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Redacción PERÚ21

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No somos nosotros es el último libro de Ricardo Sumalavia (Lima, 1968), autor de cuentos, microrrelatos y novelas que comenzó a publicar a inicios de los años noventa y ha desarrollado buena parte de su obra en el presente siglo. Si algo destaca en los títulos que ha publicado es un más que estimable trabajo con el lenguaje, plasmado en ocasiones con una elegancia poco común entre los escritores peruanos de nuestros días.

Este nuevo libro está integrado por una cincuentena de prosas que tiene como punto de partida el viejo tema del retorno. Sumalavia abandona la ciudad de Burdeos, donde vivió diez años, y ante la inminencia del regreso compone una suerte de bitácora emocional y literaria con el objetivo de viajar por caminos alternos a los geográficos y otras estancias, alejadas de lo físico, que enriquezcan la memoria de lo vivido y den sentido al nuevo periplo que adviene.

El problema es que estas metas no llegan a cumplirse exitosamente. La sensación insatisfactoria que experimenta uno cuando termina este libro no tiene tanto que ver con lo que no encontramos en él, sino por lo que hallamos entre sus páginas y no termina de cumplir las altas expectativas que su contratapa nos genera. En ella se nos anuncian unas páginas que, cito textualmente, nos hablan de la soledad, de nuestra trágica condición de individuos librados al desencuentro, y cuyo autor se aferra a los libros para paliar esta incertidumbre que lo asedia. Lo cierto es que esta propuesta se cumple apenas en algunos contados fragmentos y solo parcialmente.

Sumalavia, en efecto, nos comenta acerca de muchos libros y escritores –Danilo Kis, Levrero, Peter Hoeg y otros nombres abundan en este breve tomo– pero lo que nos cuenta de ellos casi nunca adquiere alguna hondura más o menos remarcable. Nos informa sobre los personajes que lo obsesionan, los pasajes de una lectura que lo entusiasmó, pero rara vez esto produce una reflexión luminosa, que nos cuestione o aunque sea podamos considerar atendible. Casi siempre son más bien motivos para dar pie a escenas de la vida cotidiana o familiar del autor, algún paseo por las calles de la ciudad que lo acoge, usualmente una anécdota personal amable y ligera. Esta es quizá la mayor objeción que podemos formularle al libro: se nos presenta como un puñado de escritos que escarban, mediante la experiencia literaria, lo más profundo de los meandros de la condición humana, y a cambio recibimos unos textos sin duda bien escritos, a veces muy bien escritos, pero que oscilan, salvo excepciones como aquel apartado que se refiere a la entrevista de Vallejo a Eguren, entre lo plano y lo inofensivo.

El otro problema es la falta de dirección del libro. Lo que debió ser un volumen de miscelánea acaba siendo un collage más que confuso, y eso provoca que a la mitad de la lectura uno no sepa muy bien cuál ha sido el propósito de esta supuesta bitácora que más que guiarnos hacia alguna parte, nos oscurece y extravía. Hay ejemplos de cómo trascender estos obstáculos, como el de las Prosas apátridas de Ribeyro, que si bien se distinguen por una dispersión temática, también lo hacen por un espíritu común que hilvana el proyecto, lo define y lo potencia, mientras que en este caso sucede exactamente lo contrario, lo que vuelve a No somos nosotros un intento fallido. Y esto es de lamentar, porque estoy seguro de que Sumalavia posee los recursos y el talento como para llevar a buen puerto empresas como lYa, as que se ha fijado aquí. Pero la literatura es como el fútbol: siempre da revanchas. Esperemos que la suya se concrete, y pronto.

  • Ricardo Sumalavia:
  • No somos nosotros
  • Seix Barral, 2017. 137 pp.
  • Relación con el autor: cordial.
  • Puntuación: 2/5

No se pierda la próxima Columna Vertebral sobre Modelos peruanas (que se ven peruanas), de Adriana Seminario.