Hernán Romero lleva 60 años como actor.
Hernán Romero lleva 60 años como actor.

cumple 60 años como actor y esta semana declaró que se siente “como una vieja rata del teatro”. Dice que en los teatros antiguos siempre hay “ratoncitos” que viven ahí años, en un rincón, siempre metidos en el teatro, que respiran teatro. “Y ya estoy usado”, me dice y ríe a carcajadas uno de los actores de Los otros libertadores, la nueva serie de Latina que se estrena este domingo, a las 7 p.m.

Fue alumno del colegio militar Leoncio Prado. Formación que la aplicó al . Llega dos horas antes de cada función. Si se rompe un botón o se rasga una camisa, tiene tiempo para solucionarlo. “Para estar listo, en el partidor”, precisa. Pensó ser militar, pero solo conserva la voz de mando, el tono firme y con autoridad. ¿Es vertical?, pregunto. “Para nada. Pero respeto y exijo que me respeten”, responde.

Hernán Romero debutó el 14 de diciembre de 1961 en la sala de la Asociación de Artistas Aficionados con dos obras cortas. Una de ellas Tristán e Isolda, dirigida por . Fue Tristán, el protagónico, el galán. “Me moría de miedo”, confiesa. Y repite la expresión, pero con más énfasis: “Me moría de miedo”, estira las palabras, como tratando de impregnar en ellas el pánico que sentía. Las manos le goteaban de los nervios. Entró en el escenario y algo pasó. “Me ganó la lucha por hacer bien las cosas y el miedo se fue”, recuerda. Sala llena, unas 220 localidades. En primera fila estaban sus padres. Él arriba con 18 años de edad. Tras el primer aplauso, vino un tremendo alivio.

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-Confiesa que se moría de miedo en su debut. ¿Sesenta años después hay miedo antes de salir a escena?

La segunda función, después del estreno, es peligrosa, porque ya pasó el susto; estás más relajado y ahí vienen los errores. Si un torero entra sin miedo, es torero muerto, porque no se va a cuidar. Así es el actor, tiene que estar consciente, muy atento a lo que hace. Cuando uno actúa es tres cosas a la vez: una persona que dice la letra, un ente físico que se mueve dentro del escenario y otra tercera persona que controla a estas dos, que las vigila para que hagan las cosas como deben hacerse.

-Ese súper yo, esa tercera voz, ya la tendrá bien desarrollada.

Totalmente. Ya es casi un instinto. Pero no debe perderse ese temor porque eso significa respeto a lo que uno le va a dar al público, cuidar que el producto sea de calidad.

-A los 18 años usted estaba en la universidad, laboraba en el Ministerio de Trabajo y empezaba en la actuación.

Estudiaba Letras porque presumiblemente iba a ser abogado, pero en las horas del día me la pasaba pensando más en lo que iba a hacer en el teatro, que en el trabajo o los estudios. Me arriesgué y hasta ahora me sigo arriesgando.

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-¿Por qué llegó al teatro?

Mi mamá y mi papá me llevaban al teatro desde pequeño. Me llamaba la atención esa cajita donde ocurrían cosas maravillosas, pero nunca pensé que iba a ser actor. En una oportunidad en una de las fiestas de la universidad, hicimos una obra entre nosotros, a nuestra manera. Vieron nuestra inquietud y nos pusieron un profesor, un jovencito que llegaba de Madrid, era Ricardo Blume. Y él fue nuestro maestro, quien nos enseñó desde pararnos hasta hablar en un escenario, y a respetar, la disciplina, todo un ejemplo.

-¿Cómo era elegir ser actor empezando la década del 60?

Para todo el mundo yo estaba loco. “¿De qué vas a vivir?”, la preocupación era esa. “Los actores son bohemios, libertinos, perdidos”, decían. Más bien, me gané la voluntad de mis padres, porque cada vez que iban a verme notaban progreso, hasta que fui convocado por Panamericana Televisión para hacer una telenovela, donde fui el galán.

-Empezó siendo galán y hoy tal vez más lo relacionamos con los personajes de villano.

Bueno, los villanos son los personajes más ricos para actuar porque tienen más matices expresivos, hay más oportunidades de mostrar condiciones actorales.

-¿En su vida personal ha sido más galán o villano?

He sido una persona casi normal. El actor es una persona que puede engañar a cualquiera menos a sí mismo. Tiene que haber una gran dosis de sinceridad en la actuación. No le puedo hacer creer a alguien que algo me pasa; la gente tiene que ver que algo me está pasando de verdad.

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-¿Qué personaje aún conserva en su memoria?

Don Juan Tenorio. Se estrenó el 5 de junio de 1974, en el Teatro Municipal. Ese día era mi cumpleaños. El director, don Ricardo Roca Rey, no sabía que era mi cumpleaños. Fue el mejor regalo de cumpleaños que he tenido.

-Con 60 años de trayectoria, ¿qué balance se atreve a hacer?

Estoy muy agradecido, primeramente a Dios, porque me puso donde tenía que estar. Durante 14 años llevé la palabra de Dios por todo el mundo con un espectáculo que se llamó La palabra sola, que es el Evangelio de San Marcos. Lo hacía como si fuera un monólogo. El desafío consistía en decir ese texto antiguo lo más normal posible, para que sonara actual. La Sociedad Bíblica Peruana me convocó para eso y la Sociedad Bíblica de Noruega financió el proyecto.

-¿Por qué se entregó a Dios?

Tuve una experiencia muy especial y conocí el rostro del Señor.

-¿Estuvo enfermo?

Así es. Alguien me dijo que el Señor quería que lo sirva. Y cuando salí del hospital me llamaron de la Sociedad Bíblica.

-El año pasado también estuvo enfermo. ¿Qué piensa de este tiempo que le toca vivir?

No puedo ir contra el tiempo. Lo que hay que tratar de entender es que todo tiene un propósito, tenemos que aprender y decirle al Señor: padre, qué me quieres enseñar, elige tú mi camino.

-¿De acá a 100 años cómo le gustaría ser recordado?

Me basta que mis hijas me recuerden con cariño.

-¿Qué le falta hacer?

Muchísimo. Si el Señor me permite, seguir para adelante hasta que se apague la luz.


AUTOFICHA:

- “Soy Lucio Hernán Romero Berrío. Mi papá se llamaba Hernán y mi abuelo Lucio. Tengo 79 años, muchachito. Nací en el Callao. Después viví en Barranco y luego pasé a Miraflores. Vengo del colegio militar Leoncio Prado. Acabé el colegio y entré a la universidad”.

- “Complementé mi formación cultural siguiendo cursos libres de Psicología, Literatura, Arte Medieval, cosas que pudieron informarme sobre la marcha de la humanidad en diferentes épocas. El actor tiene que conocer la historia de la humanidad, del traje, de la filosofía”.

- “La gente me saluda, a pesar de que hace algún tiempo que no aparezco en pantalla. Me recuerdan con respeto y cariño, y lo agradezco mucho. Tengo dos hijas que se dedican a la actuación y mi esposa Malena Elías es actriz, tiene un temperamento sensacional. Gran compañera, le estoy muy agradecido”.

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