“Cuando tuve a mi hijo, pase de ser vista como Mafalda a ser vista como Susanita y eso realmente me afectó en su momento, pero no me venció”, declara la historiadora (César Campos/Perú21).
“Cuando tuve a mi hijo, pase de ser vista como Mafalda a ser vista como Susanita y eso realmente me afectó en su momento, pero no me venció”, declara la historiadora (César Campos/Perú21).

Nos recibe en su que, lo dice con una gran sonrisa, ordenó para la entrevista. Se nota el gusto por combinar lo moderno con lo antiguo en la decoración: lámparas con estructuras de metal y cuadros con temáticas del Antiguo Perú nos miran.

“Me vestí especialmente para las fotos, y salir bien”, dice espontáneamente Maritza Villavicencio, historiadora limeña cuyo tema central siempre fue la mujer. Precisamente, ha presentado recientemente la publicación 'Poder Femenino, 5,000 años de historia en el Perú' (Apus Graph Ediciones/La Positiva), donde hace una revisión y expone a aquellas mujeres que tuvieron poder en distintas épocas, desde el Antiguo Perú hasta los tiempos modernos.

En el Día Internacional de la Mujer, conversamos con una mujer que, a pesar de tener un contexto adverso, logró conquistar su vida y hacer lo que más le gusta: investigar la historia. “Tengo casi 67 años y aquí me ves, con una larga lista de proyectos por concretar. Nada me para”, remarca Maritza.

¿Cómo llegas a plantear esta investigación?
En realidad, la temática de la mujer en la historia la vengo investigando desde 1983. Siempre me interesó ver cómo hemos sido retratadas.

Martiza Villavicencio, autora de 'Poder Femenino, 5,000 años de historia en el Perú'. (Desyree Valdiviezo).
Martiza Villavicencio, autora de 'Poder Femenino, 5,000 años de historia en el Perú'. (Desyree Valdiviezo).

Entonces, ¿qué fue lo que te llevó a interesarte en el tema de la mujer a través de la historia?
Creo que mi vida personal. Mucho antes de investigar, mi tema de reflexión y acción política, social e intelectual estuvo relacionado con el tema de la mujer.

¿Debido a alguna experiencia especial?
Sí. Es que yo fui madre muy joven, en la universidad. Era dirigente estudiantil de la federación y, de pronto, cuando me convertí en madre, ya no contaban para nada conmigo. Cuando tuve a mi hijo pasé de ser vista como Mafalda a ser vista como Susanita y eso realmente me afectó en su momento, pero no me venció. Agradezco a la vida por mi hijo, que ahora es un hombre maravilloso. Pero tenerlo me hizo pasar por momentos difíciles, en los que mi profesión y mi labor como madre no se podían lograr juntas.

Claro, ser profesional y madre son dos aspectos que, para algunos, no van de la mano. ¿Cómo lo lograste?
Fue terrible, la verdad. Gracias a Dios tuve la ayuda de mi madre y quien en ese entonces fue mi suegra. Pero cuando salía a alguna reunión, al regreso tenía la culpa de que había dejado a mi hijo.

¿Y él cómo reaccionaba?
No se hacía problemas. Se dormía temprano y se despertaba a las 10 p.m. para estar conmigo hasta las 2 a.m. Imagínate cómo estaba yo en ese entonces que tenía que madrugar y despertarme a las 6 de la mañana (risas).

“Estamos en una sociedad que le ha otorgado el papel protagónico a los hombres y las mujeres olvidamos que, 
alguna vez, fuimos figuras de poder”, declara la historiadora (César Campos/Perú21).
“Estamos en una sociedad que le ha otorgado el papel protagónico a los hombres y las mujeres olvidamos que, alguna vez, fuimos figuras de poder”, declara la historiadora (César Campos/Perú21).

Ese es el cansancio físico. ¿Y en lo emocional?
Tengo la fortuna de haber conocido a mujeres valientes que supieron sacar a sus hijos adelante solas y no quebrarse, pero no fue mi caso. Yo tenía problemas de autoestima grandes. Me costó mi matrimonio, porque los dos éramos muy jóvenes, estábamos presionados y él sumamente comprometido con su vida política. Era difícil procesar las facetas políticas, intelectuales y de madre. No siempre se hizo de la mejor manera, no siempre fui la mejor madre, pero en un momento determinado comienzas a hacer las cosas bien y a recuperar la confianza en ti misma y en tus capacidades.

Esa toma de conciencia sobre el valor que tenemos es algo difícil de lograr. ¿Crees que las mujeres en el Perú saben lo valiosas que son?
Lamentablemente, no. Actualmente, estamos en una sociedad que le ha otorgado el papel protagónico a los hombres y las mujeres olvidan que alguna vez fuimos vistas como figuras de poder.

Precisamente, en tu más reciente libro, hablas sobre eso. ¿Se podría decir que la publicación es una especie de herramienta para las mujeres?
Para las mujeres y los hombres. La razón de ser del libro es esa. Cuando uno estudia la historia del Perú en el colegio, son pocas las mujeres que te mencionan, o ninguna. Las mujeres no han sido visibles en la historia del Perú. Que figuras femeninas importantes hayan sido dejadas de lado no solo hace que tengamos una historia parcializada, sino que los cimientos y bases donde tratamos de construir nuestra memoria colectiva y nuestro futuro no sean verdaderos.

Entonces, conocer nuestro pasado nos sirve para crear nuestro futuro.
Así es.

"Mi misión con mis nietas y con todas las mujeres en general es demostrarles que sí podemos hacer lo que nos propongamos", declara Villavicencio (César Campos/Perú21).
"Mi misión con mis nietas y con todas las mujeres en general es demostrarles que sí podemos hacer lo que nos propongamos", declara Villavicencio (César Campos/Perú21).

¿Y el presente? ¿Qué se puede hacer con el contexto adverso que pasamos?
Una vez que las mujeres conozcan a los referentes tan increíbles que tenemos en la historia, podrán reconocer en ellas capacidades de liderazgo. Que una mujer tenga poder no es algo descabellado, ha pasado en la historia y esta publicación es la prueba. Tal vez así las mujeres sepan defenderse y conocer su valor.

En el libro, el poder es un tema trasversal. ¿Cómo consideras que debería ser?
Dual. Hombres y mujeres, capaces y honestos, dirigiendo el Perú. Por ejemplo, en el Tahuantinsuyo, la gente tiene la idea errónea de que el Inca era el de mayor poder, pero no. Había dos sistemas: uno masculino y uno femenino. Cada uno con sus potestades, dirigentes y reglas. Juntos y en constante intercambio, construían aquello que era mejor.

Cambiando un poco de tema, me comentaste que tienes tres nietas. ¿Cuáles crees que son los aprendizajes que te gustaría dejarles en la vida, como mujer?
Que hay poder en ellas. Creo que, en realidad, mi misión con mis nietas y con todas las mujeres en general es demostrarles que sí podemos hacer lo que nos propongamos. Lo importante es generar espacios para que las mujeres nos empoderemos unas a otras y creo que conocer la historia es un buen comienzo.

Autoficha: 
- “Nací en Lima. Tengo 66 años, dentro de poco cumplo 67. Pero me considero con mucho camino por delante. A la edad que tengo la sociedad busca dejarte de lado, pero aquí me ves con una larga lista de proyectos por concretar. Nada me detiene para lograr lo que quiero, así tome tiempo”.

- “Soy historiadora, museógrafa y fitomántica. Esto último significa que sé leer los pallares, una especie de oráculo Mochica. Si bien no terminé de estudiar la carrera de Historia, mis publicaciones son las que me han abierto un espacio en el contexto actual”.

- “Tengo un hijo maravilloso que me ha dado la dicha de ser la abuela de cuatro nietos. Tres mujeres y un varón. Dos son mellizas de 17 años y la otra tiene 13. El niño tiene 8 años. Son mi adoración y siempre que podemos solemos pasar tiempo juntos. No cambiaría a mi familia por nada”.