Mario Vargas Llosa recibió la noticia en Nueva York, en donde se encontraba dictando un curso en la U. de Princeton. (AFP)
Mario Vargas Llosa recibió la noticia en Nueva York, en donde se encontraba dictando un curso en la U. de Princeton. (AFP)

Redacción PERÚ21

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El jueves 7 de octubre del 2010, despertó con una llamada proveniente de Suecia. Quince minutos antes de que su nombre resuene en todo el mundo, el escritor peruano recibía, incrédulo, la mejor de sus noticias: la Academia sueca lo había reconocido como el ganador del y con ello la entrada a ese panteón reservado para los mejores artistas de la letra. El escritor –quien se iba a acostumbrando al epíteto de eterno candidato– recibió la noticia en Nueva York junto a Patricia Llosa.

Quince minutos después Peter Englund, secretario perpetuo de la Academia sueca, anunciaba en tres idiomas que el escritor de entonces 74 años era el ganador.

"Por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota", dijo.

Mario Vargas Llosa se convertía el escritor 107 en recibir este galardón, el undécimo en idioma español, el sexto latinoamericano, el primer peruano.

Dos meses después, el 7 de diciembre, el salón de conferencias de la Academia sueca se abría para recibir al peruano. Vargas Llosa, elegante, se convertiría también en el primer Nobel en llorar al dar un discurso de premiación. Aquí repasamos los mejores momentos de Elogio de la lectura y la ficción.

APRENDIENDO A LEER

"Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de La Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida".

Las primeras letras del Nobel no fueron sino otra cosa que un bello reconocimiento a la lectura. Ya lo había hecho antes en El pez en el Agua (1993), como advierte el escritor Jeremías Gamboa en un publicado en Buensalvaje. Pero aquella vez había puesto en un peldaño superior el momento en que conoce a su padre ("Aprendí a leer poco después, en la clase del hermano Justiniano, y esto, lo más importante que me pasó en la vida hasta aquella tarde del malecón Eguiguren"). En su discurso esto cambió. La lectura volvió a ocupar el primer lugar.

ACTO DE REBELDÍA

"Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida".

La frase sirvió como el segundo título para las notas, miles, que se escribieron sobre el discurso del Nobel. Vargas Llosa, con solo una línea de doce palabras describió el valor imprescindible de la literatura dentro de la existencia humana. Un acto de rebeldía, para escapar a la realidad y mejorarla.

LA HUÍDA DEL MARXISMO

"En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista…"

La frase no fue sino el inicio de su poderosa descarga contra el marxismo, ese que lo atrapó durante su juventud y que lo mantuvo hasta fines de los años 70. Liberal convencido, Vargas Llosa no dejó escapar la oportunidad para renegar también sobre la Revolución Cubana, los nacionalismos y la xenofobia (en Estocolmo, la capital de un país en el cual esta lacra no logra desaparecer y crece en participación política) y de paso recordar a su audiencia que la literatura del escritor siempre caminó de la mano con la política y la defensa de las ideologías que consideraba correctas.

EL PERÚ

"Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé".

Mario Vargas Llosa renegó innumerables veces con su país y es posible que a estas alturas haya vivido más tiempo en Europa que en Perú, pero eso no impidió que le dedique líneas a explicar porque no existe un conflicto entre ser ciudadano del mundo y a la vez amar a su patria. Ser peruano y a la vez universal.

ESPAÑA

"Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo".

"Por mi situación en Perú me arriesgaba a convertirme en un paria'. Con esas palabras Mario Vargas Llosa, en julio de 1993, agradecía la obtención de la nacionalidad española. Había sido amenazado por el gobierno fujimorista de ser despojado de su nacionalidad peruana. Fue un respiro para el escritor, quien tras perder las elecciones de 1990 se había convertido en su más acérrimo crítico. Dieciocho años después, en Estocolmo, el peruano volvía a agradecer el gesto. No fue injusto, la gratitud al documento estuvo en segundo plano. El primero lo ocupó la oportunidad que le dio el país europeo para escribir, leerlo y conocer a Carmen Balcells, su eterna agente literaria.

EL PERÚ ES PATRICIA

"Mario, para lo único que tú sirves es para escribir".

Juan Cruz, director adjunto del periódico español El País, no tuvo mejor idea que titular su breve crónica sobre el discurso del peruano con la siguiente línea. "El Nobel que lloró y que hizo llorar". Y sí, Vargas Llosa no cumplió la promesa que había hecho, se venció ante la emoción de su propio texto y declamó en medio de lágrimas y con voz aflautada que la mujer que lo había acompañado por 45 años había alcanzado a sobrepasar su significado de amor. Patricia Llosa, la prima, reía para no llorar. Al igual que el escritor no pudo, sucumbió antes que la primera oración acabe. El público ya se había adelantado.

Fueron los dos minutos más emotivos de la noche y los únicos que obligaron a las cien personas sentadas en aquel salón de la Academia sueca a aplaudir y como no, secarse las lágrimas. Hoy, cinco años después de aquella noche, Patricia no es más pareja del Nobel peruano.

Por: Pablo Vilcachagua (pablo.vilcachagua@peru21.com)