Conversamos con la directora de Aldeas Infantiles SOS Perú. (Perú21/ Fernando Sangama)
Conversamos con la directora de Aldeas Infantiles SOS Perú. (Perú21/ Fernando Sangama)

Patearon el portón de madera del jirón La Mar, en el distrito ayacuchano de San Juan Bautista. Era medianoche. Se llevaron a su padre tras colocarle un costal en la cabeza. No había razón para su detención, pero estaba declarado el estado de emergencia. Nancy tenía 10 años. Horas después fue liberado, pero la familia Martínez quedó presa del miedo.

Estudió Derecho en la Universidad de San Cristóbal, donde perdió a una amiga que fue asesinada junto a su hermano menor y sus padres. Recinto donde también fue testigo del asesinato, en plena clase, de un catedrático a manos de Sendero Luminoso. La violencia disparaba desde varios flancos; en el medio, la estudiante que, pese a ello, hacía labor social, trabajando en asentamientos humanos, clubes de madres y con víctimas de la violencia.

Tuvo que dejar Ayacucho. Partió a España para hacer un doctorado en Derecho Penal. Pero su vocación por ayudar a los demás sería la que escriba su historia profesional. Empezó en 2006 como directora de un programa de Aldeas Infantiles SOS Perú, y desde hace cinco años es directora nacional de esta organización, que hoy lleva adelante la campaña #HablemosYa que busca prevenir el abuso sexual infantil. “En el Perú, cada hora se atiende un caso de abuso sexual infantil”, dice; es la dramática realidad.

El miedo es síntoma de todo tipo de violencia. Nancy Martínez le teme a la injusticia, a ver niños y niñas en situación de desprotección. Miedo que convierte en indignación y acción.

¿La violencia política que sufrió el país influyó en la violencia social posterior?

Por supuesto, porque hubo mucho desplazamiento forzado de familias hacia la ciudad. Hubo un choque cultural, que de alguna manera ha generado este problema social. En el año 2006 en Aldeas Infantiles acogimos a los últimos niños que quizá fueron víctimas de la violencia. Recuerdo a tres hermanos que llegaron de la zona altoandina de Huanta, cuya madre había sido asesinada. Eran de 8, 6 y una pequeñita de 3 años, quien incluso estaba en la espalda de la madre cuando fue asesinada.

¿Es posible que la persona que fue víctima de la violencia política de alguna forma se vuelva autora de violencia?

Si no ha recibido un tratamiento adecuado de recuperación, puede haber la tendencia a repetir la violencia hacia sus hijos, y así de generación en generación. Precisamente, esa es la labor de Aldeas: recuperar a las familias.

¿Cómo opera el miedo en los abusos sexuales?

Es una de las razones por las cuales no se denuncia: por miedo a las amenazas. También falta conocer sobre el abuso porque a veces no se identifica que un menor está siendo abusado. El abuso sexual también viene con engaños.

¿De qué manera se vence el miedo?

Con información y sabiendo escuchar a los menores. Por eso hay que tomar acciones.

Parte de esas acciones es la campaña #HablemosYa.

La campaña busca sensibilizar y que nos sumemos a ella a través de la colecta nacional. Con el donativo continuaremos con nuestras labores de prevención.

¿Cómo detectar al abusador sexual?

Es difícil. De 2014 a 2017 casi el 80% de abusadores han sido personas cercanas. De esta población, el 40% es el padre, el tío o el primo.

¿Es posible detectar a un potencial abusador en casa?

Hay indicadores. Acercamientos indebidos, cuando se obliga al niño. Cuando cambia la conducta del menor: más tristeza, preocupación, baja su rendimiento escolar. Hay que saber escuchar a los niños, no hay que ser indiferentes.

¿Qué se debe decir en casa?

Los padres deben dialogar con sus hijos y alertar del riesgo que existe. Hay que tener cuidado en todos los espacios.

Es una realidad que no solo pasa en el Perú.

A través de organismos internacionales se ha alertado que a nivel mundial son como 15 millones de niños que son abusados sexualmente. Por eso nuestra campaña es en Latinoamérica.

En Perú, ¿los casos de abuso sexual infantil han aumentado en relación con otros años?

Las cifras de abuso sexual infantil están creciendo. En 2018 hubo alrededor de 8 mil casos; sin embargo, hasta junio de este año ya hablamos de 5,209 casos. Aumentan los casos porque no se ha dado el abordaje respectivo. Y los casos de niñas víctimas es superior. Tal vez ya hablamos de violencia más estructural o cultural, dada la sociedad machista en la que vivimos, donde siempre se segrega a la mujer, no se le trata como sujeto de derecho.

¿La población está sensibilizada al respecto?

Se necesita visibilizar el tema en familias, escuelas y comunidad.

¿Cuesta tocar el tema?

De todas maneras. Aún es un tabú cuando desarrollamos estos temas con las familias. No es sencillo que una familia pueda alertar. Los padres no hablan con sus hijos sobre los riesgos y cómo estar alertas. Y se requiere hacer una labor con los operadores de justicia, para que conozcan cómo atender a las víctimas y los mecanismos de protección.

Estudió Derecho, pero ha entregado prácticamente toda su vida profesional a esta labor social. Vivir de cerca los casos de violencia también afecta emocionalmente.

Claro, soy humana y siento. Cuando se acoge a un niño, conozco toda su historia. Pero conocerlos también te da fortaleza, porque están poniendo todo de su parte para salir adelante. Son sobrevivientes, son ejemplos de vida.

¿Por qué lo logran?

Nosotros les damos afecto y amor, y los niños por sí solos despegan y salen adelante.

¿El amor es la base para lograr mejores personas?

Es fundamental. Los recursos no bastan si no se tiene el amor como base.

AUTOFICHA

- “Soy Nancy Martínez Pacheco. Tengo 48 años. Nací en Huamanga, Ayacucho. Estudié Derecho en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. Luego seguí Derecho Penal en la Universidad de Valencia, España. Luego estudié Justicia Social en Holanda. Trabajo desde hace 13 años en Aldeas Infantiles”.

- “Soy directora nacional de Aldeas Infantiles SOS desde el año 2014. El trabajo es intenso porque mi gestión es hacia toda la organización, pero me encantaría en algún momento escribir sobre toda esta labor en Aldeas Infantiles, cómo transforma la vida de las niñas y niños”.

- “Tenemos alrededor de 1,200 niños y niñas a nivel nacional. Y en nuestro Programa de Fortalecimiento Familiar tenemos más de 10 mil niños y niñas a nivel nacional, donde buscamos prevenir la separación del niño de su familia. Trabajamos hasta que la persona pueda culminar sus estudios superiores”.