Vivía en una casa grande, que tenía una pequeña granja y una “casita” a lado. Y a 10 minutos, caminando, estaba el pueblo, donde se encontraba una pequeña iglesia. “Es un pueblito, un caserío”, así lo define. Todo dentro de una isla al norte de Gales, donde nació al acabar la Segunda Guerra Mundial. “Ahí no se permite que en los pueblos chicos se construya. Las carreteras son mejores, pero los pueblos conservan su apariencia”, explica con un español que conserva rastros de su lengua materna.

Sus documentos oficiales dicen que es Mari Elizabeth Morgan Morgan. Pero prefiere que la llamen Mari Solari. Dejó su país muy joven porque se enamoró de un peruano. Lleva el apellido de su esposo, quien falleció 10 años después de casarse. Pero no solo lleva el apellido, también ha adoptado al Perú y desde hace 33 años tiene la tienda Las Pallas, que recupera el arte popular, la artesanía, espacio barranquino que es compartido con su casa, donde me recibe, una vivienda de 1900, de techos altos, amplios jardines y decorado con los tesoros de la tradición que Mari conserva.

-Me comenta que de niña usted jugaba a buscar tesoros. ¿Hoy, de alguna forma, lo sigue haciendo?
Sí, lo que hago es una forma de reunir tesoros, estoy rodeada de ellos.

-Sin embargo, estudió Idiomas.
Estuve en el Colegio de Intérpretes en Suiza. Uno hacía lo que decían los padres (risas).

-¿También les hizo caso en el amor?
(Risas). Nos educaron como personas independientes y hemos viajado mucho por Europa. Fuimos educados con un rol de la mujer igual al del hombre. Mi madre fue jefa de la Cruz Roja y mi abuela ayudaba a la gente. En Suiza conocí a un peruano (Claudio Solari) que tenía una beca en la universidad, pero mis padres no querían que venga a Perú si no me casaba, era más formal la vida.

-¿Y cómo se dio su encuentro con el Perú?
Por mi suegro y amigos. Él era escritor (Enrique Solari, creador de la obra teatral Collacocha) y vivía en un mundo muy culto. Mi suegro estaba fascinado con el arte popular y viajaba mucho. Él me jaló a este mundo.

-¿Qué encontró en este mundo?
Que era parte del mundo. Me fascinó todo. La primera vez que salí de Lima fui a Canta y me impresionó el color del cielo, la sequedad de los cerros. Esos paisajes no hay en Europa.

Mari Solari, de Artesanías Las Pallas: “Hay menos arte popular, souvenir no es artesanía”. (César Campos/GEC)
Mari Solari, de Artesanías Las Pallas: “Hay menos arte popular, souvenir no es artesanía”. (César Campos/GEC)

-Ese fue su encuentro con la naturaleza. ¿Y con el arte?
Era la época del indigenismo, había mucha riqueza en ese mundo. Esa riqueza está en el conocimiento de la gente, como los escritores y pintores.
Una de las historias que usted cuenta es que las polleras son de España.
Creo que uno de los reyes de España decía que en todos los países conquistados los campesinos vestían como el campesino español. Y la pollera es del campesino español, claro, con cambios, porque nada se mantiene 400 años. La influencia de la España es fuertísima en el mundo peruano, aunque la gente no lo vea tan así.

-Precisamente, hay sectores que aún ven con desconfianza ese influjo español.
No vas a cambiar la historia. Pero el mundo indígena también tiene una raíz muy fuerte, que también no todo el mundo acepta.

-¿Hoy no aceptamos más la influencia indígena?
Hay más interés, pero que se valore más... se valora más la comida, que es probablemente la única cosa que une al Perú. No hay una real valoración de lo indígena. En la época de mis suegros, el mundo que conocía lo indígena era chiquitito; el mundo de mi generación era mayor, pero en contacto con los primeros, y en la época de mi hija ya son más, porque tienen esa formación. Pero hay más interés de viajar y no necesariamente de mirar. Por ejemplo, la gente joven se va un fin de semana a Huancayo: ¿van a ver ruinas, a conocer los sitios o de juerga? ¿Se respetan las comunidades? Normalmente, no. ¿Cuánta gente de dinero, que va a Europa, ha ido a Cusco? Creo que muy poca.

-¿Por qué pasa eso?
Formación, educación. La discoteca es más importante. No es culpa de los chicos, sino de cómo son formados.

-¿Qué Perú nos estamos perdiendo los peruanos?
No estamos viendo la riqueza de país que tenemos. Un ministerio me llamó para hablar del futuro de la artesanía...

-Varios hijos de artesanos no quieren seguir su tradición.
Por muchas razones. Pero aún en los colegios de provincia, del Estado, no se promueve el uso de cosas manuales. En general, en los colegios te piden una caja de cartón con un montón de cosas de todo tipo, y no hay nada de reciclaje. No existe eso de bajemos a la playa, recojamos piedritas y pintémoslas. El Estado sí está promoviendo la producción de artesanía tradicional, está bien, mejor que nunca, pero en educación, falta. Por ejemplo, creo que pueden pagar buenos artesanos para las clases de educación para el arte, pero me han respondido: “No son profesores, no se les puede pagar”. Dije: “Maldita sea, si tienen una cultura impresionante”.

-¿Y entonces cuál es el futuro de la artesanía?
Cada vez hay menos de lo tradicional, hay más sintético. Cada vez hay menos arte popular. Souvenir no es lo mismo que artesanía. Un souvenir tiene un nivel muy bajo. Hay muy poca gente trabajando la tradición.

-¿No le hubiese encantado hacer artesanía?
No, porque no tengo el talento en mis manos.

¿Y cuál es el talento que tiene?
He adquirido conocimiento que, supongo, es parte de la educación: tratar a todo el mundo igual y no tener ningún complejo de nada. He sido educada en viajar y mirar. Es que no funciono mucho en mi casa (risas).

AUTOFICHA

“Soy Mari Elizabeth Morgan Morgan, viuda de Solari. Tengo 74 años de edad. No sé si nací en el hospital o en la casa de mi abuela. Nací al norte de Gales. La primaria la estudié ahí, la secundaria en el norte de Inglaterra y luego en Suiza, en el Colegio de Intérpretes, donde estuve tres años, pero no terminé”.

- “Me casé y tuve tres hijos y ahora seis nietos. He viajado muchísimo, tal vez más que la mayoría de peruanos. Todo lo que tengo en mi casa es especial, pero sobre todo mi colección de amuletos. Y también tengo mi tienda de artesanías Las Pallas (Cajamarca 212, Barranco)”.

-“En la tienda siempre hay exposiciones, principalmente en noviembre y diciembre. Constantemente trabajo con artesanos. Todo el mundo me dice que publique libros, pero todavía no me animo, porque siento que mi conocimiento no es tanto. Si alguien quiere escribir el libro, bienvenido (risas)”.

TAGS RELACIONADOS