Jesús Felipe es presidenta de la asociación gastronómica Sazón y Sabor Peruano.
Jesús Felipe es presidenta de la asociación gastronómica Sazón y Sabor Peruano.

No había nadie en casa. Albertina iba a pasar sola aquella . Pero llegó ella. Nació Jesús, era la medianoche, era 24 de diciembre. Cortó el cordón umbilical y la arropó. Así nació su segunda hija, de diez que finalmente tendría. “Tengo una madre maravillosa”, me dice Jesús sobre Albertina que, sin saber leer ni escribir, formó a sus hijos.

Jesús tiene 57 años y, de lunes a jueves, vende refrescos por el Mercado Central y Mesa Redonda. Chicha morada, chicha de jora o maracuyá calman la sed de los transeúntes. Los demás días, está en la plazuela Las Limeñitas, también en el Centro de Lima, donde pone en marcha su labor como presidenta de la asociación gastronómica Sazón y Sabor Peruano, que agrupa a mujeres que enfrentan la pobreza, la enfermedad, la violencia, pero que son líderes y guerreras que sacan adelante a sus hijos. Organización que ha recibido la ayuda de la Fundación MAPFRE, que donó 3.8 millones de soles para distintos proyectos como parte del proceso de reactivación en medio de la .

No tuvo tiempo para jugar. No tuvo tiempo para ser niña. Jesús Felipe trabaja desde los 5 años de edad. Jugaba a criar a sus hermanos. Cuando fue madre, a los 18, su hermana menor tenía nueve meses de nacida. Trabajadora del hogar y ambulante fueron algunos de los oficios para sobrevivir y salir adelante con sus dos hijos. Hoy es cocinera, lideresa y abuela.

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-Para quienes nacen un 24 de diciembre puede ser una doble celebración o también se puede duplicar el dolor.

Algunos años han sido momentos difíciles. Cuando mis hijos eran pequeños, yo la pasaba trabajando al lado de ellos y no había Navidad ni cumpleaños, ni Día de la Madre ni celebración alguna porque no había dinero ni tiempo.

-¿Hoy cómo está, Jesús?

Empoderada y reactivándome junto al grupo de guerreras que presido. Nuestra misión de vida es ayudar; los que no hemos tenido nada, valoramos lo poco que nos llega y lo sabemos compartir.

-¿Cómo nace la organización?

Vengo de un hogar donde se pensaba que la violencia era sinónimo de amor, y lamentablemente conmigo ejercieron violencia de toda índole. Cuando aplican violencia te hacen sentir que eres nada. Mi madre, una mujer iletrada, trabajaba, y ella me enseñó desde muy pequeña la palabra trabajo, gracias a eso pude salir adelante. Vendíamos fruta por las calles con nuestro triciclo. Pero me tocó enamorarme de una persona que no entendió lo que era la palabra pobreza y lo que era el amor.

-¿Qué la hizo reaccionar frente a la violencia?

Cuando un día me vi ensangrentada en un hospital, mientras me cocían la frente, me ponían 15 puntos y yo decía: “no más, no me lo merezco, soy un ser humano”.

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-Con una vida tan dura, ¿qué la sostuvo de pie?

Siempre dije: saldré a adelante porque sé trabajar, sé cocinar, sé lavar, sé planchar. Decidí trabajar pero no quería que la municipalidad nos correteara a palazos, quería ser diferente, y comencé a cocinar. Mis hijos me decían: “mamá, está rico”, y salí a vender a las calles, fui ganándome clientes y fui conociendo a mujeres como yo. Siete mujeres nos juntamos para fundar Sazón y Sabor Peruano, nos conocimos en la Alameda Chabuca Granda, y veíamos un parque abandonado, hasta con pirañas: la plazuela Las Limeñitas, y pensamos que ahí podíamos vender. Decidimos armar nuestra institución. El derecho de ingreso era tener una necesidad o algún problema; así sumamos 138 mujeres. Fuimos contando nuestras historias y nos iban abriendo las puertas. Que la Fundación MAPFRE se haya fijado en nosotras nos causa mucha felicidad.

-Pero la vida le tenía otra piedra en el camino: un cáncer.

Tenía dolores en el brazo y fui al huesero pensando que era porque cargaba tanto peso. Pero resultó ser un cáncer al seno. Mis hijos todavía estaban en plena formación, y sentía que me moría. Pero tuve en Sazón y Sabor una familia, hicieron misas de sanación, me acompañaban. Y hoy estoy con mi cáncer controlado.

-¿Qué cambiaría de lo que le ha tocado vivir?

Nada. Si cambiara algo, no hubiese podido conocer a tanta gente hermosa que tengo en la asociación; así nomás no encuentras gente que no tiene y comparte, nosotras compartimos lo que no tenemos. Tengo una maravillosa nieta, no podría cambiar eso. Sobreviví sin hacer daño a nadie, sobreviví y pude darles a mis hijos la calidad de vida que yo no pude tener. A pesar de que dormían en las calles conmigo, son profesionales: mi hija es abogada y mi hijo es técnico en computación.

-¿Usted qué quiso estudiar?

Ingeniería. Era una de las mejores alumnas. Siempre traté de destacar, pero las oportunidades no se dieron en ese momento.

-¿Qué quisiera lograr hoy?

Que nuestra organización crezca más con las mujeres que hayan decidido salir adelante. No quisiera que en las calles haya mujeres sentadas pidiendo limosnas.

-¿No le tocó pedir limosna?

Iba a limpiar las casas, iba a lavar ropa ajena, iba a cocinar; y eso me ayudaba a salir adelante.

-¿Eso se llama dignidad?

Dignidad y perseverancia. Caí muchas veces, pero me sirvió cada caída para levantarme mejor.

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-Usted ya no tiene necesidad de salir a las calles a vender, ¿por qué lo hace?

Porque tengo a mi espalda a mis compañeras (de Sazón y Sabor Peruano). Mis hijos me dicen “no lo hagas”, pero mi misión de vida es esa. Hay mucha gente afuera que todavía no encuentran el horizonte. Si salgo y doy la cara, sé que me van a encontrar.

-En cada salida capaz encuentra a una Jesús en el camino.

Sí, sí. Mi vida pertenece afuera porque me necesitan. Si alguien no hace algo, para qué pasamos por este lugar tan hermoso; para qué si no hay misión de vida. Lo poco que tenga no me lo voy a llevar en un cajón.

-¿Cómo imagina esta Navidad, que cumplirá 58 años?

Con mi nieta, con mis hijos, con mi gente, con Sazón y Sabor.

AUTOFICHA:

- “Soy Jesús Fortunata Felipe Mujica. Tengo 57 años. Nací en Lima, en el Rímac, en una casa. Estudié primaria, secundaria y fui una de las alumnas más destacadas, siempre traté de destacar porque quería que mi madre se sintiera orgullosa. A todos nos dio estudios”.

- “Tengo una hermana que es médico, tengo hermanas que son profesoras, hermanos taxista, un ingeniero. Mi madre está contenta de sus hijos. A pesar de no saber leer ni escribir, nos inculcó muchos valores, pese a que hemos vivido en una zona roja en el Rímac”.

- “Mis especialidades en la cocina son un seco de cabrito a la norteña, también un riquísimo anticucho, una pachamanca a la olla. Sí estuvo entre mis sueños abrir un restaurante grande, ponerle Sazón y Sabor Peruano, ese nombre siempre estuvo, pero hoy tengo el mejor restaurante: un mercado, una plaza”.

DATO:

Para contribuir con la reactivación económica del sector gastronómico afectado por la pandemia, Fundación MAPFRE ha donado 600 mil soles al proyecto Comida Para Todos, una iniciativa que impulsa Peruanos Unidos por la Cocina y la Alimentación (PUCA) junto con la asociación La Revolución, en colaboración del Programa de Gastronomía de la PUCP y de la Municipalidad de Lima, que benefician a pequeños productores, agricultores, restaurantes y ollas comunes.

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