Jimena Lindo: “Muchos nos morimos de miedo de decir la verdad”

“La gente viene al teatro para ver a personajes diciendo la verdad y ver sus verdades. Para eso está el arte, para ver la verdad. Nos desnudamos en escena con el público, estamos juntos en esto”, reflexiona la actriz a propósito de la obra de teatro ‘Perfectos desconocidos’.
Jimena Lindo es parte de la obra teatral 'Perfectos desconocidos', en el Teatro Pirandello. (Foto: Hugo Pérez)

Tiene un baúl lleno de cuadernos, que fueron sus diarios personales. Su primer diario lo tuvo a los 12 años y nunca dejó de escribir en uno. “Querido diario, hoy tengo examen” es el primer apunte que hizo. También escribió páginas sobre cuando le vino la regla, los chicos que le gustaron y el primer amor.

Hoy los diarios personales están, sobre todo, en el celular. ¿Qué pasaría si dejáramos que todos tuvieran acceso a este ‘nuevo diario’? Es una de las preguntas que nos propone la obra teatral Perfectos desconocidos, en la que Jimena Lindo actúa. Interrogante que gira en torno a los secretos en las relaciones personales. La obra va en el Teatro Pirandello (Av. Alejandro Tirado 274, Santa Beatriz), de jueves a lunes, a las 8:30 p.m., y domingos a las 7 p.m.

De padres ingenieros civiles, la pequeña Jimena insistía en ser bailarina de ballet y a los 5 años entró a esos escenarios, donde estuvo 11 años, hasta que descubrió el teatro. Veía a Drew Barrymore en E.T. y pensaba que ella podía estar ahí. “Mis papás me decían que las matemáticas servían en la vida, pero yo nunca la vi. Mi hermano es ingeniero, mi hermana administradora y yo, la oveja negra”, me dice con una sonrisa fresca y serena, sentada en el escenario del Pirandello, a 15 minutos de que empiece la función.

¿El celular es una extensión de tu cuerpo?

(Risas). Trato de que no lo sea. Felizmente, no es mi herramienta de trabajo. El celular lo uso para contactos sociales y familiares.

¿Cuándo pierdes frente al poder del celular?

Cuando estoy sola y entras en piloto automático. No piensas, simplemente coges el celular, entras a una red social y empiezas a ‘scrollear’ (deslizar). De pronto, dices: “¡Qué estoy haciendo, estoy perdiendo el tiempo!”, y paro.

¿Está mal que el celular sea una extensión del cuerpo, que de pronto tu vida esté ahí?

Hay gente a la que le funciona. Pero le tengo respeto al celular; no me parece tan inofensivo.

¿Dónde está su malignidad?

¡Yo vengo de la época en que no había nada!

¡Tú vienes de la época del slam!

(Risas). Sí, vengo de la época del slam, del cuadernito de recuerdos, vengo de la época en que escribíamos cartas y las mandábamos por correo. Hasta ahora tengo diarios.

¿Y hoy qué escribes?

Reflexiones o cosas que estudio y que están en los libros. Estructuro mis talleres, que son sobre crecimiento personal a través de herramientas teatrales, en los que introduzco lo que he aprendido a lo largo de la vida.

¿Dónde tienes más secretos: en el celular o en los diarios?

No siento que tenga secretos. He tratado de que mi vida sea bastante transparente. Ves mi celular y te aburres.

Bueno, si hubiera algo que esconder, tampoco me dirías.

(Ríe). A veces uno guarda secretos porque cree que son terribles y cree que esos secretos si se revelaran, casi te aniquilarían. Pero no es verdad. Cuando las cosas las sacas del baúl secreto, pierden peso y densidad.

Pero en los secretos también están las cosas malas que hacemos. Y estoy pensando en Perfectos desconocidos.

En la obra hay muchos secretos y los personajes están llenos de huevadas (ríe). Mi personaje tiene 10 años con su pareja, tienen una hija de seis años y la relación está de capa caída. Por miedo o vergüenza dejas de decirle a tu pareja lo que te pasa, que ya no sientes lo mismo. No nos comunicamos por miedo a la reacción de la otra persona.

¿Es posible contarlo todo?

Me gustaría creer que sí, vengan las consecuencias que vengan.

¿Eso te define, ser frontal?

Siempre he sido bastante frontal. La he cagado un montón de veces, la gente se ha ofendido. Pero he preferido tomar ese camino.

¿En qué te has equivocado?

De las que te puedo contar, en haberme quedado callada por el miedo a hablar. En el fondo, muchos nos morimos de miedo de decir la verdad. Por eso la gente viene al teatro para ver a personajes diciendo la verdad y ver sus verdades. Para eso está el arte, para ver la verdad.

¿A tu diario le contaste cuando decidiste que te ibas a dedicar a la actuación?

No sé. Fue algo intuitivo, es una necesidad de ser vista y reconocida. Yo tengo un hermano con síndrome de Down. Nací y al año y medio nació él; entonces, te imaginarás cómo la atención de la familia viró hacia él.

¿Cuánto aprendiste de él?

Me hizo generar una independencia a prueba de balas. Por más que mi familia es maravillosa, siento que me la he hecho sola. Y he tenido una conexión con la ternura. Hoy es un hombre de 41 años, maravilloso.

¿El artista tiene un ego diferente al resto?

Creo que no tiene que ver con el ego, sino con el dar y recibir. Nos desnudamos en escena con el público, estamos juntos en esto.

Pese a tu vocación por el arte, estudiaste para ser asistente de negocios. ¿Por qué?

Me obligaron (ríe). En quinto de media, cuando dije que quería ser actriz, mi papá me pidió que estudiara una carrera técnica. Era el 93, había mucho menos seguridad en el mundo de la actuación. Terminé y hasta trabajé en un broker de seguros. Pero tuve suerte: hice un casting para la novela Tribus de la calle y me llamaron. Pero he vuelto al mundo corporativo para dar talleres.

¿Qué te interesa enseñar?

Trabajo de grupo, cómo salir del piloto automático, cómo empatizar con tus compañeros.

¿Cuál sería una máxima que siempre das?

Respira. Genera espacio entre el hecho y la reacción. Para generar ese espacio, lo que nos salva es la respiración. En ese espacio puedes decidir. Haz una pausa. No reacciones. Silencio.

"Vengo de la época en que escribíamos cartas y las mandábamos por correo”, señala.

AUTOFICHA:

-“Soy Jimena Estefanía Lindo Biondi. Nací el 9 de diciembre de 1976, tengo 43 años. Soy actriz. Estudié en muchos talleres y el principal fue el de Roberto Ángeles. También estudié Educación en la Católica; acabé la carrera, pero no he sacado mi título, estoy en eso”.

-“La enseñanza es una rama en la que nunca imaginé estar. Mi mamá es docente y toda su vida se ha dedicado a la enseñanza. Es una apasionada de la enseñanza. Claro, ella enseña Resistencia de Materiales, Concreto. Enseñó en la UNI 17 años y ahora está en la UPC”.

-“Lo que más he hecho es teatro. Pero también me gusta el cine y la televisión. Para este 2020, en octubre haré una obra con Juan Carlos Fisher. Puede que este año haga TV. Seguiré dictando talleres; estén atentos a mi página de Instagram: @lindojimena, donde siempre posteo los próximos talleres”.

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