Oswaldo Reynoso
Oswaldo Reynoso

Una noche de 1970, en el bar Palermo, Oswaldo Reynoso (1931-2016) presentó su tercer libro de narrativa, El escarabajo y el hombre, ante una nutrida concurrencia. Fiel a su carácter díscolo y confrontacional, y algo sazonado por los licores detonantes que tanto le apasionaban, se paró en una mesa y con una amenazante exclamación mandó al carajo a todos los críticos literarios del Perú, algunos de los cuales estaban presentes en el local. Esta fue quizá la causa principal por la que la novela no consiguió una sola reseña en su momento y no obtuvo mayor repercusión, a pesar de la constancia de su calidad, que quemaba los ojos. Recién a finales de los años noventa volvió a publicarse y los jóvenes de entonces pudimos comprobar que la leyenda de este libro tenía sólido sustento. Ahora que La Travesía lo ha vuelto a lanzar en una muy cuidada edición revisada por el autor, he comprobado que su capacidad para deslumbrar y envolver al lector en un sugestivo vértigo de imágenes, símbolos y sensaciones no ha disminuido un ápice.

El escarabajo y el hombre es el libro más experimental entre los que Reynoso escribió. Su propósito era amalgamar una serie de historias paralelas muy distintas entre sí desde el punto de vista argumental, pero que desde una perspectiva metafórica evidencian puentes secretos que las comunican y enriquecen. Esta intención se cumple en gran medida, aunque en ciertos tramos, como los de las últimas páginas, el corte de planos puede pecar de abrupto y la disparidad hacerse notoria; pero es también evidente que aquí se muestra más ducho a la hora de estructurar los fragmentos con los que articula su ficción, a diferencia de la precedente En octubre no hay milagros (1965), frustrada, en buena medida, por estos problemas formales.
El primer plano narra una historia de gran capacidad metafórica: dos hombres, en una carretera abrasada por el sol, dialogan acerca del escarabajo que rodando una bolita de excremento pasa a su lado, infinitesimal e indiferente ante el paisaje que lo rodea. El segundo enmarca la conversación de un joven universitario y su profesor en un bar, plagada de inconfesables aventuras nocturnas y oscuros escenarios lumpenescos. Estos son reproducidos mediante una oralidad notable en sus matices y por el imaginario que convoca, poblado por seres marginales que comparten el mismo origen salvaje e inocente de los escarabajos: “¿De la mierda nacen? -Claro, sin embargo vienen al mundo limpios” (p.22).

El libro es asimismo crónica de la experiencia, representada en el coprofágico trayecto del escarabajo, que se ve enfrentado a situaciones humanas que contrastan con la existencia casi zoológica de Miquey, Pisquito y los demás protagonistas de la sórdida historia que protagonizan. Y, finalmente, es evocación de emblemas de muerte que pueden ser la pisada que nos desintegra y nos convierte en una estrella oscura en medio de la luz o el ser indefinible que en una esquina nos persuade de iniciar con él una ceremonia fúnebre y erótica a la vez.

Con El escarabajo y el hombre, Reynoso cerró la primera etapa de su obra, que no reinauguraría hasta casi un cuarto de siglo después, retomando muchos de los hallazgos que iluminan este libro en El goce de la piel (2006) o En busca de la sonrisa encontrada (2012). No es solo un libro central en la obra del escritor arequipeño, sino uno de los libros más arriesgados y vitales de nuestra narrativa contemporánea.

Valoración

Oswaldo Reynoso
- El escarabajo y el hombre.
- La Travesía Editora, 2017.
- Puntuación: 4 estrellas de 5 posibles.