Jaime Bayly: "Cuando más poder tengan los escritores y artistas, el Perú será mejor"

Escritor y periodista Jaime Bayly volvió a Lima para presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). Antes conversamos con él.
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Jaime Bayly vino a Lima a presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). (Luis Centurión/Perú21)
Jaime Bayly vino a Lima a presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). (Luis Centurión/Perú21)
Jaime Bayly vino a Lima a presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). (Luis Centurión/Perú21)
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Jaime Bayly vino a Lima a presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). (Luis Centurión/Perú21)
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Jaime Bayly vino a Lima a presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). (Luis Centurión/Perú21)
Jaime Bayly vino a Lima a presentar su nueva novela 'Pecho Frío' (Alfaguara). (Luis Centurión/Perú21)

Se ha pasado la vida tratando de escribir ‘Conversación en La Catedral’ o ‘La ciudad y los perros’. Dos novelas que le cambiaron la vida. Mientras tanto, acaba de lanzar ‘Pecho Frío’ (Alfaguara), su obra número 15. 

Tocamos el timbre y baja personalmente a abrirnos la puerta del edificio donde vive, ubicado en una inmaculada y silenciosa calle sanisidrina. 

Tenemos 40 minutos para conversar con el también columnista de este diario, porque debe ir a presentar su última publicación a la . Pero nos olvidamos del cronómetro y empieza esta entrevista.

Con 53 años encima y tras aseverar que dejaste todo por la literatura, miras atrás, ¿y valió la pena?
Creo que no me equivoqué. He cumplido, modestamente, mi destino. No me considero un gran escritor, pero he conseguido ser un escritor y esto no ha sido fácil. No vengo de una familia de artistas, mis padres han sido enemigos históricos de mi trabajo.

Sin embargo, se te ve reconciliado con tu madre.
Sí. Mi padre murió hace más de 10 años y con él hubo una reconciliación al final. Pero nunca logramos ser amigos. Si miro atrás, estoy tranquilo. No estoy orgulloso de mis libros, no tengo una obra literaria. Evito esas desmesuras, pero siento que he cumplido mi destino y no ha sido fácil. Habría sido más fácil graduarme como abogado o seguir siendo un figurón de la tele.

¿Ya no te sientes un figurón de la tele?
Comencé, además, muy temprano. Salí en la tele con 18 años. Pero sigo siendo un figurón de la tele, porque tengo un programa en Miami, se ve en todo EE.UU., tiene moderado éxito. Hay bastante gente que me ve en la tele y que tal vez no me lee. Pero me siento un escritor que hace televisión y no al revés.

¿Qué es ser un gran escritor?
Grandes escritores son Vargas Llosa, García Márquez, Borges, Bioy Casares, Cortázar, Javier Marías, Javier Cercas, Truman Capote, Faulkner, Hemingway. Yo soy un pigmeo a lado de todos ellos. Los grandes escritores dejan una obra inmortal y yo no puedo decir eso de mis libros.

¿Por qué hay sectores del circuito literario nacional que no te quieren?
Yo lo entiendo, no me molesta. Quizá es un prejuicio fundado en el hecho de que yo hago televisión, llevo una vida pública desde muy joven, tengo opiniones políticas enfáticas o atrabiliarias. Aquí quizá los escritores, que son una pequeña cofradía a la que no pertenezco ni he querido militar, tal vez me han visto siempre como un personaje escandaloso, frívolo. No lo sé.

Si dices que no hubo influencia en tu hogar, ¿de dónde viene la vena para escribir?
El periodismo me llevó a la literatura. Y al periodismo me llevó mi mamá. Ella estaba profundamente preocupada por mí. Yo era un adolescente rebelde, me llevaba pésimo con mi papá, me escapaba de la casa. Cuando terminé tercero de media, alarmada por mi conducta díscola, habló con sus amigas y le dijeron por qué no le buscas un trabajo a Jaime. Y mi mamá era amiga del director de La Prensa, Arturo Salazar Larraín. Ella me consiguió el trabajo allí. Entré en el verano de 1980, con 15 años apenas cumplidos. Trabajé hasta el 84, cuando quebró. Esos años fueron una educación. Ahí descubrí el mundo de las palabras.

¿Cuál es la pretensión de ‘Pecho Frío’?
Hacer reír al lector. Es una novela en clave de humor. Mi única novela con pretensiones humorísticas comparable a esta, aunque distinta, es ‘Los últimos días de la prensa’, que pretendió ser una sátira del Perú que yo conocía a principios de los ochenta. ‘Pecho Frío’ es una novela muy irrigada por el humor esperpéntico.

Desde los nombres de los personajes, como Mama Güevos o Culo fino.
Todo en ‘Pecho Frío’ es delirante, exagerado, caricaturesco y llevado al humor. Yo quería que fuera una caricatura del Perú, una sátira bastante exagerada.

Pero te quedaste corto.
Por ejemplo, hay un juez Chato Ñoco, que no es muy distinto de los jueces de los audios. Hay políticos como la señora Ajinomoto, el señor Pelele Lelo, el candidato Flauta Dulce, que no son muy diferentes de nuestros políticos y candidatos presidenciales. Hay unos periodistas tremebundos. Yo traté de que fuera una sátira, una cosa burlona, pero el Perú se encarga de que la caricatura no parezca tan divorciada de la realidad. El Perú es un país fascinante, porque nunca te aburre.

Bayly

El presidente Martín Vizcarra, en su último mensaje, propuso un referéndum para definir si los congresistas deben ser reelectos o no y también consultar sobre la bicameralidad.
Me parece una buena idea no reelegir congresistas, pero no sé si sea una buena idea que el Congreso tenga dos cámaras.

¿Qué impresión tienes del presidente Vizcarra?
Muy buena, confió en él. Me parece un hombre austero, honrado, bien intencionado.

En algún momento se le ha exigido carácter, reacción.
Eso proviene de la educación que nos han insuflado. Siempre buscando un espadón, un caudillo, un mandamás. Los buenos políticos no son gritones o autoritarios.

Marco Aurelio Denegri falleció el último viernes. ¿Qué te deja su partida?
Lo admiraba. Lo entrevisté alguna vez. Me reí mucho, era un hombre muy divertido. Era culto y al mismo tiempo risueño. Tenía un gran sentido del humor. Pero era un ave rara en el Perú, porque leía, se atrevía a ir contra la corriente. A mí me despellejó más de una vez. Sus críticas a mis libros fueron feroces. Pero al mismo tiempo bienvenidas, porque era una mirada ilustrada. Ojalá hubiera más gente como él en el Perú: que lea y que persiga el arte. Una de las grandes tragedias de este país es que el arte es una cosa muy minoritaria. Aquí desde niño, en los colegios, nos enseñan a admirar a generales, a héroes militares y luego nos enseñan a admirar a políticos profesionales. Yo creo que las sociedades más avanzadas desconfían profundamente de los militares y de los políticos burocráticos. Hay que encontrar la sabiduría, las claves, la esencia de la vida en el arte. Cuando una sociedad admira más a espadones, a héroes militares o a caudillos políticos y no a sus escritores, pintores o a sus cineastas, son señales de que las cosas no van bien, de que estamos mirando a la gente equivocada. ¿Qué vamos a aprender de Toledo, de Humala, de Alan? ¿De qué manera esas vidas pueden inspirar a nuestros jóvenes? Es imposible.

¿Qué aprendiste en el colegio?
Que los chilenos eran nuestros enemigos, que habían violado a nuestras mujeres y que se habían robado nuestras joyas. Aprendía esa forma de rencor. Y es una estupidez ver a los chilenos como nuestros enemigos. Aprendes también que las verdades religiosas deberían ser incuestionables. Todo lo que predica la religión es una verdad escrita en piedra.

Pese a ello, ¿somos una mejor sociedad?
Sí, comparada con la que viví cuando yo era joven o niño. Principalmente, porque el Perú, además de ser un país en democracia, es un país en que la clase media ha progresado. El Perú tiene una clase media. Esto lo noto muy vivamente. Una clase media que viaja por el país, que se siente orgullosa del Perú, que no se quiere ir a vivir a otro país porque acá hay futuro, que manda a sus hijos a estudiar a la universidad. No vamos por mal camino, vamos por el camino de Chile, y menos mal no por el de Venezuela.

Jaime, 15 libros después, qué le dirías a tu mamá.
Vengo de almorzar con ella. Nos queremos muchísimo, hemos aprendido a cohabitar. Las familias no son muy distintas de la política, porque cada uno es como un pequeño partido, cada miembro de la familia tiene su agenda. La de ella es muy religiosa, la mía es más política o artística. La clave está en saber cohabitar. Con los años uno descubre que discutir no vale la pena, porque ¿quién tiene la razón? Le he regalado ‘Pecho Frío’, se lo he dedicado.

¿Qué dice la dedicatoria?
Para Doris Letts, la mejor madre del mundo, la más buena y generosa. Y he pensado: ojalá este libro le guste, porque que yo sepa ninguno le ha gustado. Creo que ha tratado, pero los ha ido dejando. Y cómo podría enojarme con ella. Mis primeros libros tenían mucha sensibilidad gay, muchas drogas, sexo, promiscuidad y mucha desdicha.

¿Desde la desdicha se escribe mejor?
Oh, sí, claro. El arte siempre surge de la desdicha, de la infelicidad, de la frustración, de todo lo que salió mal, de lo cabrona y putañera que es la vida. El arte es una manera de vengarte de todo aquello, de redimirte de esas derrotas y frustraciones. Es una manera de decir: como las cosas salieron tan mal, las voy a inventar de nuevo y las voy a crear mejor.

En nombre de las buenas historias, hay que estar metiéndose en problemas permanentemente.
Me temo que sí. Un buen libro siempre tiene una carga explosiva, cartuchos de dinamita. No sabes cuándo eso va a explotar y a quién le va a reventar en la cara. Un buen libro tiene que joderle a alguien. Si el libro es honorable y pudoroso y es virtuoso y todos son felices, y no despeina ni abofetea a nadie, sospecho de ese libro, dudo que sea bueno.

Bayly

¿Cuáles son los libros que quisieras escribir?
Me he pasado la vida entera tratando de escribir Conversación en La Catedral o La ciudad y los perros. La primera por la mala relación de Zavalita y su padre, y por la homosexualidad escondida de Fermín Zavala. Y la segunda por el conflicto terrible que hay entre los militares y la literatura, entre el Leoncio Prado y el poeta. Es uno de los grandes conflictos del Perú: cómo el peso de lo militar, de los militares brutos, represores, ajenos al arte y la cultura pisotean cualquier tentativa de expresión artística, porque es una “mariconada”. Eso lo encontré en mi padre, quien no era militar, pero era íntimo amigo del ‘Gaucho’ Cisneros. Todos sus amigos venían a la casa y se emborrachaban y tramaban golpes militares. Yo aprendí a tener profunda alergia a los militares y casi todo lo que he hecho en la vida es por oposición a ellos y a los curas, que son los dos grandes partidos políticos de este país. Esos dos partidos le han hecho un daño del carajo al Perú. Si algún día pensé en meterme en política era precisamente para rebajar el poder de los militares y los curas. Cuando menos poder tengan y más poder posean los escritores, músicos, pensadores, artistas el Perú será un país mejor.

Si no hubieras sido periodista o escritor, ¿cuál habría sido tu destino?
El mundo de la política me ha fascinado desde niño. Mi mamá me decía que algún día sería presidente. En las cenas familiares, que eran muy británicas, mi abuelo paterno a la hora del café hacía sonar la campana y me pedía que yo diera un discurso. Yo tenía 11, 12 años. En la cena me la pasaba pensando en lo que iba a decir. Hubiera podido ser un político.

¿Ya no es una posibilidad?
Elegí ser escritor, pero la política siempre cosquillea tu vanidad. Algunos pocos te aplauden, sales en los periódicos, crees que eres importante. Me salvó ser un escritor. No quise ser candidato presidencial porque pensé que no iba a poder escribir. Gane o pierda iba a quedar hundido en el pantano de la política. Es fácil entrar a la política, pero después no sales nunca.

¿Vargas Llosa no logró salir de ese pantano?
Salió, sí, pero hizo algo que yo creo que no haría, con lo mucho que lo admiro. Si te metes en política, fundas un partido y eres candidato presidencial, deberías quedarte. Es un compromiso para toda la vida. Y si pierdes, estás obligado a quedarte en ese país a dar la batalla desde la oposición, a no disolver tu partido y a no irte a vivir al extranjero. Es mejor tener lectores que electores.

Hablando de pantanos. En el fútbol tenemos a Oviedo involucrado en los audios, se dice que Oblitas no sigue y sobre Gareca se especula que no va más. ¿Volvimos a nuestra realidad?
Es terrible. Cuando las cosas empiezan a salir bien, todo se confabula para arruinarla. Si yo fuera Vizcarra, llamo mañana mismo a Gareca y me siento con él y le digo: ¿qué tenemos que hacer para que se quede? Si tenemos que triplicar su sueldo, hay que hacerlo. No nos podemos dar el lujo de perder a Gareca. Si finalmente se marcha, me encantaría que Oblitas asuma ese puesto.

¿Qué le dirías a tu padre?
Papá, acá te regalo ‘Pecho Frío’, a ver si te ríes un poco.

AUTOFICHA:
“Soy Jaime Bayly Letts. Tengo un solo nombre. Mi padre se llamó Jaime. Nací el 19 febrero de 1965, en el Hogar de la Madre de Miraflores. Soy el tercero de 10 hermanos. Estudié en el colegio Markham y cuarto y quinto de media en el San Agustín. Comencé la Facultad de Derecho en la Católica y la dejé”.

“Decidí que no podía ser abogado ni político, porque descubrí que era bisexual. Me enamoré de un amigo de la universidad y esto tuvo un efecto sísmico en mi vida. Soy periodista desde 1980. En La Prensa fui cortacables, reportero policial, cronista deportivo y columnista”.

“En televisión trabajo desde noviembre de 1983, cuando aparecí por primera vez en Canal 5, en unas elecciones municipales en las que Alfonso Barrantes ganó la alcaldía. Serán 35 años en este noviembre. Y quiero venir a hacer El Francotirador en enero o febrero de 2021, domingo, a las 10 de la noche”.

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