Grupo colombiano Los Pirañas tocan en Lima esté sábado.
Grupo colombiano Los Pirañas tocan en Lima esté sábado.

Redacción PERÚ21

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Profesor universitario. Estudió música en la Universidad Javeriana y luego en Canadá llevó cursos relacionados con el jazz y músicas del mundo. A su regreso a Colombia, Pedro Ojeda (batería, timbales y percusión) formó Los Pirañas con sus amigos Eblis Álvarez (guitarra y computador) y Mario Galeano (bajo eléctrico). Y este sábado se presentan –junto a otros buenos grupos– en el Festival Cultura Libre, que organiza la Municipalidad de San Isidro en el Parque Cáceres. Conversamos telefónicamente con Ojeda sobre la tradición musical, el mainstream y, por supuesto, la cumbia, el ritmo que atraviesa rítmica y melódicamente a su banda. Y dice así.

¿Dónde está la raíz de la música de Los Pirañas?En las influencias de Eblis, Mario y yo. Todos los discos que hemos venido reuniendo, escuchado desde la adolescencia. En esas grabaciones muy ligadas al punk y a la música que oíamos en la radio. En la historia discográfica colombiana, latinoamericana y africana. En la música contemporánea. Es un cúmulo de influencias y un poco de los viajes en los festivales, donde hemos escuchado música de sitios como Sudán, Egipto. De los ritmos folclóricos y tradicionales.

Y pareciera que esa es la raíz de la música que hoy se produce en Latinoamérica, ¿no?Por un lado, hay un interés natural. Nosotros venimos de la academia, estudiamos en la universidad música clásica, jazz, tocamos rock. En algún momento todas estas músicas que son importadas y tienen un enfoque muy egocentrista pasaron a segundo plano, e inevitablemente empezamos a tratar de recuperar la música que escuchábamos de chicos, la que sonaba en nuestras casas, que tiene que ver con la música que oían nuestros padres, la música bailable, la música tropical colombiana, esa sonoridad de festejo en las navidades. Es algo que queda en el imaginario de uno, perdido en la infancia, muy relacionado con las fiestas en los pueblos, barrios, verbenas; y son sentimientos que están muy presentes en Latinoamérica. Es una contraposición a la actitud muy seria y rígida de la academia y que el rock y el jazz tienden a caer mucho en eso. Fue esa emancipación para retomar el sentido del humor y festejo de la música popular. Por otro lado, también nos influenció la mirada latinoamericanista que se le empezó a dar desde el rock en los años 90, con grupos como La Maldita Vecindad, Mano Negra…

¿Y Los Aterciopelados?¡Claro! Eran grupos que tomaron el bastión del rock, pero con un enfoque muy latinoamericano. Eso nos marcó mucho, porque históricamente los acercamientos que desde el rock se venían haciendo de las músicas tradicionales e indígenas estuvo más ligado a lo folk, a la guitarra acústica y evocando a Silvio Rodríguez, Bob Dylan, mucho más tranquila.

¿Latinoamérica ha encontrado por fin su sonido?Digamos que aún no lo ha encontrado. Estamos en ese proceso. Entre más nos metemos a descubrir los discos que se han grabado e indagamos en la historia discográfica, más iremos descubriendo nuestro sonido.

¿Un músico qué tanto de investigador debe tener? ¿No corre el riesgo de perder espontaneidad?No es el caso de Los Pirañas. Cuando hacemos música, simplemente la hacemos. Nos juntamos a tocar e improvisar, las grabamos y de ahí salen los repertorios y discos. Sí me parece importante que los músicos a la hora de crear e improvisar tengan en cuenta los referentes musicales e históricos. Es muy egocentrista el querer crear de la nada.

¿Cuánto de chicha y cumbia amazónica peruana tiene el sonido de Los Pirañas?Muchísimo. La música peruana es un poco el eslabón perdido que no habíamos encontrado en toda la cadena de América. Logra mezclar realmente el sentimiento tropical y caribeño con el sentimiento indígena y rockero. Para nosotros fue un gran hallazgo encontrarla. De la música peruana nos influenciamos día a día y cada vez más; y siento que hay mucho por descubrir, desde el lado rítmico, melódico, formal, estético, etc.

¿Cree que el Perú ha sabido aprovechar esos valores que destacas?Es un fenómeno similar al de Colombia, en donde era música que por muchos años un grueso de la sociedad la desconoció y miró con recelo, juzgándola como de mal gusto, música que no es sofisticada. Todos los países estamos en el proceso de reivindicar esos repertorios.

Entonces, aún se discrimina la cumbia.Por lo menos, en Colombia, los muchachos sienten que la emancipación está en salirse de las músicas tropicales y abrazar sentimientos rockeros importados, el sentimiento que les venden a los muchachos en MTV, superproducciones, súper conciertos, todo este glam noventero que tiene mucha vigencia acá (en Colombia).

¿Qué opinas del caso Bomba Estéreo, que usando la cumbia ha llegado a un nivel mainstream, incluso grabando con Will Smith?Me parece muy chévere e interesante. Con ellos arrancamos casi al mismo tiempo. Con Simón Mejía (bajista de los Bomba) estábamos en la universidad. Sin embargo, cuando uno ya se mete a hacer una carrera que sea lucrativa es muy fácil caer en los espacios de colaboraciones con alguien de Hollywood, que me parece válido, pero también sería chévere incentivar colaboraciones no solo apuntando hacia el norte sino con alguien de África, Asia o de otro país latinoamericano. Hollywood se vuelve un referente obligado, pero es el 0,1% de músicos chéveres. Es necesario establecer nuevos diálogos interculturales.

¿Y qué está fallando en el movimiento musical latinoamericano?Desde la academia y los grandes medios de comunicación es importante poner una curaduría un poco más firme en torno a las doctrinas que se han venido manejando. En la academia yo veo que se estudia con mucho rigor los repertorios europeos clásicos y anglos, como el jazz, un poco de repertorios cubanos y brasileros, lo cual está bien, pero se desconoce totalmente y de manera sistemática la música colombiana. Me parece muy loco porque en los discos tenemos un repertorio gigantesco, al cual los alumnos no tienen acceso.

Parte importante del lenguaje musical de la cumbia son las letras, llenas de paisajes, costumbres, fiesta, amor, desamor. Los Pirañas, siendo un grupo instrumental, cómo sustituye ese eventual vacío.El hecho de no tener canciones con letra remite más a la imaginación. Es mucho más abierto. Me parece muy chévere que no haya momentos tan textuales. Desde la percusión, trato de hacer una conexión con la pista de baile, pero como algo profundo no con el simple hecho del cortejo. Se puede entablar una conexión de cada persona con la tierra, con el planeta, y el ritmo cumple esa función, el tambor lo hace. La parte melódica le da carácter a cada canción, como el lamento o la tristeza.

Bomba Estéreo y Chocquibtown son grupos con esa esencia colombiana, como ustedes, y han llegado muy lejos. ¿A Los Pirañas no les quita el sueño lograr ese éxito? Para nada. Nuestra raíz fundacional está en Colombia, con lo que hemos hecho acá desde hace más de 10 años, que ha sido muy underground, muy de abajo, del barrio. Y que poco a poco se ha vuelto masivo, pero no es algo mainstream ni queremos que sea. Sabemos del efecto dramático y nefasto de esa doctrina de Miami y Las 40 Principales que debían sonar en las radios colombianas…

¿Qué grupos nos recomendarías de Colombia?Andrés Gualdrón y los Animales Blancos, de Medellín Puerto Candelaria, la Bambarabanda, La Mambanegra, Tumbacatre, entre otros.

¿Quiénes son Los Pirañas?Músicos, amigos, que nos conocemos desde el colegio. Es nuestra faceta más experimental, paralelo a otros proyectos como Meridian Brothers, el Frente Cumbiero, Ondatrópica y Romperayo.

¿Les preocupa más que bailen su música o que los escuchen?Está más enfocada a la pista de baile, pero también podríamos ser un grupo de cámara. Pero nuestro verdadero potencial es en las fiestas, donde estamos cerca de la gente.

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