Miguel Ruiz Effio es autor de los libros de cuentos “La habitación del suicida” (2006), “Un nombre distinto” (2011), “Y si el olvido un día nos” (2012) y “La carne en el asador” (2016). Su cuento "El dedo en el disparador” se publica cada sábado en Perú21. Este sábado 30 será la segunda entrega. (Foto: César Campos).
Miguel Ruiz Effio es autor de los libros de cuentos “La habitación del suicida” (2006), “Un nombre distinto” (2011), “Y si el olvido un día nos” (2012) y “La carne en el asador” (2016). Su cuento "El dedo en el disparador” se publica cada sábado en Perú21. Este sábado 30 será la segunda entrega. (Foto: César Campos).

De al Copé podría ser el título de una crónica sobre su vida. (Lima, 1977), flamante ganador del nos dice por teléfono que creció en el picante distrito de La Victoria, muy cerca a Gamarra, y que pudo verla transformarse en el emporio que es hoy. De las calles tranquilas en las que creció en los años ochenta solo queda la nostalgia.

Su voz es apacible y solo se eleva al confesar su pasión por el cine de , de quien ha visto la mayoría de sus películas. Dice que pronto se dará el tiempo para devorar toda su filmografía.

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No fue casual que Tarantino haya sido su seudónimo para postular al Copé, un premio que lo llena de orgullo y responsabilidad. Piensa que sus lectores estarán pendientes del próximo cuento y serán más exigentes con él.

“El dedo en el disparador” es el cuento ganador y Perú21 lo publica en exclusiva cada sábado. Este 30 de enero será la segunda entrega. Conversamos con el autor sobre su propuesta narrativa, el terrorismo y las anécdotas como esencia de su obra.

¿Qué sientes al regresar a La Victoria y ver que no queda nada de lo que conocías?

Nostalgia. El resultado de la transformación es todo lo contrario a lo que era: un lugar hasta cierto punto apacible. Jugábamos fulbito en las pistas; bueno, yo no tanto pero sí mis amigos. Ahora ya no se puede, todo está enrejado, hay carretillas por todos lados, vendedores ambulantes, jaladores.

-Tienes una importante colección de muñecos de los , la serie ochentera. ¿Cuál es tu afinidad con esa década?

Para mí y creo que para muchas personas ha sido una década muy importante. Fue un mundo cultural bien cargado: Star Wars, que venía de finales de los setenta, el rock en español, el rock subte en Perú, muchas películas de aventuras como las de , toda la saga Indiana Jones, Volver al futuro marcaron mi generación. Y los dibujos animados como los Transformers. Era una serie que veía al regresar del colegio y no me la perdía.

-En tus cuentos hay mucho de la infancia y la ternura, que contrasta con la muerte y la violencia. ¿Cómo logras que convivan?

Creo que he desarrollado un nivel de observación de los detalles poco usual. A veces puedo ver un suceso violento o una anécdota cruda y mi manera de acercarme a ella es particular, por eso puedo relacionarlo con lo nostálgico y la ternura. Tiene que ver con una óptica de lo que está más allá o detrás de las cosas evidentes.

-Terrorismo, coches-bomba y apagones están bastante presentes en tu obra. ¿Cuánto te afectó vivir esa época?

Me afectó porque ya no podía salir en las noches tanto por el toque de queda como porque a mis padres les daba terror que saliera. Los apagones se hicieron usuales; además, La Victoria ya era un distrito con cierta peligrosidad. Luego se fue incrementando. Entonces, teníamos la delincuencia común, la falta de luz y la posibilidad de un coche-bomba.

-Y los toques de queda que nos remiten a la actualidad. ¿Son vivencias que renacieron?

De alguna manera he recordado esa época. Tuvimos a la fuerza algún tipo de entrenamiento. Ha sido duro para mí como para todos, pero diría que por el tipo de oficio que llevo –la escritura es una ocupación solitaria que demanda mucha concentración y silencio–, creo que lo he podido sobrellevar de mejor manera que otros. Tiene que ver con mi tipo de personalidad.

-¿Y cómo eres?

Introvertido, pienso mucho las cosas, las observo, las proceso y todo está dentro de mí. Pero la cuarentena me ha servido para leer un poco más y escribir, aunque no ha sido ideal. Mi recuerdo del toque de queda de la infancia es sin luz, con una lamparita de querosene y la radio para escuchar música o noticias. Esto ha sido mucho más llevadero y la verdad creo que no tendría punto de comparación. En la cuarentena la gente ha cocinado, ha visto maratones de series, es algo que no teníamos en ese entonces. Se nos iba la luz y se cortaba todo.

-Has comentado que los temas que escoges para tus ficciones llegan a ti, la gente te los comenta, son anécdotas.

En su mayoría sí, pero en el primer libro de cuentos era mucho más cercano a los temas porque los había vivido parcialmente o era de gente muy cercana a mí. Con el correr de los libros se fue dando que partía de anécdotas cercanas, pero sobre hechos que podía conocer porque había vivido cosas parecidas. Parto siempre de lo que conozco a pesar de que el cuento premiado nace de una investigación y no he vivido nada de lo que se lee ahí.

-Es una investigación de fondo y forma. El cuento tiene una gran crónica, pero tú no eres cronista. ¿Sueles investigar para tus cuentos?

Normalmente, sí. Tengo un cuento ambientado en la Batalla de Chorrillos y Miraflores. Ahí hice una investigación histórica en cuanto a los hechos, pero también empecé a leer todas las cartas que encontraba de este tiempo para copiar el lenguaje, empezando por la famosa carta de Miguel Grau a la viuda de Arturo Prat, y otras que se han antologado. Pero copiarlo de una manera indirecta, crear un lenguaje híbrido que se pueda reconocer en esta época. Para escribir Un dedo en el disparador leí todas las crónicas que pude, los consejos, pautas de cómo se escriben; además, el género es lo más parecido a la literatura dentro del periodismo.

-¿Has pensado hacer alguna novela?

No, el cuento es un género en el que me siento cómodo y no lo veo como un camino hacia la novela, algunos lo ven así. Es una lógica distinta, son géneros que requieren distinto entrenamiento. No digo que no pueda escribir una novela en el futuro, pero requeriría de un entrenamiento distinto. No siento que escribir cuentos me dé una facilidad adicional para hacer una novela, tendría que orientar mis lecturas de manera distinta y entrenar, escribir muchos borradores. Sería casi como cuando empecé a escribir cuentos. Es otro mundo.

Libro de cuentos de Miguel Ruiz Effio publicado en 2016. “Sus historias de desencuentros nos revelan que inclusive en el lado oscuro del ser humano hay una cierta luz que no cesa”, reseñó el escritor José de Piérola.
Libro de cuentos de Miguel Ruiz Effio publicado en 2016. “Sus historias de desencuentros nos revelan que inclusive en el lado oscuro del ser humano hay una cierta luz que no cesa”, reseñó el escritor José de Piérola.

AUTOFICHA

-“Crecí en La Victoria y viví ahí hasta 2010. Estudié en un colegio que estaba a dos cuadras de mi casa y presencié todo el crecimiento de Gamarra desde que era solo una calle hasta lo que es ahora. Cuando era pequeño, muchas de las galerías que hoy existen eran las casas de mis amigos del colegio; ahora son talleres y galerías”.

-“En la secundaria tuve bastante facilidad por los números y sabía lo difícil que sería tener una profesión solo dedicada a la literatura. Administración me pareció un buen punto medio, me podía dar una ocupación práctica que me ayudara a llevar mi pasión por la escritura”.

-“Entre 2018 y 2019 estuve llevando la maestría de Escritura Creativa en San Marcos y en el taller de guiones aprendí mucho. Me gusta la manera como están escritas y montadas las series; definitivamente sí me gustaría escribir un guion”.

Más información

  • Miguel Ruiz Effio es autor de los libros de cuentos “La habitación del suicida” (2006), “Un nombre distinto” (2011), “Y si el olvido un día nos” (2012) y “La carne en el asador” (2016).
  • Ha sido finalista de las XII, XV, XVII y XX bienales de Cuento Premio Copé
  • La selección del cuento ganador, “El dedo en el disparador”, se realizó de un total de 3,262 trabajos

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