Redacción PERÚ21

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El escritor estadounidense Ernest Hemingway nació un día como hoy, pero hace 116 años, en Oak Park, Illinois (Estados Unidos), de padre médico y madre músico.

Su vida estuvo marcada por la aventura y fue testigo de hechos históricos como la Primera Guerra Mundial (aquí fue conductor de una ambulancia y regresó herido a casa para luego escribir 'Adiós a las armas'), la Guerra Civil Española (donde fue corresponsal e inspiró su novela 'Por quien doblan las campanas') y presenció el desembarco de Normandía y la liberación de París en la Segunda Guerra Mundial.

Pero un capítulo aparte merece su estadía vivió intermitentemente en Cuba durante años. En la isla trabajó algunas de sus obras más famosas, como 'Por quién doblan las campanas' y 'El viejo y el mar', con la que ganó el Premio Pulitzer en 1953. Al año siguiente, se alzó con el Premio Nobel de Literatura por su obra completa, marcada por un estilo minimalista.

Ernest Hemingway tuvo a Cuba como residencia permanente entre las décadas de 1940 y 1950, aunque en este periodo viajó varias veces a Europa y al África, donde casi muere en dos accidentes aéreos en 1954, que lo dejaron tan seriamente enfermo que no pudo ir a Estocolmo a recibir el Premio Nobel de Literatura.

En uno de sus retornos a Cuba, en 1957, comenzó a dar forma a su autobiografía 'París era una fiesta', que fue publicada póstumamente en diciembre de 1964 y que reúne sus memorias en la Ciudad Luz en la década de 1920, cuando eran "muy pobres, pero muy felices" con su primera esposa, Hadley Richardson.

Pero en 1960, Ernest Hemingway y su cuarta esposa, Mary Welsh, decidieron salir de Cuba para nunca más volver, pese a que el escritor mantuvo buenas relaciones con el gobierno de Fidel Castro y hasta llegó a comentar al New York Times que estaba "encantando" con el derrocamiento de Fulgencio Batista.

La pareja salió de Cuba tras enterarse que Castro quería nacionalizar las propiedades de los estadounidenses y de otros extranjeros en la isla. Ambos dejaron obras de arte y manuscritos en un banco en La Habana. Después de la Invasión de Playa Girón en 1961, la Finca Vigía y los miles de libros de propiedad de Hemingway fueron expropiados por el régimen castrista.

En 1959, Ernest Hemingway compró una casa en Ketchum (Idaho), donde el 2 de julio de 1961 se suicidó, al igual que su padre y sus hermanos Ursula y Leicester.

HEMINGWAY COMO ATRACTIVO TURÍSTICOVolviendo a la Cuba actual, uno de los mayores atractivos turísticos de La Habana es la antigua vivienda de Ernest Hemingway, la Finca La Vigía, que es visitada tanto por peregrinos literarios de todo el mundo como por cubanos.

No se puede entrar en la casa, pero las grandes ventanas abiertas permiten echar un buen vistazo al interior. Botellas de licor y revistas colocadas entre los sofás y las mesas crean la sensación de que Ernest Hemingway volverá en cualquier momento. También en el lugar se encuentra el bote de Hemingway, "El Pilar".

Las fotos de Ernest Hemingway posando con trofeos de pesca y con el líder de la revolución cubana Fidel Castro decoran muchos bares y hoteles, incluido el hotel Ambos Mundos de La Habana Vieja, donde pueden visitar una habitación en la que vivió Hemingway.

Y dos bares de La Habana atraen a un constante flujo de turistas en parte gracias a la célebre declaración dipsómana de Ernest Hemingway: "Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita".

La frase, supuestamente escrita a mano por el propio Ernest Hemingway, está enmarcada sobre la barra de La Bodeguita del Medio. El Floridita tiene una estatua del escritor.

Otros sitios visitados en Cuba, siguiendo la huella del escritor, incluyen un club náutico llamado Marina Hemingway y un monumento a Ernest Hemingway en el poblado pesquero de Cojimar.

Busto de Ernest Hemingway en el poblado de Cojimar. (AFP)

Cabe señalar que el bar de la embajada cubana en Washington lleva el nombre de Ernest Hemingway y el lunes se celebró la reanudación de las relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington con varias rondas de mojito, bebida clásica de la isla y que el escritor idolatraba.

La euforia por los mojitos en el bar Ernest Hemingway en Washington DC (AFP).

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