Marco Bassino es el director del colegio Markham.
Marco Bassino es el director del colegio Markham.

Llegaba con un libro bajo el brazo. Flaco, alto, con bigote. Alfredo Orbegoso era arquero de fútbol, profesor de Educación Física en el y el elegido para cubrir al maestro que faltaba. Hacía entrar al alumnado al salón, se sentaba, abría el libro y empezaba a leer un cuento. Leía con pasión, dando voz a los personajes. “Era un espectáculo”, recuerda Marco Bassino, quien estaba sentado en una de las carpetas. Mirando, escuchando. Atento. “Yo quiero hacer que mis estudiantes amen la literatura así”, pensó años después cuando había decidido ser profesor de lengua y literatura.

Salió del colegio el año 72. Y volvió nueve años después. Esta vez para enseñar, luego de estudiar Educación Secundaria en San Marcos. Han pasado casi 40 años y hoy Bassino es el director del Markham, institución educativa privada que también tuvo que adaptarse a la educación digital en medio de la , desde hace seis meses.

Viajaba en la línea 71. Tardaba alrededor de una hora para llegar de Surco a la Ciudad Universitaria. “Viniendo del Markham y a la Facultad de Educación de , la experiencia fue difícil”, dice sobre 1973, cuando comenzaba sus estudios universitarios. Tiempos de huelgas, de ciclos que podían durar un año y de efervescencia política. “San Marcos me enseñó a ver el país de una manera completamente distinta”, agrega Marco Bassino sobre lo que se aprende más allá del aula.

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-¿Cuál es su balance a seis meses de que la educación escolar tuvo que digitalizarse de un momento a otro?

Ha sido una curva de aprendizaje para estudiantes, profesores y creo que para el Estado. En el colegio nos venimos preparando desde febrero, porque estábamos monitoreando cómo estaba afectando esta pandemia a diversos colegios privados en otras partes del mundo y sabíamos que habían tenido que cerrar colegios en Asia.

-Markham está en la cúspide de la enseñanza particular. Bajo esa experiencia, ¿qué sugeriría que se haga en otros colegios privados y públicos, incluso rurales, para afrontar esta nueva realidad?

La pandemia nos agarró de costado a todos. Claro, en la educación pública ha sido más complicado. Pero en términos de lo que ha hecho el ministerio, estoy sorprendido por la capacidad de reacción que ha tenido. Poner Aprendo en Casa en múltiples plataformas ha permitido que tenga un buen alcance. Es cierto que muchos estudiantes se están desconectando, pero el ministerio ha lanzado una campaña para recuperar a aquellos que se han desconectado. También se está dando a los profesores acceso a Internet gratuito, algo que se pudo hacer antes. Lamentablemente, el proyecto de las tabletas tuvo un inicio accidentado y recién se darán al próximo año. No se han terminado de repartir los libros y cuadernos. Pero, en conjunto, la actuación de los profesores es encomiable y el esfuerzo del ministerio también.

-¿Pero cuáles podrían ser las claves para que haya una mejor adaptación?

Es importante que los profesores mantengan la posibilidad de contacto con los estudiantes. Hay que extender en lo posible el acceso a Internet.

-¿La educación digital puede ser la herramienta que ayude a acortar las brechas educativas en el país?

Se tiene que comenzar a reflexionar acerca de para qué es buena la educación presencial y para qué es buena la educación digital.

-¿Para qué es buena la educación presencial?

Es importante en los cursos más prácticos, donde se requiere uso de talleres y laboratorios. También para los niños, para poder socializar. También en el aprendizaje de habilidades blandas, que requieren interacción.

-¿Y para qué es buena la educación digital?

Las actividades como conferencias tienen ventajas hacerlas digitalmente, porque no tengo que traer a un especialista de afuera, y eso abre un mundo.

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-Un tema del que se ha hablado es que este año debe aprobarse a todos los estudiantes. ¿Qué opina?

Hay un corsé mental en términos de aprobar o desaprobar. No me parece que sea una mirada educativa muy productiva. El ministerio ha sacado un nuevo currículo basado en competencias. La concepción es que la educación es una especie de continuum. El desarrollo de las competencias no se tiene que lograr en el primer año. Las competencias se van logrando. La cuestión es saber, evaluar y calibrar cuál es el desarrollo de esas competencias para retomarlas en el punto en que se quedaron. El mensaje debe ser: ningún estudiante va a quedarse en el mismo año en el que está, pero todos los estudiantes van a ser evaluados para ver en qué estado de desarrollo están, y se pondrán programas de recuperación para nivelar esas competencias.

-¿Y ese debe ser el camino a seguir en el futuro?

Es un poco el camino a seguir. Repetir todo un año de estudios porque no se desarrollaron las competencias de tres o cuatro áreas... no sé si es el camino correcto.

-En el Markham han incluido teatro en la formación. ¿Por qué no se extiende esta práctica de las artes en la formación escolar?

El contacto pasivo con las artes (ver, leer, escuchar) no está mal, pero es un paso inicial. ¿Cuándo ganan los estudiantes? Cuando son capaces de crear, de expresarse. Es esencial desarrollar ese lado tan humano, como la creatividad; nos define como humanos.

-¿Cómo se está proyectando que sea la educación escolar en 2021?

Estamos evaluando varios escenarios. Uno es no poder abrir y tendremos que ajustar lo aprendido. El escenario más probable es semipresencial. Y si volvemos a clase, habría que ver qué se puede hacer mejor en línea.

-¿Cuál es el valor del profesor en esta pandemia?

Me quito el sombrero ante el esfuerzo del magisterio. Maestros de zonas muy alejadas, humildes, con creatividad, ganas y vocación inmensa están sacando la educación pública adelante.

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AUTOFICHA:

- “Soy Marco Elías Bassino Pinasco. Los apellidos son italianos, mis cuatro abuelos fueron italianos. Vinieron en la migración que hubo a fines del siglo XIX, principios del XX. Salieron de una Italia un poco empobrecida, con muchos problemas. Nací en Lima y tengo 65 años”.

- “Estudié Educación Secundaria con especialidad en Lengua y Literatura. Pero no pretendí ser escritor; debo decir que escribía unas cosas, muy malas todas. Yo quería ser profesor de castellano y literatura. Empecé a enseñar en el colegio Markham a partir del año 1981”.

- “No deja de sorprenderme César Vallejo, una poesía única. En la narrativa, les tengo un cariño particular a Ciro Alegría y José María Arguedas. Vargas Llosa es una voz indispensable. Respeto y admiro a Borges, Cortázar, García Márquez, Onetti. Y de los contemporáneos, Salman Rushdie, Coetzee, Roth, Cercas”.

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