y hace 20 años lo publiqué en Internet”.

- “En música, mi favorito es David Bowie, Morrisey de los Smiths, The Cure. En el jazz, Miles Davis, John Coltrane. En cuanto a libros, no solo leo literatura, me encanta la historia, la filosofía. Me vienen a la mente El gatopardo de Lampedusa, El cazador oculto de Salinger y Ulises de Joyce”.