Gladys Castro: "He descubierto que era muy fuerte y que valgo"

“Sentía que no valía porque mis papás me dejaron, y que lo hicieron porque no me querían. Creo que ahora primero soy yo. Los hijos son lo mejor que te da la vida y hay que tratar de enseñarles que se defiendan solos”, nos dice sobre su historia de vida.
Gladys Castro se define como "todóloga". Es una emprendedora de la vida. (Fotos: José Rojas).

Se define como “todóloga”. Ha vendido vidrios, limpiado casas, rejas y baños. Postuló a San Marcos varias veces para Medicina, pero no ingresó. “La última vez me quedé por un punto. Quiere decir que sí rendía”, dice entre risas. Estudió Enfermería Técnica y para auxiliar de contabilidad. Es costurera y vendedora de productos de . Es mamá y sacó adelante, sola, a sus tres hijos.

Más allá de todo el camino recorrido, en ella pervive su vocación por ayudar a los demás. Cuando pone una inyección, procura hacerlo con delicadeza porque no le agrada ver sufrir al paciente. Le gusta ver felices a las personas. Por todo y por más, Gladys Castro es parte de la publicación 'Historias de grandes mujeres' (Fundación Belcorp), que reúne a 12 emprendedoras.

Entro a su casa e interrumpo su trabajo. Está cociendo la funda de un mueble. En su rostro se dibuja la pena, pero sobre todo una enorme sonrisa. “Siempre hay que sentirse bien para estar bien”, sentencia. En medio de la entrevista me ofrece unos dulces cuyo envase dice “chocolates de la felicidad”. Así es ella, auténtica, optimista y guerrera. Una gran mujer que se reinventó en la vida.

¿En qué ha tenido que trabajar para salir adelante?
He pintado rejas. Mi tía me dijo que estaba buscando un señor que pinte fierro. No me pareció difícil y pregunté cuánto pagaban. “Como 200”, respondió. Le dije que yo iba por la mitad. Eran todas las rejas de la ventana y dos puertas. No te imaginas cómo me dolieron los brazos. Pero lo hice. Después he limpiado baños en un colegio nacional, al que postulé para auxiliar de oficina. Me presenté y me dijeron que solo calificaba para limpieza, y había ido bien bonita con mi falda, saco, tacos y cartera. Duré un año, pero me llené de hongos en pies y manos. Mis hijos tenían que comer.

¿Cómo era de niña?
(Repite la pregunta, se queda en silencio y cuando empieza a esbozar una respuesta, se le quiebra la voz). No vivía con mis papás... Me dejaron con unas tías, cuando yo tenía 5 años de edad. Los veía en las vacaciones. Mi papá sufría de asma y tuvieron que irse a Huaral para que pueda recuperarse.

¿Y por qué no la llevaron?
Nunca entendí eso. Decían que era para que yo estudiara. De mi papá he sentido más cariño, porque mi mamá era como si no existiera. Más lo extrañé a él.

¿Desde ese momento no volvieron a vivir juntos?
No. Mi papá venía una vez al año y mi mamá cada tres. Él falleció hace 16 años y mi mamá vive entre Lima y Huaral. Nuestra relación ha mejorado. He aprendido a perdonar, pese a que una mamá no debe abandonar a sus hijos.

¿Qué es ser madre?
No tener límites en el amor. Pero no solo es amor, sino también disciplina. Para mí, ser mamá es no dormir, no cansarte.

Usted estudió Enfermería Técnica. ¿Por qué no la siguió?
Tuve mi hijito y tenía muchos problemas con su papá. Sufrí violencia doméstica y terminé internada en el hospital. Me dejó con medio cuerpo paralizado. Me golpeó contra la mayólica y mi hijita vio eso. No denunciaba porque era arriesgarse más. Si me mataba, quién iba a ver por mis hijos. Me separé y necesitaba más dinero; entonces, entré a trabajar a un bingo. Y siempre con mis ventas de catálogo de productos de belleza o como costurera. Alguien me comentaba que quería arreglar su pantalón y yo me ofrecía a arreglarlo, me prestaba la máquina de una tía.

En un testimonio dice que pensaba que “no valía”. Con todo lo que ha hecho, ¿por qué creía eso?
Siempre me han dicho eso. Lo hacía mi ex esposo y algún familiar también me dijo: “Serrana inútil”. Palabras que hieren.

“Quisiera entrar a la universidad", nos dice Gladys sobre uno de sus sueños.

¿En qué momento se dio cuenta del valor que tenía?
Aunque te parezca tonto (y suelta una risa nerviosa), en el curso que tuve en Belcorp. He llevado cursos de fragancias, maquillaje y limpieza facial, y me ofrecieron llevar un taller. Pensé que era uno de venta y acepté. Hicieron una selección y me llamaron. Fue en 2017. Me dijeron que se trataba de un curso para reforzar partes blandas y me reí. Ahí escuché la palabra empoderamiento. Aprendí a pedir ayuda, a delegar, a preocuparme por lo mío. Y cada uno daba su testimonio, pero descubrí que había casos peores que el mío. Me hice más fuerte. Y en una de las clases nos dieron stickers dorados. Teníamos que acercarnos a otra persona y decirle qué nos gustaba de ella. Todas se iban llenando de stickers y la profesora nos dijo: mírense. Y yo tenía toda la cara llena de stickers (se quiebra).

Era todo lo que valía y no se había dado cuenta.
Parece tonto, ¿no?

Para nada. ¿Qué descubrió de usted?
Que era muy fuerte, que había luchado bastante. Me pusieron stickers que decían que era una gran mujer. Llegué a mi casa y les dije a mis hijos: hoy descubrí que valgo. Mis hijos me abrazaron.

¿Qué es ser una gran mujer?
No sé, será dar todo de ti, estar para los que amas, ayudar sin pedir nada a cambio.

Y valorarse a sí misma.
Sí. Una vez, trabajaba en el policlínico y el papá de mis hijos me había pegado y no podía ni caminar. La esposa del dueño del laboratorio me preguntó si necesitaba algo. Le respondí: “Que me abraces”. Eso he sentido siempre. Sentía que no valía porque mis papás me dejaron, y que lo hicieron porque no me querían.

Su motor y motivo en la vida han sido sus hijos. ¿Hoy cuál es su razón de ser?
Creo que ahora primero soy yo. Los hijos son lo mejor que te da la vida y hay que tratar de enseñarles que se defiendan solos.

¿Y sus sueños?
Quisiera entrar a la universidad. Tal vez no a Medicina porque son muchos años. Quizá fisioterapia. En las ventas me va bien. Me dicen que debería vender refrigeradoras en Alaska (risas). Pero me gusta ver mejor a las personas, que estén contentas.

AUTOFICHA:

“Soy Gladys Lastenia Castro Yauli. Nací en Lima, en la Maternidad. Este domingo cumplo 53 años. Mi hijo me llevará a Arequipa. Quiero un chupe de camarones y mi foto con el fondo del Misti (risas). Mi tercera hija es de mi segunda pareja, con quien vivo. Hoy me dedico a la costura y las ventas”.

“Estudié Enfermería Técnica y Auxiliar de Contabilidad. También Computación, pero cuando había el DOS (risas), en San Marcos. Y ahora también me gustaría estudiar Idiomas. Me gusta viajar y también ir a visitar a mi familia. Llamarlos y preguntarles cómo están”.

“A mis hijos lo único que les puedo dejar es educación. El mayor ha terminado Ingeniería de Sistemas, en la Universidad Villarreal. La segunda Negocios Internacionales en San Marcos, y ha hecho su maestría. Ella quiere que salgamos de acá. Y mi última hija estudia para profesora de danza; ella es mi terremoto”.

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