El edificio donde permanece el Bar Cordano fue el histórico Hotel Comercio (Foto: Luis Centurión/Perú21)
El edificio donde permanece el Bar Cordano fue el histórico Hotel Comercio (Foto: Luis Centurión/Perú21)

Era considerado el crimen del siglo. La gente estaba pendiente de los nuevos detalles que se iban descubriendo cada día y de las declaraciones de la Policía, se convirtió en el suceso del momento que atrajo la curiosidad de hombres y mujeres, así como el incremento de las ventas de los diarios que seguían la macabra historia. Incluso, algunos se entusiasmaron al encontrar en este asesinato una historia que podían equiparar a los crímenes de las ciudades más cosmopolitas. El narrador Clemente Palma, hijo del tradicionista, escribió en la revista “Variedades”: “Por fin tenemos en nuestro medio uno de esos crímenes horripilantes que son moneda corriente en Londres, Nueva York, Berlín o Chicago”, como una aproximación a la modernidad que se esperaba de la de los años treinta.

Espectáculo macabro

Sucedió un 24 de junio de hace 90 años, en el tercer piso del edificio donde se encuentra el popular , en la antigua calle que hoy conocemos como jirón Ancash. Al frente, se encontraba la Estación Desamparados (donde funciona actualmente ) y el .

El Hotel Comercio estaba a pocos pasos de la Estación Desamparados (hoy Casa de la Literatura Peruana) y resultaba idóneo para los viajeros que estaban de paso por Lima. (Archivo)
El Hotel Comercio estaba a pocos pasos de la Estación Desamparados (hoy Casa de la Literatura Peruana) y resultaba idóneo para los viajeros que estaban de paso por Lima. (Archivo)

Los sucesos oficiales consignados en las crónicas policiales daban cuenta de dos personajes españoles que llegaron de Bolivia a la Estación Desamparados con un supuesto botín de joyas robadas. Se hospedaron en el Hotel Comercio porque se encontraba a escasos pasos de la estación.

Ellos eran Genaro Ortiz y Marcelino Domínguez. Al parecer, discutieron en la habitación 89 ––donde se hospedaban––, por causa de estas joyas y, mientras Domínguez dormía, Ortiz aprovechó en buscar un martillo y un serrucho en calles cercanas al hotel. Mató a Domínguez con golpes en la cabeza, descuartizó el cuerpo y los guardó en dos maletas. Con una personalidad calculadora, Genaro Ortiz preparó su fuga. Dejó ambas maletas en otro hotel frente al Teatro Municipal y partió al Callao. El Decano anotó en sus páginas los comentarios y exclamaciones del público que estaba presente al abrir las maletas con el cuerpo descuartizado: “¡Qué cosa tan horrible! ¡Qué espectáculo tan macabro! ¡Qué mal olor tan insoportable!”, decían los testigos tapándose la nariz.

Rostro del "descuartizador del Hotel Comercio", Genaro Ortiz, ciudadano español que llegó a Lima con su futura víctima a la Estación Desamparados. (Imagen: "El siglo XX en el Perú a través de El Comercio").
Rostro del "descuartizador del Hotel Comercio", Genaro Ortiz, ciudadano español que llegó a Lima con su futura víctima a la Estación Desamparados. (Imagen: "El siglo XX en el Perú a través de El Comercio").

Días después, Ortiz fue capturado en Panamá y lo regresaron a Lima donde lo condenaron a prisión, pero una gracia presidencial lo dejó libre antes de cumplir su sentencia. Al parecer Ortiz continuó su vida en el Perú, pero con otro nombre.

Lo que se sabe del hotel es que la habitación 89 fue eliminada porque el público tenía temor de hospedarse ahí y años después el hotel cerró sus puertas. Aún quedan sus habitaciones vacías y el Bar Cordano en su primera planta.

El contexto cosmopolita

Lima era una ciudad movida, viajeros entraban y salían de la Estación Desamparados, había mucho comercio y circulaban también ciudadanos extranjeros que llegaban para establecerse en nuestro país, hacer negocios o, simplemente, de paso hacia otro destino, como los protagonistas de este suceso.

Estación Desamparados en Lima.(Foto: Casa de la Literatura Peruana)
Estación Desamparados en Lima.(Foto: Casa de la Literatura Peruana)

El historiador Juan Luis Orrego ha seguido el contexto histórico que envolvió el sonado asesinato del Hotel Comercio y nos remonta a un crimen anterior igual de impactante. En 1908, el empresario italiano José Rocataglia fue acuchillado a muerte, posiblemente, por sus propios familiares que vinieron de Italia. Este asesinato a comienzos del siglo XX y el cometido por Genaro Ortiz coinciden en que fueron a manos de ciudadanos europeos: “Cuando te abres al mundo, llega lo bueno y lo malo, son los costos de la modernidad. Trae cuestiones interesantes, nuevas ideas, más dinero, la economía y la sociedad se dinamizan, muchos salen de la pobreza, pero también vienen nuevos peligros, otros problemas y desafíos, y, en este caso, formas más sofisticadas de cometer crímenes”, nos dice Orrego.

Para él, existen también otros factores que pudieron influir para incrementar el escándalo en la opinión pública. En aquella época, las crónicas policiales eran las más leídas de los periódicos y Lima vivía ese boom: “Los diarios encontraron una lectoría importante en las crónicas policiales, especialmente con casos bastante escandalosos como el del Hotel Comercio. Incluso, hubo historias policiales que las dividían en capítulos, cada día venía un añadido y eso era una suerte de gancho para que la gente compre el periódico. A veces, solo lo compraban por estos eventos que desataban el morbo. Si estos daban para más se convertían en una saga periodística”, dice el historiador. Este énfasis explicaría también por qué los diarios de la época acentuaron en sus páginas el crimen.

Pero, Orrego lanza una nueva hipótesis que también podría explicar que el asesinato estuviera en la boca de la gente durante tanto tiempo: “Entre julio y agosto de 1930 se vivieron los últimos días del gobierno de Leguía, y ya venían sonando las amenazas y los trascendidos del golpe. Es posible generar la hipótesis de que estos crímenes funcionaron también como distractores, y que el gobierno de turno tratara de maximizar este tipo de eventos para desviar la atención. La población tenía un ‘caramelo’ todos los días para distraerse de los asuntos importantes”, otra perspectiva de los hechos que Orrego propone analizar.

En el contexto del crimen del Hotel Comercio se especulaba la caída de Augusto B. Leguía.
En el contexto del crimen del Hotel Comercio se especulaba la caída de Augusto B. Leguía.

“Nunca antes un hecho de esa naturaleza había capturado con tal fuerza la imaginación y el interés de la ciudadanía, tanto que pasadas las décadas ‘el crimen del Hotel Comercio’ será el centro de una serie de relatos escritos y materia de permanente investigación periodística”, escribió el periodista Jorge Salazar en el libro Historia de la noticia. Periodistas, historiadores y cronistas han desentrañado el descuartizamiento del Hotel Comercio, un crimen que convirtió a esa casona en sede de historias de aparecidos y que le dio a Lima un paradójico ––y macabro–– aire de modernidad.

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