(Perú21/ Hugo Pérez)
(Perú21/ Hugo Pérez)

Llegó en pantalones cortos de color rojo y zapatillas blancas. Está al filo de los 70 años de edad y, pese a la diabetes, no ha perdido la actitud del “chibolo que mataperreaba” y se subía a los árboles. ‘Gorilita’ le decían, en su otrora barrio de González Prada con Javier Prado, en Magdalena. “¿Qué no he hecho yo, compare?”, me dice sentados, frente a dos botellas de agua, en una esquina de su restaurante de José Leal 780, Lince.

Quiso ser médico. Pero fue puntero derecho en las pichangas de la cuadra hasta altas horas de la noche, a lo Rey Muñoz. También imitaba a Jerry Lewis. Fue cantante, grabó un disco con su grupo de rock Los Flyers, con el que alcanzó el primer lugar en Radio 1160, en el año 65. Incluso, llegó a torear en Acho. Hasta le ofrecieron ser candidato político. Pero el destino nos regaló a uno de los mejores comediantes.

El ‘Chato’ cumple 55 años sobre los escenarios y ahora es parte del elenco del programa de televisión Oe… es en serio?, de Carlos Álvarez. Aunque la salud le es esquiva, conserva la chispa, su pasión por la poesía y esa mirada y sonrisa del palomilla de barrio.

¿Qué es de la vida del ‘Chato’ Barraza?
Esta enfermedad es una basura, hermano. El problema es que yo no tomaba las pastillas y me vino una descompensación. Ahora que las tomo, ya estoy bacán. Pero esta enfermedad es la peor del mundo, es la muerte caminando a tu lado.

Vamos a la vida mejor. ¿De dónde viene la vena para hacer reír?
Mi mamá y mi papá tenían chispa. Él se hacía el loco, pero hacía reír, sobre todo cuando contaba. Ella imitaba a sus profesoras, hacía de mona y se ponía cosas en la cabeza. Entonces, yo nací así. Cecilia y mi hermano también tienen chispa. Además, mi mamá tocaba bonito el piano y mi papá interpretaba lindo el tango.

¿Hubieses querido dedicarte más a la música?
Sí, a mí me encantaba ser cantante. Pero la comicidad me ganó. También me gustaba el fútbol, pero el arte ganó. Ni futbolista ni cantante, yo nací para hacer reír a la gente.

Poeta también.
Ah, no, eso sí, ah, desde chibolito. Tengo un tío, Ulises Robles Viera. Escribía lindo: “Yo también dejaré una calavera como recuerdo de mi paso al mundo/ Y quedará mi carne hecha pedazos para que de ella se harten los gusanos...”. Y toda la vida he leído poesía, a César Vallejo y a Abraham Valdelomar.

¿Y fuiste campeón de ortografía y castellano?
Algo así, ya ni me acuerdo. Es que mi tía Domitila era profesora. Ella me enseñó a leer, escribir y a contar hasta cien.

¿A esa edad qué querías ser?
Médico. Me gustaban los huesos y siempre paraba en la asistencia médica, pero porque me paraba cayendo (risas).

El humor ha cambiado, ¿hoy qué es?
Hoy el humor es una tristeza. No hay alma. Hay pocos humoristas. Se han muerto casi todos. Además, ya no hay programas concurso. En los programas de canto se imita. Por ejemplo, el imitador de José José es un buen muchacho, canta bien, pero su personalidad se la han matado. Él es José José y punto. Bueno, estará bien económicamente, pero uno siempre quiere ser alguien.

¿Siempre has procurado ser alguien con lo que tú eres?
Toda la vida. He tenido personalidad. Por ejemplo, yo cree al ‘Loco’. Todos creían que era del ‘Loco’ Ureta, pero yo se lo dejé para ingresar a Periodismo. Él era muy noble, demasiado. Yo siempre he sido bien granuja, jodido. Ahora ya con los años y esta vaina de la diabetes, te baja todo, pero no me va a bajar. Ya casi tengo 70 ‘mangos’. Cuando he sido chiquillo, mi mamá decía que yo era un pericotito.

¿Y la partida del ‘Gordo’ Casaretto cuánto ha mermado?
Era mi compadre espiritual. Él era músico y yo le decía que era muy gracioso. Toreaba a las gallinas y toda la vida fue así. Era muy rápido, hábil, inteligente. Mi gordito, una gran pérdida. Debe estar en el cielo, era bien noble.

Con el fallecimiento de tu compadre, la diabetes y en los 69 años, ¿qué se piensa de que a todos nos llega el final?
Siempre he pensado en la muerte. Soy hincha de Edgar Allan Poe. Lo he leído mucho. Es más, fui a su tumba en Baltimore. Me encanta porque juega con la muerte. “Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,/ sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones/ inclinaba soñoliento la cabeza, de repente/ a mi puerta oí llamar:/ como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta/ mano tímida a tocar:/ “Es—me dije– una visita que llamando está a mi puerta:/ eso es todo y nada más”, (cita un extracto de ‘El cuervo’). A la muerte hay que respetarla, porque viene una sola vez.

¿Cómo se logra la risa?
Es un don. Contar un chiste no es cualquier cosa, hacer muecas tampoco. Es una difícil facilidad, como decía un gran escritor (risas). El don de hacer reír es divino.

¿Y la universidad de la calle qué te enseña?
A ser humilde y honrado. Por eso Manolo Rojas y toda esa gente saben, porque han sufrido.

Ya hiciste una película, ¿qué te falta hacer?
Que me paguen por la película (risas). Me metieron un barajo y me dieron de tomar desde temprano. Y atraqué como gil.

¿Y el trago todavía es una debilidad?
¡No! Ya no tomo hace tiempo. Ya estoy plantado. Ya he tomado mucho, hermano. Estaba más muchacho pues. Cuando uno está joven, cree que ese tiempo dura. Me arrepiento, pero nunca es tarde. Todavía tengo unos cuantos años.

Pero la has pasado bien.
Sí, olvídate. Sobre todo siempre he sido bondadoso. No he sido ni envidioso ni ambicioso. Mi familia es el motivo para vivir. Ya tengo un local en el cielo.

AUTOFICHA
- “Soy Carlos Miguel Barraza Hora. Nací en la Maternidad de Lima, el 14 de setiembre de 1949, a las 4 de la tarde. Julia Luzmila Hora Viteri se llama mi mamá y tiene 95 años. Mi papá ya se ha ido, pero no se despidió. Era diabético y no murió de lo que tenía. Mi hermana y yo heredamos la diabetes”.

- “Él fue casi gerente del Banco de Crédito. Muy trabajador. Y le gustaban sus ‘aguayos’. Ojalá que yo llegue a la edad de mi viejita. Recuerdo con más cariño las veces que he trabajado con el tío Melcochita, que está más parado que yo y de los que me quedan, y el ‘Gordo’ Casaretto”.

- “Estudié Periodismo. Estuve un año en la Universidad Católica, pero pudo más el arte. Al final, el Periodismo también se aprende de manera autodidacta. Leía mucha literatura. Pero eso sí, con las matemáticas... al profesor le decía: ‘¿Puedo salir al baño?’. Y me iba y no regresaba toda la hora de clase”.