Marco García Falcón: "La literatura te saca de tu gueto mental y afectivo”

“Soy muy reflexivo y, a la vez, muy impulsivo. La literatura es el espacio perfecto para detenerse y pensar”, asegura uno de los ganadores del Premio Nacional de Literatura 2018.
Marco García Falcón, ganador del Premio Nacional de Literatura en la categoría novela. (Foto: Luis Centurión).

se debate entre la racionalidad y el impulso. Eligió Derecho porque le decían que tenía habilidades con el lenguaje. Un buen profesor de Literatura en la universidad y la obra de Julio Ramón Ribeyro le señalaron que había que cambiar de rumbo. Dejó un posible futuro prometedor como abogado y apostó por el aparente porvenir incierto de la escritura. 

“Un abogado tiene, más o menos, su vida resuelta y puede encargarse de la vida del otro. Pero yo tengo un mundo interior muy complejo que no me permitía alquilarme para trabajar los problemas del otro”, nos dice el ganador del Premio Nacional de Literatura 2018, en la categoría novela, por 'Esta casa vacía' (Peisa, 2017). Premiación que será este sábado en la Feria del Libro de Cusco. 

So pretexto de ello, también buscamos respuestas sobre su última obra 'La luz inesperada' (Peisa, 2018), que de igual modo navega entre la razón y el deseo.

Esta

En varios balances, Esta casa vacía estuvo entre las mejores novelas de 2017 y ahora se corona con el Premio Nacional de Literatura 2018. ¿A qué atribuyes el éxito del libro?
Es una sorpresa porque todos los libros los hago con el mismo cuidado y esfuerzo, pero en este me di cuenta de que estaba tocando ciertas zonas sensibles de mí mismo. Se dice que cuando sientes vergüenza y temor de lo que has escrito, existe algo ahí.

¿Cómo se traduce esa vergüenza y temor?
Preguntándome: ¿debo contar esto?, ¿la gente debe enterarse? La respuesta es: tengo que ir hasta el fondo. Fueron los lectores quienes me fueron señalando que había tocado carne. Me decían que había contado sus historias.

En tu obra se narran historias y alternadamente vas reflexionando sobre ellas.
Soy muy reflexivo y, a la vez, muy impulsivo. La literatura es un espacio para reflexionar, te saca de tu gueto mental y afectivo. De alguna manera, también te hace más vulnerable, te hace ver de qué estás hecho y eso te permite enriquecerte como persona. Vivimos en una sociedad en la que no nos miramos y, más bien, miramos a los demás, y estamos mostrando lo que queremos mostrar. No reflexionamos sobre lo que estamos haciendo. La literatura es el espacio perfecto para detenerse y pensar.

¿Qué se obtiene mirando hacia adentro?
Mucho. La sociedad, la familia y ciertas ideologías, como la religión, determinan el camino de tu vida y lo sigues. Hay un punto en que quizás te desbarrancas, pero pudiste darte cuenta antes de que ese no era el rumbo.

Pero es parte de la vida equivocarnos, perder el tiempo y volver a empezar.
Yo creo que sí, pero he conocido historias de 40 años de error, y creo que eso es demasiado.

Me parece que eres más racional que impulsivo.
Tengo exactamente los dos elementos. Como anécdota, te cuento que en la mano tengo las líneas del corazón y la razón trenzadas (nos muestra su mano). Y eso se revela en mi literatura.

Eres supersticioso.
No lo soy, pero alguna vez he ido a una bruja, alguien me ha leído la mano. Creo en las palabras, se me quedaron y muchas cosas se han cumplido.

¿A la literatura te ha llevado lo racional o lo impulsivo?
Muchas cosas, como lo artesanal. Me gusta hacer. No me gusta solo contemplar. Un día me di cuenta de que combinando las palabras producía algo.

¿Ser impulsivo adónde te ha llevado?
A decir ciertas cosas que, alguna vez, me hicieron perder un trabajo. Fui muy franco, yo tenía la razón, pero después me di cuenta de que frente al jefe debí decir: “No, usted tiene la razón”.

¿Por qué te censuras si tenías la razón?
Estuvo bien lo que hice. Pero –no voy a decir dónde– ya no puedo volver a trabajar en ese lugar. Y es una puerta grande bien cerrada. A veces hay que ser diplomático.

¿Pero un escritor no debería ser todo lo contrario?
Pero en su escritura.

¿Y la escritura no se alimenta del accionar de su autor?
En todo caso, hay distintos tipos de escritores.

Foto:Luis Centurión.

En La luz inesperada hay personajes impulsivos. El principal es un publicista exitoso que, de pronto, les ha pagado un viaje de reencuentro a todos sus amigos de promoción.
Y, además, este personaje parece normal, pero todo lo que va haciendo y pensando te va mostrando que se deja llevar por sus impulsos.

Lo mismo que Giovanni Perleche en Esta casa vacía: un profesor y escritor que se va degenerando.
Y es un tipo que reflexiona cuerdamente después de varios movimientos que lo llevaron al abismo. Es una constante. Has visto que lo que está en mí está en mis personajes. Me gusta que mis libros tengan mi voz, se reconozcan que son míos. Y ahora uno de los retos que tengo es construir un buen personaje femenino.

A propósito de ello, cambiemos un rato de tema. En tiempos que se debaten cuestiones de género, ¿cómo leer que en esta última premiación literaria solo hay una mujer y como mención honrosa?
Creo que la literatura femenina tiene otra mirada y es una mirada que necesitamos. El machismo ha colonizado la literatura y necesitamos las miradas de las mujeres, incluso más allá de su calidad. Y veo que en mi generación y en mi propia literatura está presente el discurso de reivindicación de las mujeres. Ha calado en nosotros. No puedo escribir de la misma manera que escribía hace 20 años.

Hay chistes machistas que hoy ya no dan risa, por ejemplo.
Y no porque se vaya a ver mal, sino porque estamos dándonos cuenta de que lo hemos naturalizado. Estamos reflexionando sobre ello. También creo que la literatura no puede ser evaluada de manera retrospectiva. A veces el feminismo ha rechazado novelas porque son machistas, pero pertenecen a un mundo machista.

Es la escritura de su tiempo.
Exactamente. A cada mundo su arte. Y a este mundo creo que le corresponde cuestionar el modelo de masculinidad. El drama del personaje de ‘La luz inesperada´ tiene que ver con esa masculinidad del poder, de la fuerza, en la que si alguien es sensible con él, o pierde o termina desplazado.

Volvamos. La infidelidad es un tema en ambas obras. ¿Por qué?
Los romances y las infidelidades son las dos caras de la moneda. Una de las cosas que me pregunto es qué tan violento es el deseo como para que destruyas tu vida.

¿Te ha tocado el tema personalmente?
Es un tema por el que he pasado en ambos sentidos. Veo que particularmente los intelectuales no manejan bien lo afectivo. Es una paradoja: el intelectual cognitivamente es muy desarrollado y se esperaría que, frente a una situación compleja, haya una respuesta muy elaborada, pero emocionalmente son niños.

¿El siguiente libro ya se está escribiendo?
Sí, las novelas me vienen como obsesiones, que parten de una voz que me dice algo. Es una novela sobre una pareja, que aparentemente no debería juntarse, pero lo hace porque son producto de una injusticia.

La luz inesperada

AUTOFICHA:

“Nací en Lima. Tengo 48 años. No terminé Derecho, sí Literatura, en la PUCP. Hice una maestría de Escritura Creativa en San Marcos. Ribeyro fue el primer escritor que sentí que me hacía entrar a un mundo. Me gustan los escritores que construyen un universo y que te hacen mirar la realidad como ellos”.

“Dicto el curso de escritura creativa en la UPC. Tengo un manual de escritura creativa con un grupo de profesores. Dicto talleres de narrativa. Un último libro que he leído es La perra, de Pilar Quintana. Ratifica mi idea de que se puede hacer un gran libro en 100 páginas”.

“Entre otras pasiones, me gusta tocar la batería, creo que tengo un poco de ritmo. Los creadores de las guitarras Falcón son mis tíos, abuelos. El historiador Alfredo Villar me decía: ‘Tu capacidad artesanal para el lenguaje viene de tus raíces. Lo que no hiciste con la madera lo haces con las palabras’”.

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