Nataly Villena Vega (Cusco, 1975) seleccionó a las 15 narradoras. (Rosana Lopez-Cubas).
Nataly Villena Vega (Cusco, 1975) seleccionó a las 15 narradoras. (Rosana Lopez-Cubas).

Entramos al último mes del año y un publicado este 2017 que no debe pasar desapercibido es ‘Como si no bastase ya ser’ (Peisa), que reúne la obra de 15 narradoras peruanas nacidas entre 1966 y 1986. Selección polifónica a cargo de la escritora Nataly Villena Vega (Cusco, 1975), con quien conversamos en estas líneas. Volumen que pone de manifiesto la necesidad de visibilizar el trabajo literario de la mujer.

¿Desde la publicación del libro ‘Noches de Adrenalina’ (1981), de Carmen Ollé, cuánto ha cambiado la valoración hacia la obra de la mujer?
Efectivamente, fue un hito. Hasta antes de ese libro hubo poquísimas narradoras. Ese texto es híbrido, pues se puede leer también como una autobiografía. Sobre todo hay una voz narrativa que presenta a la mujer en todas sus situaciones en la sociedad de una manera abierta, franca e incluso violenta y chocante para aquel momento. Actualmente, el número de narradoras ha ido creciendo, lo cual significa que hay más gente que se atreve a publicar ese tipo de textos. Ese paso era bien difícil de dar porque las editoriales no daban cabida o porque también hubo autocensura de quienes no creían poder interesar a otras personas o ser leídas de manera objetiva. Además, las lectoras somos numerosas y queremos leer obras con que identificarnos.

¿Debe haber una cuota femenina dentro de los eventos literarios?
En un mundo ideal no tendría por qué haber ninguna cuota y no debería importar el género. Pero no estamos en un mundo ideal. En este mundo de hoy el trabajo de la mujer no se ve y no se quiere ver. Debemos comenzar por admitir que estamos en un mundo absolutamente imperfecto, injusto. Y esa injusticia no podemos negarla o hacernos los ciegos o imaginar que no nos concierne. No me refiero a que en todas las circunstancias tenga que darse un 50% de presencia femenina, pero al menos intentarlo y tomar en cuenta a la mujer. Y no se trata de excluir a los varones sino de ganarnos un espacio. Si esperamos que las cosas se arreglen solas, no se van a arreglar.

¿Desde la literatura actual aún se agrede a la mujer o se la ubica en lugares comunes que la encasillan?
El estereotipo que se suele usar, y con mucha frecuencia, es del personaje femenino casi siempre pasivo, secundario. Suele presentarse a la mujer en roles como madre abnegada o esposa dedicada a la pareja. Y si el personaje femenino es libre, es ligeramente negativo o dañino para el personaje principal. Eso te conduce a seguir entendiendo este mundo como siempre ha sido.

‘Como si no bastase ya ser’
‘Como si no bastase ya ser’

En medio de ese panorama, aparece ‘Como si no bastase ya ser’. ¿Cómo esperas que aporte este libro?
Estas quince narradoras –y más que no han podido entrar por cuestión de espacio– son las más consolidadas de esta generación. Eso no quiere decir que sean las mejores, sino que son las que más han gustado a la antologadora, o sea a mí. Por otro lado, este es un momento para marcar de que hay una especie de hartazgo de la excesiva presencia de lo masculino como una norma. Hay un hartazgo de que se nos cierren las puertas, de que se nos invisibilice. Esta es una manera también de mostrar que existimos y que hay literatura de calidad.

En el prólogo, acertadamente, señalas que es una selección polifónica. Con tópicos sobre la familia, migración, violencia contra la mujer, etc. ¿Qué más se puede decir de la riqueza de este volumen?
Son escritoras más o menos diferentes. Quizá el trabajo que difiere más del resto, por el género gótico que desarrolla, es la de la escritora puneña Julia Chávez. Y por otro lado, Yeniva Fernández trabaja el género fantástico. Lo curioso es que hay ciertos temas que se van aglutinando de manera muy diferente. Por ejemplo, un de las cosas más interesantes es el tratamiento de la pérdida del padre por Claudia Salazar y Katya Adaui, absolutamente distintos.

Y una crudeza distinta.
Exactamente. También está el tema de la migración con Rossana Díaz, quien fue indocumentada en España y su cuento narra sobre su encuentro con otro peruano, en este caso nada menos que Alfredo Bryce Echenique, en un lugar improbable. Eso sí, hay menos trabajo con el cuerpo, que fue propio de generaciones precedentes. La sexualidad y el erotismo están abordados de otra manera. Antes había una suerte de rebelión, revuelta, aquí ya no existe eso.

También está el cuestionamiento de los roles de Gabriela Wiener, la forma exquisita de escribir de Adaui y la corrección de Grecia Cáceres para contar su historia.
Grecia, además, es poeta y el trabajo en la poesía es muy minucioso, palabra por palabra, la musicalidad. Es una narrativa envolvente. Katya tiende al minimalismo, precisa, breve, depurada.

¿Qué deudas por saldar consigo mismas tienen las escritoras mujeres?
Hay temas que aún no se han abordado. Katya Adaui decía en una entrevista que por qué tendríamos que esperar que la mujer siempre escriba sobre maternidad o hijos. Y efectivamente, aún esos temas nos interpelan muchísimo. Aunque no lo veo como un lastre sino como un reflejo de nuestras preocupaciones de hoy: familia, hijos, cómo vivir una maternidad reconciliada con la libertad individual o con el éxito profesional. Así tenemos los textos de Alina Gadea, Susanne Noltenius, quien en sus cuentos plantea cómo ser mujer y madre en un ámbito social que te obliga a tener ciertos roles y respetar determinadas normas. Quizá en los años venideros esta temática no tendrá un peso tan fuerte en los personajes femeninos.

DATOS:
-En el libro también escriben María José Caro, Irma del Águila, Ofelia Huamanchumo, Karina Pacheco, Jennifer Thorndike y Claudia Ulloa.

-El libro se puede adquirir en el stand de Peisa en la Feria Ricardo Palma (Parque Salazar, Miraflores). 

-Nataly Villena, con un doctorado en Literatura Comparada por la Universidad La Sorbona, también es directora de la revista virtual Las Críticas, crítica literaria hecha por mujeres.