María José Caro. Escritora. (Perú21)
María José Caro. Escritora. (Perú21)

En el último año presentó tres libros. La antología Como si no bastase ya ser. 15 narradoras peruanas (Peisa, 2017), su segundo libro de cuentos ¿Qué tengo de malo? (Alfaguara, 2017) y la reunión Bogotá 39, nueva narrativa latinoamericana (Estruendomudo, 2018). Esta última publicación, liderada por el Hay Festival, agrupa a 39 “de los mejores escritores de ficción” menores de 40 años de la región. En la selección, además de María José Caro (Lima, 1985), están los peruanos Juan Manuel Robles y Claudia Ulloa Donoso. Hoy se conmemora el , que coincide con el prometedor momento que atraviesa la autora, de gesto cauteloso y hasta tímido, pero que contrasta con su voz firme, aquella que se deja notar en su obra, y en esta entrevista.

“Árbol de Navidad”, cuento seleccionado para Bogotá 39, es signo del trasfondo de tu literatura: las relaciones familiares, lo cotidiano. ¿Por qué eliges esos temas?
Me interesa el universo de lo íntimo, familiar y cotidiano. Es el tipo de literatura que me conmueve. Siento que las familias son el primer universo que conocemos y que nos marca. Lo que vives de pequeño te persigue por siempre.

También será una forma de resolver algo personal.
Siempre tiene que ver con resolver cuestiones. La única forma en la que puedo escribir es a partir de temas cercanos a mí. Me interesa cómo la vida interior de alguien se estrella contra el mundo. La niña Macarena (protagonista en los cuentos) no es María José, pero sí comparte mucho de mi personalidad: insegura, tímida. Y tengo una fascinación con la infancia. Me encanta encontrarme con cosas que eran mías cuando era niña. Mis tesoros más valiosos son un par de diarios que halló mi mamá que yo había escrito cuando tenía siete años. Quiero creer que ese fue el inicio de mi escritura.

¿Buscas cuestionar el concepto de familia?
Tengo una fascinación con la infancia, pero no con eso de que todo tiempo pasado fue mejor o de que cuando fuimos niños éramos más felices. Quería mostrar una familia de padres divorciados y cómo una chica crece en medio de eso.

Siento que buscas, acertadamente, ‘normalizar’ lo que a veces se llama despectivamente como “disfuncional”.
Algo interesante fue que mi primera publicación La primaria la mandaron al Plan Lector de secundaria, lo que enfrentó al libro contra una corriente que existe en la literatura juvenil y que es la que termina en ese plan, y me parece que es una corriente que no aporta nada; hablo de la autoayuda: (propone) que todos los problemas que suceden en la familia se superan muy fácilmente. Yo, más bien, quería explorar cómo la frustración es lo que te hace crecer. La vida no tiene las moralejas de los libros de autoayuda. La vida te deja marcas y te las llevas.

¿Qué hermana a esta generación de escritores latinoamericanos de Bogotá 39, además de la edad?
La antología es súper diversa. Hay ciencia ficción, literatura más intimista, textos más políticos. En todos los cuentos la globalización está presente, se usa el lenguaje como uno quiere, hay mucha libertad al momento de contar.

Portada de 'Bogotá 39 Nueva Narrativa Latinoamericana' (Estruendomudo).
Portada de 'Bogotá 39 Nueva Narrativa Latinoamericana' (Estruendomudo).

La libertad de no ser parte de ninguna lista.
Yo creo que sí. Hay libertad también en cuanto a los referentes.

En esta selección, la tercera parte son mujeres. ¿Es signo de progreso o no hace justicia aún al aporte femenino en la literatura latinoamericana?
Hubo una preselección de 250 escritores y solo 60 eran mujeres. Esta primera selección surgió a partir de que les preguntaron a los ex Bogotá 39 por nombres de autores jóvenes, también a la prensa y a editores. Quizá los referentes más fáciles de nombrar son hombres, algo que sin duda hay que combatir. Hay muchísimas más mujeres que escriben. Aunque el caso peruano es rarísimo porque quedamos dos mujeres y un hombre. De Chile no fue ninguna mujer, pese a que tienen muchísimas voces.

¿Debe ser una suerte de norma tener una cuota de mujeres?
Hay casos en los que es necesario. Si hay una mesa sobre literatura peruana contemporánea y la conforman ocho personas y no hay ninguna mujer, me parece que es inadmisible. Tampoco creo que todo deba estar distribuido en partes iguales, pero hay casos en los que sí tiene que estar equilibrado.

¿Y en una selección como Bogotá 39?
No han pensado en cuotas. Pero sí creo que si en ese corte inicial de 250 hubiesen llegado más mujeres, habría más mujeres en la lista final. Ahora, también tiene que haber un criterio de calidad.

Cuando entrevisté a Nataly Villena, escritora y editora de Como si no bastase ya ser, lanzó este cuestionamiento: “Hay hartazgo de la excesiva presencia de lo masculino como norma”. Los comentarios en las redes sociales iban de “feminazi” para abajo. Si nos guiamos de ello, parece que retrocedemos.
No me molesta si alguien que me lee le gusta o no lo que hago. Pero alguna vez alguien se preguntó si es que yo escribía mis libros. Es la peor cosa que me han dicho. El extremo. Por eso, ahora mi relación con las redes sociales es no estar siempre pendiente de ellas. Hacen mucho daño. En la literatura siempre hay que estar a la defensiva. Prefiero no estar pendiente de las polémicas ni leer posts polémicos, porque eso de alguna manera me envenena.

¿Por qué debemos leer Bogotá 39?
Hay voces de todo tipo, hay autores nuevos, como el chileno Eduardo Plaza. Es una combinación de voces camino a la consagración, pensemos en la escritora argentina Samanta Schweblin. Y autoras absolutamente nuevas, como Luciana Sousa (Argentina).

¿Y por qué tenemos que leer ¿Qué tengo de malo??
(Risas). No sé… Si a alguien le interesa leer sobre el tránsito entre la niñez y la adolescencia de una chica tímida y tal… pues léanlo.(Risas). No sé… Si a alguien le interesa leer sobre el tránsito entre la niñez y la adolescencia de una chica tímida y tal… pues léanlo.

AUTOFICHA

- “Intento hacer pequeñas denuncias. Como en ‘Beirut’, cuento del libro ¿Qué tengo de malo?, en que un vigilante desaparece sin que nadie sepa su nombre. O en ‘Farallones’, que está situado en una playa privada donde los niños tiran piedras a las playas públicas que están a lado”.

- “También denuncio lo que puede pasar en un colegio de monjas. Crecer ahí es desfasado. He visto que una chica por el hecho de que queda embarazada es segregada o invitada a retirarse. Hay esta doble moral en la que crecen los estudiantes que es terrorífica”.