El escritor mexicano fue parte de FILAY, la feria del libro de Ayacucho.
El escritor mexicano fue parte de FILAY, la feria del libro de Ayacucho.

Elvis Presley firmaba con el sello RCA Victor y estaba en brazos de su madre en una cafetería donde tocaban rock and roll. El mexicano bebió de ese momento. El rock and roll y luego el rock fueron la pista sonora de su generación. Pero también se interesó por lo que había detrás de aquel desenfrenado ritmo. Halló la contracultura y el deseo de cambiar el mundo. El programa de radio El lado oscuro de la luna fue la primera forma para intentarlo, además de ser el primer trabajo formal que tuvo relacionado con la escritura. Confeccionaba los guiones. Así vivió entre 1977 y 1981, cerca del rock, cerca de la literatura.

Nunca tuvo una guitarra eléctrica y quería ser rockero. Pero Juan Villoro ha escrito canciones para y ha dado una suerte de concierto-conferencia con músicos de Caifanes, registrado en un CD al que llama Mientras nos dure el veinte, que viene en el libro Tiempo transcurrido. Uno de los 30 libros que lleva publicados el autor mexicano, hijo de un filósofo y una psicoanalista.

Todas, razones suficientes para ser invitado permanentemente a ferias de libro y demás conferencias. Un escritor que es respetado y seguido, casi como una estrella de . La última de ellas fue en Perú, en FILAY, la Feria Internacional del Libro de Ayacucho, donde habló virtualmente de su pieza teatral Conferencia sobre la lluvia. “Cualquier mexicano que ha estado en Perú se ha sentido provisionalmente en México”, asegura y revela que acaba de leer La Perricholi, novela del limeño Alonso Cueto.

En el momento en que me comunico con Juan Villoro a , vía Zoom, está aterrizando la primera vacuna contra el COVID en la capital azteca. Por lo pronto, despegamos con la primera pregunta.

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-En un artículo (2004) para la revista Soho escribió: “tres noticias han cambiado el pulso del planeta: la privatización de la muralla china, el terremoto que aniquiló a México D.F. y la muerte de Diego Armando Maradona”. Le replanteo esa trilogía futurista con tres noticias que han cambiado el pulso del planeta solo en este año: la pandemia, la derrota de Trump y, efectivamente, la muerte de Maradona. ¿Con cuál empezamos?

Bueno, la muerte de Diego coincide. Lo mío era una profecía porque la revista decidió hacer obituarios. Y naturalmente, uno de los candidatos a morir en cualquier momento, ya desde entonces, era Diego Armando Maradona.

-¿Y se retracta de algo de lo que anticipó?

Diego siempre fue mayor que cualquier expectativa nuestra. En aquel obituario yo ya lo veía como una persona que no tenía muchas cartas novedosas que jugar y que caminaba al borde del abismo con la posibilidad de caer en cualquier momento; sin embargo, nos sorprendió en fechas tan recientes como 2018 al hacerse cargo de un equipo muy endeble del fútbol mexicano, Los Dorados de Culiacán.

-Parecía ser la resurrección del Diego.

Él llega en un estado físico muy malo, con sobrepeso, dificultad para caminar, en problemas para hablar y, sin embargo, contagió a los muchachos de un espíritu que los hizo salir del sótano de la Segunda División y aspirar en dos torneos consecutivos por la final de ascenso. Este milagro es difícil de entender cómo se dio. Forma parte del aura mágica de Maradona. Cualquier cosa que se haya escrito sobre él es limitada. Se necesita una multiplicidad de textos para acercarnos a esa figura que ya en vida era legendaria y que ahora se ha inscrito totalmente en el mito.

-¿Sigue sosteniendo que Pelé es el rey?

Son cosas distintas. Yo creo que Pelé logró más cosas dentro del fútbol que Diego. Tres campeonatos del mundo, lo cual se dice fácil. Hay que tomar en cuenta que el 70% de los partidos de Pelé no fueron filmados. Pero estas figuras son incomparables, porque Diego tiene otras virtudes que no tuvo Pelé, no solo la de ser zurdo. Diego logró transformar a los equipos en los que estuvo de una manera insólita. La capacidad de Diego de hacer mejores a sus compañeros es algo totalmente único. La gente lo entendió como una figura que iba más allá de las canchas, una especie de prócer, de Simón Bolívar con pantalón corto.

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-Ya llegó la vacuna a México. ¿Es una señal de que se vienen tiempos mejores o es una ilusión?

Tenemos un mundo hiperconectado, pero no tenemos un mundo unido. Hay que transformar el trato que tenemos con la naturaleza porque estamos acabando con el planeta. No se trata de salvar el planeta, porque el planeta puede seguir adelante sin nosotros. Tenemos que salvarnos a nosotros. Ahora bien, el ser humano es un especialista en oportunidades perdidas. Entonces, probablemente volveremos a la prisa, la avidez económica, a los planes de corto plazo y haremos caso omiso de las lecciones que nos ha dado el coronavirus.

-Bueno, nos seguimos oponiendo a las vacunas desde el siglo XIX.

En EE.UU. hay movimientos muy fuertes, algunos de ellos armados, que se oponen a las vacunas en contra de toda evidencia científica.

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-El tercer tema que le proponía es la derrota de Donald Trump. ¿Realmente ha sido derrotado?

La derrota de Donald Trump es relativa. Por principio de cuentas, tuvo más de 70 millones de votos. No ha habido un presidente en funciones con más respaldo numérico, lo cual avala buena parte de su política. Yo estaba viviendo en San Francisco cuando estalló la pandemia y hasta ese momento me parecía absolutamente obvio que Donald Trump se iba a reelegir. Solamente el coronavirus y el mal manejo de la epidemia hizo que perdiera. ¿Qué va a pasar con él? Donald Trump va a tener una oportunidad en cuatro años de realizar lo que es el verdadero sueño americano, que no es el triunfo en sí mismo, sino el “come back”: haber ganado, perder y volver a ganar cuando ya nadie lo espera. Es el guion perfecto en el imaginario norteamericano.

-Y habría que considerar que todos llevamos un Donald Trump por dentro.

Desde luego. Basta ver las redes sociales que nos han dado una indicación de las posibilidades binarias del ser humano. Las redes sociales han fomentado mucho el discurso de blanco y negro, que solo consta de la descalificación o la adhesión instantáneas. Las redes sociales fueron determinantes para que Trump ganara en 2016. Ahí hubo una lección de manipulación de la opinión muy importante, apoyado en ese gran instrumento de la polarización que son las redes sociales.

-En el disco Mientras nos dure el veinte, que es un show en vivo, usted dice: “Abróchense los cinturones y recuerden que en un avión de combate las turbulencias son una magnífica noticia. Es una señal de que el avión no ha sido derribado”. ¿Estamos en ese avión?

Espero que sí. Y espero que sea simplemente el camino agitado hacia un buen aterrizaje.

-¿Hacia dónde viaja en su avión personal?

(Ríe). Uy, hacia lo desconocido.

AUTOFICHA

- “Mi nombre es Juan Antonio Villoro Ruiz. Tengo 64 años. Nací en el 56, en el D.F. Estudié la carrera de Sociología. Cuando estaba en la preparatoria, que es nuestro bachillerato, ingresé a varios talleres de cuento. Yo quería dedicarme a la escritura”.

- “Con cierta idea, bastante inocente y romanticona, pensaba que si estudiaba Letras, lo que era una pasión romántica extraordinaria se iba a convertir en un matrimonio por conveniencia. Entonces, iba a tener que estudiar forzadamente y adentrarme por obligación en algo que yo quería vivir exclusivamente por pasión”.

- “Estuve en talleres de cuento con el ecuatoriano Miguel Donoso Pareja y el guatemalteco Augusto Monterroso. Y ahora voy a publicar una novela, ya está terminada. También está entregada una novela para niños. Y he terminado una obra de teatro”.

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