Conversamos con el poeta y docente Marco Martos (Perú21/ Jesús Saucedo)
Conversamos con el poeta y docente Marco Martos (Perú21/ Jesús Saucedo)

Mientras se leía su poema “El Perú” en 44 lenguas originarias del país en la inauguración de los Juegos Panamericanos, estaba presentando un libro del cantautor chileno Alberto Plaza. Al salir de ahí, la gente lo felicitaba emotivamente y él no sabía bien por qué. Luego vendría el momento de escucharse a sí mismo en otras voces y sorprenderse. Un punto culminante en el camino de alguien que en el colegio aprendía de memoria poemas de González Prada, Valdelomar y Vallejo. Sin finalidad práctica, sin que nadie lo supiera, como un placer solitario.

“¿Por qué no escribes un poema al Perú?”, le preguntaron unas profesoras a fines de los 80, “que enseñe a los niños a querer al Perú”. El terrorismo y la crisis económica marcaban el trasfondo de esos años. El texto se publicó en un libro escolar entre 1989 y 1990: “No es este tu país / porque conozcas sus linderos, / ni por el idioma común, / ni por los nombres de los muertos. / Es este tu país, / porque si tuvieras que hacerlo, / lo elegirías de nuevo / para construir aquí / todos tus sueños”. Encontramos en la Academia Peruana de la Lengua al docente y escritor, de carácter sobrio. Su conversación tiene la pausa de su poesía.

La poesía, el género menos popular de todos, tuvo el poder de unir a la gente.

En este caso sí. Y nunca lo he sentido más que ahora. Una poeta peruana que vive en España me llamó llorando al día siguiente de la inauguración. A mí su emoción me provocó llorar. El sentimiento de llevar al Perú por donde vamos... eso es el complemento del poema.

¿Sintió algo de felicidad al oír su poema “El Perú” en 44 lenguas?

La poesía, excepcionalmente, se puede montar sobre aquello que generalmente la opaca: la radio, la televisión. La gente que me quiere ha sentido casi más felicidad que yo, y yo me he sumado a esa felicidad. Como los deportistas, uno se esfuerza tanto por un minuto de gloria. Así me sentí yo.

¿Algún otro momento de felicidad con la poesía?

La publicación de un primer libro no se compara con nada.

Sobre el poema en sí, ¿qué nos hace peruanos: un sueño, la posibilidad de un sueño?

Ser peruano es para el futuro y no para el pasado. El pasado de una comunidad puede ser conflictivo. Yugoslavia desapareció como país... O el caso de Cataluña. No forman parte del sentimiento español. No quieren ser españoles en el futuro. Ser peruano es pensar que estamos unidos en el futuro. Ojo, estoy alejado de cualquier sentimiento nacionalista chauvinista. Lo importante es ser una nación en el mundo, no contra el mundo. Esa es la idea del poema.

¿Alguna vez fue difícil amar al Perú?

(Silencio). Claro que sí. Muchas veces... Sé sobre el conflicto y Sendero porque viví en Ayacucho, en el 68 y 69. Ayacucho está muy metido en mi corazón. “El Perú” se complementa con otro poema que se llama “Retablo”. Creo que es el primero que habla sobre Sendero, en el 88 u 89, y dice que la gente de la costa cuando muere tiene velorios, entierros, flores, pero los campesinos cuando mueren, son números asesinados. Son anónimos.

¿Se sufre un poco al escribir?

A veces. Algunas veces dejé de leer “Retablo” porque estaba muy emocional. Leerlo en el extranjero me causa... Es muy fuerte.

Se supo hace poco que tuvo un doble. ¿Cómo fue ese episodio?

Un amigo me dijo que en Trujillo, en el 70 o 71, una persona había ido a uno o dos colegios usando mi nombre. Yo ya había ganado el Premio Nacional de Poesía en el 69. Parece ser que este farsante no buscaba sino recitar poemas, pero eran mis poemas. Dos o tres años después, en el parque de Miraflores, alguien me avisa que ahí estaba el que me había suplantado, y caminé rápido, pero no lo alcancé.

¿La poesía es lo más valioso que le podrían haber robado?

La poesía ha dado sentido a mi vida. Es como una patria. Es un apego seguro. Según el psicoanálisis, un apego es una fuente de afecto segura. Y la fuente de afecto más segura de una persona es su mamá. Y es para toda la vida. Para mí, eso es la poesía. La poesía es como la madre.

Acaba de presentar un libro Piura, espejismo de la eternidad, que tiene un poema sobre Miguel Grau.

Antes me dijeron “tú siendo piurano debes escribir sobre Grau”, pero me parecía patriotero... Y lo que cambió fue simplemente la capacidad... Antes no estaba listo. Y ahora sí. Los piuranos sabemos detalles de la vida de Grau. Sus padres no estuvieron casados y eso se ocultó mucho tiempo. Vivía con su papá.

Acerca de la capacidad, ¿un poeta, como un deportista, alcanza una etapa de plenitud?

El talento está en cualquier edad, pero pasados los 30 años se logran mejores cosas. Hay excepciones, como Mariano Melgar y Javier Heraud. Juan Gonzalo Rose tenía la siguiente teoría. Un poeta joven tiene fuerza, pero aún no tiene técnica. Uno mayor tiene técnica, pero pierde fuerza. Lo ideal es conservar la fuerza y adquirir la técnica.

¿Usted cree que ha alcanzado esa plenitud?

Nunca se puede decir eso. El mejor poema es el que está por escribirse. Además, escribir es difícil a toda edad. No hay edad para disfrutar.

¿Le teme a la jubilación?

No. Dicto de forma extraordinaria en San Marcos porque ya pasé la edad. Y de ahí tres o cuatro años más y terminó, si es que vivo. Así ese paso será más desapercibido.

¿Le teme a la muerte?

No, me parece un hecho natural. El hombre es el único ser que tiene consciencia de la muerte. Y hay que aprovechar la vida hasta el final, sabiendo que se acaba... Y pagar las deudas. Las principales deudas son las deudas afectivas.

¿Usted siente que todavía tiene una deuda con la poesía?

Yo siempre creo que tengo algo que escribir.

“El Perú” es un texto que escribió a pedido. ¿Le molestaría ser recordado por ese poema?

Hay también un poco de suerte. ¿Por qué un poema tiene más éxito que otro? Porque conecta con la gente. No me molestaría en absoluto. Aunque sea el único (risas).

AUTOFICHA:

- “Me relacionan con la Generación del 60, pero para ese tiempo ya estaban Corcuera, Calvo, que eran mayores. Yo estaba en Católica y mis compañeros eran Antonio Cisneros, Luis Hernández, Julio Ortega. Luego pasé a San Marcos. Mi maestro fue Washington Delgado, él me ayudó a ser poeta. Veía mis originales”.

- “En Católica hice un año de Derecho y lo dejé. Vi el aspecto litigante y eso no me gustó, pero sí me gustaba la teoría del Derecho. Ahí comencé a escribir poesía. Me pasé a Literatura y mi padre respetó eso. Gané el Premio Nacional de Poesía en 1969”.

- “He publicado 25 libros de poesía y mis poemas se han traducido al inglés, francés, alemán, portugués y otros. Acabo de recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Piura. Ahora quiero hacer un poemario de tinte psicológico. También un libro sobre la brujería, una especie de poesía casi antropológica”.

TAGS RELACIONADOS