Siempre que se reunían era a las cinco de la tarde, en la picantería La Chola de Cusco, cuenta el investigador y pintor de 81 años Roberto Villegas sobre los encuentros con su amigo, el artista Julio Villalobos. “Era muy simpático y conversador”, recuerda y menciona su grandeza como artista y lo representativas que son sus pinturas.

Villalobos fue un pintor cusqueño autodidacta y multifacético del siglo XX, que empezó diseñando carteles para chicherías y picanterías populares, ya que era común que en las entradas tuvieran retratadas escenas costumbristas.

Luego de jubilarse del trabajo que tenía en los ferrocarriles, se dedicó con más tiempo a la pintura. La procesión de San Blas, la fiesta del Santurikuy y las celebraciones del Corpus Christi fueron algunas de sus inspiraciones constantes. Los retratos de estas tradiciones, a través de sus ojos, se exhiben en El Cusco festivo de Julio Villalobos, en el C. C. Inca Garcilaso.

COMO ESPEJOS
Logró reconocimiento por ser uno de los pintores de las picanterías. Pero la promotora y coleccionista Alicia Bustamante le propuso que pintara en tela esas costumbres. “Sus lienzos eran hechos con costales de harina (tocuyo), que preparaba con tiza en polvo y cola”, explica Villegas, quien también es curador de la exhibición.

Su estilo reunía el color vibrante de las témperas, los dibujos sencillos y una idea clara de cómo era Cusco. “Por eso es rica su obra, era un espejo de la realidad y mostraba cómo eran los momentos donde la gente celebraba sus creencias”, agrega.

De lo poco que se sabe de Julio Villalobos, está claro que dejó una herencia magnífica, que progresivamente se reconoce.

DATO

- C.C. Inca Garcilaso (Ucayali 391, Centro de Lima). De 10 a.m. a 6 p.m. También confeccionó en pasta varios grupos procesionales del Corpus Christi.

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