Camasca es un grito que irrumpe en una noche impávida. Camasca es magia y tragedia. Algunos podrán decir que es una historia necesaria, otros irían más allá y pregonarían que es imprescindible. Camasca es historia y presente. La obra de Rafael Dummet es puesta en escena por el británico Daniel Gooldman.

Con el triunfo asegurado sobre Huáscar, Atahualpa marcha victorioso hacia el sur, pero decide enviar a dos emisarios a consultar a la huaca de Catequil sobre su futuro. El oráculo le augura un mal fin, por lo que el inca –incapaz de comprender su destino y el de un imperio– desatará su ira con muerte y destrucción.

La obra, que parte de la historia recogida por el español Sarmiento de Gamboa en 1572 y analizada por María Rostworowski en su libro Historia del Tahuantinsuyo, es también un relato del azar. Al inicio, Marcello Rivera y Juan Carlos Morón juegan para saber quién será el sacerdote Icchal y Atahualpa, los protagonistas. Fórmula inmejorable.

Pero Camasca también es sorpresa. A las poderosas interpretaciones y el respiro que da el uso de trajes modernos para el Inca y sus emisarios, se suma la grata aparición de Verony Centeno (Kankiú). Un tierno y emotivo diálogo con Icchal muestra sus luces.

Camasca es una invitación a revisar el pasado para conmoverse y –quizás– enojarse. Camasca es todo eso y más.

Datos:
Camasca va de jueves a lunes en el Teatro Británico Miraflores. Desde S/45.
- La obra ganó el concurso "Ponemos tu obra en escena".
- El autor, Rafael Dummet, también escribió la novela El Espía del Inca.

Histórica. La obra se sitúa en octubre de 1532, a poco de la llegada de los españoles.