La actuación es como una droga. A veces te cansas de ella cuando hay jornadas grandes de trabajo, porque, cuando eres un personaje principal, las grabaciones son extenuantes. Hay que correr, llorar y enojarse en un mismo día... Entonces, llegas a la casa, te tomas un plato de sopa en la cama y dices: “Uy, Dios, esto es muy duro”, pero al mes estás diciendo “cinco, cuatro, tres, dos...”. Necesitas la droga.