“Somos un país racista asolapado. (Me fortalece) la conciencia, la herencia y la historia. Saber que los africanos trajeron mucho conocimiento y valores”, declara Sandoval (Renzo Salazar/Perú21).
“Somos un país racista asolapado. (Me fortalece) la conciencia, la herencia y la historia. Saber que los africanos trajeron mucho conocimiento y valores”, declara Sandoval (Renzo Salazar/Perú21).

Lo dejó todo por el teatro. A los 16 años de edad, mientras estudiaba Educación en La Cantuta, se fue a vivir en comunidad con un grupo de amigos que querían vivir del (y para el) teatro. Los escenarios de esos días eran las calles, los comedores populares, los colegios y las fábricas. Corrían los difíciles años ochenta. La plata que ganaban les tenía que dar para comer y formarse actoralmente. “Siempre he vivido del teatro. Algunas veces sobreviviendo, otras mejor y otras peor. Actuando, enseñando, dirigiendo”, nos dice l.

Fruto de esos años de autogestión es Teatro del Milenio, grupo que luego creó Kimba Fá, que ahora repone ‘Suena barrio’ este viernes y el 1, 2, 7 y 8 de diciembre, en el Teatro Mario Vargas Llosa (San Borja). Espectáculo que reúne teatro, danza y música con instrumentos no convencionales.

Sus padres, de Huaral y Trujillo, llegaron a las Pampas de Comas, en la década del cincuenta. Ahí nació y creció Lucho, jugando fulbito en canchas de tierra, quedándose en las casas de las vecinas porque sus padres salían a trabajar y soñando con ser mecánico de aviones, lo que, de alguna forma, se plasmó en Kimba Fá, a la que podríamos denominar como la mecánica del sonido. Así se hizo, con curiosidad, riesgo y calle. Y ahora vuelve al barrio.

¿A qué sonaba tu barrio?
Sonaba todo. Al ‘bussing’, una especie de metropolitano. Sonaban las carcochas, que eran carros muy viejos; los lanchones, autos que habían sido lujosos y que hacían servicio de transporte en los conos; sonaban los gritos de felicidad de la gente cuando llegaba la electricidad al barrio y se encendían las luces; las voces de los vecinos; las diversas formas de hablar. Eran cosas maravillosas.

¿Los sonidos cuánto construyen nuestra memoria?
Mucho. Revives los sentimientos y sensaciones que tenías en ese instante. Los sonidos son poderosos, son nuestra memoria.

¿Qué canciones atesoras?
Los pasillos ecuatorianos, los valses peruanos y la chicha. También los boleros cubanos. Mi tía ponía música afroperuana los domingos en la mañana y salía a limpiar las calles al ritmo de chacombo.

¿Qué episodio te marcó?
Lucha Reyes. Recuerdo a mi mamá cantando sus canciones y llorando en la cocina el día que falleció. Las vecinas se juntaban en las calles para hablar de Lucha Reyes y escuchar sus canciones.

“Con Kimba Fá queremos volver a las fuentes del arte escénico. (Aunque) estamos en el límite de lo que se puede considerar un hecho musical, teatral”, declara el actor (Renzo Salazar/Perú21).
“Con Kimba Fá queremos volver a las fuentes del arte escénico. (Aunque) estamos en el límite de lo que se puede considerar un hecho musical, teatral”, declara el actor (Renzo Salazar/Perú21).

Parte de tu memoria es Teatro del Milenio, que nació hace 26 años.
Nació como una experiencia de teatro al aire libre que traíamos de Raíces, derivado de Cuatro Tablas, y empezamos a trabajar lo afroperuano. Así nació ‘Caribou’, un espectáculo que intentaba reconstruir la historia de los afrodescendientes en el Perú. Fue difícil porque en ese momento nadie hablaba de afrodescendientes, sino de negros o negroide. Aún somos un país racista asolapado.

¿Te ha tocado vivirlo?
Muchas veces. Que la gente no te dé crédito porque eres afro. Cuando vas a un hotel en la playa y te dan un precio exhorbitante para no alquilarte el sitio. O cuando te dicen en una discoteca: “Ya está lleno”, y te cierran la puerta en la cara. Pero son luchas constantes.

¿Qué te fortalece?
La conciencia, la herencia y la historia. Saber que los africanos trajeron mucho conocimiento y valores. Ese descubrimiento te hace sentir igual que los otros.

¿Se puede decir que Kimba Fá es hijo de la crisis?
Eso es lo interesante. En mi barrio se ha generado la Fiteca, que es producto del olvido cultural en que están sumidos todos los pueblos y conos en nuestro país, donde no hay ninguna presencia cultural del Estado, donde los propios ciudadanos empiezan a hacer su línea de cultura y a trabajar su estética a partir de las carencias. Sí, somos producto de la sobrevivencia cultural en la que vivimos. Pero Kimba Fá es música, y también teatro. Queremos volver a las fuentes del arte escénico. Estamos en el límite de lo que se puede considerar un hecho musical, teatral. Y ahora en ‘Suena barrio’ contamos la historia de los pandilleros, del barrio chalaco.

¿Existe el barrio?
Existen barrios diferentes. En mi barrio nos educamos en la solidaridad dentro de la convivencia. Quizá hay otros barrios donde ni siquiera conoces al vecino, o si lo ves, te volteas para no conversar con él. En el Callao, pese a ese aparente achoramiento, se encuentran valores, como que al barrio no se le toca, a la chica del barrio no se le maltrata. Podemos sentirnos nostálgicos por ciertas cosas que ya no existen, pero debemos encontrar mecanismos para que estas nuevas formas de relación en los barrios funcionen.

"Saber leer al otro y, a partir de ello, poder relacionarnos", dice Sandoval sobre qué significa tener calle.(Renzo Salazar/Perú21).
"Saber leer al otro y, a partir de ello, poder relacionarnos", dice Sandoval sobre qué significa tener calle.(Renzo Salazar/Perú21).

¿Cómo reinventar Kimba Fá?
Kimba Fá nació como un espectáculo en sí mismo. Pero hemos hecho tres shows diferentes: ‘La ciudad suena’, ‘Kimba Fá Luces’ y ‘Suena barrio’. Seguimos hablando de nuestra realidad, pero con una estética diferente. Y siempre con relación a la tradición.

¿Vuelves al barrio?
Volví hace cinco años para hacer un trabajo en la comunidad. Fue lindo y eso me retroalimentó para hacer ‘Suena barrio’. Existen las pandillas y no se entiende por qué. De eso hablo en el montaje y reflexionamos más allá de lo que hay detrás de esa violencia.

¿Qué hay detrás?
Resentimiento, reacción al olvido y a la falta de oportunidades, es su forma de ser atendidos y considerarse parte de un todo.

Volviste a la casa de tu madre, la que dejaste para actuar.
Y fue interesante ver que todavía la gente no quiere sus espacios físicos y hay descuido. Hay que hacer un trabajo por ambicionar vivir mejor. Se debe hacer un trabajo fuerte de autoestima.

¿Qué te dio el barrio?
Una línea de trabajo, una forma de ser. Donde vaya, vivo con mi barrio adentro. Estoy orgulloso de ser lo que soy a partir de eso.

¿Qué es tener calle?
Saber leer al otro y, a partir de ello, poder relacionarnos.

Autoficha:
- “Nací en Comas, en el 66. Tengo 52 años. Estudié primaria y secundaria en mi barrio, en el colegio 3047 de La Balanza. Me dediqué al teatro y pude estudiar coreografía en Francia, diferentes tipos de danzas, entre ellas la africana. Quería ser profesor de secundaria, pero terminé como profesor de teatro”.

- “En Francia estuve en tres oportunidades. La primera, un mes, en la Escuela del Mundo, luego dos meses en el Festival de Montpellier Dance y finalmente hice un recorrido con el grupo Teatro del Milenio por todo Francia. Luego terminé Teatro en la Ensad, en Lima”.

“Siempre le digo a los jóvenes que la única forma de salvación es la lectura, la observación y la reflexión. Eso nos va a salvar de ser cualquier cosa e ir más allá. Para 2019 tengo muchas tareas: haré algunas giras con el teatro La Plaza, con Kimba Fá haremos el montaje ‘La Ópera Kimba’, que habla sobre la corrupción”.

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