Idel Vexler: “Tengo a la educación como un compromiso  militante”. (Juan Ponce/GEC)
Idel Vexler: “Tengo a la educación como un compromiso militante”. (Juan Ponce/GEC)

En Santa Ana de la Huaca no había agua, desagüe ni energía eléctrica. Para llegar al colegio, tenía que caminar un kilómetro de ida y otro de regreso, sofocado por el intenso sol del norte del Perú. La novedad de aquella época eran la radio y el telegrama. El hijo de padre judío, vivió ahí hasta acabar la primaria.

Paquita, sanmarquina, profesora y siete años mayor que él, no quería que su hermano sea profesor. Pero Idel Vexler confiaba en Idel Vexler. Le gustaba enseñar, dice que era “un chico muy proactivo” y estaba interesado en el trabajo social. En Lima, ingresó a la universidad para ser maestro de secundaria en ciencias. Pese a la partida de su abuela que lo crio, al cáncer que tuvo su madre, a la ausencia del padre y a la partida de Paquita hace más de una década, su camino siempre ha ido cuesta arriba. Y hoy llega a otra cúspide: El moré. El maestro (Primera Persona, 2021), libro de memorias donde narra el trayecto personal y profesional que lo ha llevado a ser ministro de Educación.

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Está solo y sentado en una banca en medio del jardín que divide la avenida San Borja Norte. Viste terno azul, camisa blanca, corbata y lleva un infaltable anillo en el dedo anular izquierdo. Faltan cinco minutos para el mediodía, hora de nuestro encuentro. “La extraño ahora más que nunca. Me hubiese gustado que ella viera, después de más de 11 años de fallecida, que llegué a ser ministro, que en este tiempo escribí cuatro libros, que soy el único docente de aula que tiene los tres grados de las palmas magisteriales en el Perú: educador, maestro y amauta”, me dice sobre Paquita y él. Lo hace con voz alta, los transeúntes voltean, sus palabras se imponen al ruido de los autos. Sentados en aquella banca, hablamos de su libro, del ser maestro y de Paquita.


-En el prólogo del libro, el profesor León Trahtemberg dice que, según las leyes laborales, los dos tendrían que estar jubilados o retirados. Usted en esta pandemia ha padecido algunos problemas de salud. ¿Por qué persistir?

Tenemos a la educación no solo como un trabajo o como una fuente de ingresos, sino también tenemos a la educación como un compromiso militante no solamente en el desarrollo de políticas y medidas educativas, donde he estado muy cerca más de 50 años, sino porque somos maestros, nunca hemos dejado el aula. Si bien ahora no trabajo con niños ni adolescentes, trabajo con padres de familia, profesores, directores, catedráticos y, de alguna manera, con los comunicadores.


-¿Por qué eligió la educación y la gestión pública? Es comprarse un pleito.

He trabajado en la escuela pública. He estado estudiando en la escuela primaria pública, en una universidad pública popular de primera categoría. Cuando decido ser docente, lo que pretendo es ser un buen maestro en el aula. En mi tierra, trabajé casi cuatro años. Vengo a Lima y trabajo en Comas con Fe y Alegría, después en Independencia, Magdalena. Estar en contacto con la docencia pública me permitía ver el distanciamiento entre las decisiones de las políticas públicas en educación; al mismo tiempo, trabajar en un colegio de excelencia, experimental durante cerca de 30 años (en el colegio León Pinelo) hasta ser director, me permitía generar aspiraciones para que esa alta calidad también ocurriera en la escuela pública.


-Pero eso también puede ser frustrante por las carencias del sector público.

Para mí nunca fue frustrante. Siempre traté de esforzarme y de influir en otros para que prime el trabajo. Por eso es que siendo docente, tutor, coordinador, director, me comienzan a convocar al Ministerio de Educación para opinar técnicamente, lo que me generaba una experticia porque conocía el nivel público y las condiciones de calidad del privado. Cuando volví a la escuela pública, porque estuve cinco años separado de ella, el ministerio me llamó e hice labores de especialista en áreas técnicas, ciencias, tutoría, tratando de llevar lo de León Pinelo a las políticas públicas; después de varios años, me nombran subdirector general de primaria y secundaria. Creí que era suficiente, pero León Pinelo me nombró director, entonces dejé el ministerio. Y luego volví a la escuela pública, al Colegio 78 de Magdalena.


-¿Por qué volvió a la escuela pública?

Lo hice por decisión propia. Tenía un compromiso con la escuela pública. También porque necesitaba los dos saberes: público y privado.


-Pero toparse con la realidad de lo público debe ser difícil para realizar un buen trabajo.

Es que depende de tu compromiso. Si bien ambos sectores de alumnos eran muy respetuosos de tu trabajo, con los alumnos de la escuela pública veía sus aspiraciones y cuando comencé a trabajar en la tarde y en la noche, vi que si bien tenían una serie de carencias, porque muchos vivían en cuartos y otras eran empleadas del hogar, era gente que en la noche encontraba el calor del igualitarismo humano que parecía no había en el día. Recuerdo una anécdota: en la época del terrorismo, se apagaba la luz y ellos no se iban a sus casas. Todas estas experiencias me sirvieron mucho para ser director de primaria y secundaria, viceministro en tres gobiernos y llegar a ser ministro.

-Usted se hizo solo y también gracias a su hermana. Si pudiera decirle algo a ella, ¿qué le diría?

Que cada día la extraño más, y lo que más lamento es que ella no pueda ver que todo el cariño y esfuerzo que puso en su hermano dio fruto.


-¿Qué le falta hacer?

Mucho.


-¿Y por qué escribir El Moré? Las memorias suelen llegar cuando se piensa en el retiro.

No escribo estas memorias como parte de la finalización de mi vida personal y profesional. Es parte de mi vida personal y profesional. Pretendo seguir activo, trabajando y produciendo por la educación de mi país. Y también espero seguir gozando de mi familia: hijos, esposa, nietos. Las personas deben construir su futuro momento a momento; el presente y el futuro se construyen hasta el último día de nuestra vida.

AUTOFICHA

- “Tengo 72 años cumplidos. Nací en el pueblo de Santa Ana de la Huaca, provincia de Paita, departamento de Piura. Me gusta decir el distrito donde he nacido. Mi título profesional es Profesor de Secundaria en Química y Biología, y también he enseñado cívica, matemática”.

- “He escrito seis libros. Y ahora pretendo que quienes lean El Moré. El Maestro tengan fe en sí mismos, y que su proyecto de vida lo construyan momento a momento. En el campo de la educación, me siento moré, maestro, y ese mensaje se lo transmito a todos los colegas”.

- “Creo que también he tenido suerte en la vida; con tantas dificultades, he podido constituir una familia entre mi hermana y yo, donde navidades y años nuevos nos la pasábamos durmiendo, solos. Antes de que me casara, mi sostén era mi hermana, y para ella, en menor escala, yo era su sostén”.

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