El reconocido sommelier Giovanni Bisso se formó en Francia.
El reconocido sommelier Giovanni Bisso se formó en Francia.

Era una cumbre internacional. De las que paralizan el país. Un año antes, llegaron emisarios de un rey de alguna región árabe. El hotel en el que trabajaba tenía tres suites enormes. Casi departamentos. “Son muy chicas”, advirtieron los emisarios y pidieron tumbar todas y construir una sola. Implicaba bloquear esas habitaciones por un año, para los trabajos de construcción y reconstrucción. El rey se quedaría solo dos noches en Lima. Firmaron un cheque y pagaron lo que pedía el hotel. Un año después, Bisso propuso un buffet con platos criollos. La carta incluía ají de gallina, lomo saltado, arroz con pollo, un espumante seco, un tinto nacional y un rosado seco. Hasta ahora no sabe si fue del gusto del rey, aunque son momentos que recuerda con placer.

Pero pudo ser futbolista. Hasta ahora piensa en aquella posibilidad. Primero como delantero y luego en la defensa. Primero teniendo como referente a Marco van Basten y luego a Héctor Chumpitaz. Llegó a la Segunda División con el Lawn Tennis. “No veía que era el Messi del equipo, el diferente; entonces, preferí estudiar”, dice Giovanni Bisso, quien a los 17 años probó su primera copa de vino y no le gustó. Hoy es un experto de y nos propone cómo despedir el 2020.

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-Es un 31 de diciembre diferente, complejo. ¿Cómo recibir el 2021?

No hay nada que celebrar por cómo está el país, pero tampoco es bueno deprimirnos. En Navidad ya tenemos una cena definida. Pero el 31 es muy variable. En todo caso, diría que es una noche en que se toma mucho espumante y ahí dependerá si quieres algo más dulce o más seco. En mi caso, haré una parrilla; entonces, iré más por algunos vinos tintos. Pero si hubiera preferido comer un chifa, iría por un vino rosado o blanco. Y para quienes piensan más en la diversión, ya entra más la cultura de los destilados: ron con Coca Cola, whisky en las rocas, gin tonics.

-Tal vez sea la ocasión de tener un encuentro más íntimo con nosotros mismos y en las formas de acompañarnos con una bebida. Una razón para, desde la quietud, valorar lo que bebemos.

Todo el tiempo que hemos estado encerrados la gente ha tenido que reinventarse: muchos aprendieron a cocinar, hacer postres, manualidades, etc. Y, por ejemplo, se disparó el consumo de vinos, fácil entre un 20% y 30% más de lo habitual. El consumidor tiene más ganas de conocer los productos, los detalles.

-¿El vino es el más familiar?

Depende de la realidad de cada familia. Yo diría que en el Perú es la cerveza. Y después, el vino.

-¿Los peruanos sabemos tomar bebidas alcohólicas?

Si hablamos de vinos, la mayoría de gente consume pero no necesariamente sabe del producto. A la vez, la gente lo adecúa a las costumbres y cultura. Pero siempre la clave es la moderación.

-¿Hay una ‘dosis’ recomendada de vino a la semana?

Idealmente, una copa, o máximo dos, al día. Una en el almuerzo y otra en la cena, con los alimentos.

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-¿Cómo elegimos un buen vino?

El factor más importante es tu presupuesto. Y después, según lo que vas a comer y lo que te gusta tomar. Trata de comprar en un lugar donde te pueden dar una asesoría más cercana.

-¿El precio es un indicador de la calidad?

Yo diría que de 20 a 25 soles para arriba tienes productos más confiables. Si buscas vinos nacionales dulces, tienes desde 15 soles hasta 25, 30, y estás en un rango perfecto. Si buscas secos, 20 soles está medio ajustado para un vino bueno. Lo mismo pasa con el ron: con 20 soles comprarás uno muy barato; en este caso, buscaría una marca conocida.

-¿Aún existe el estereotipo de que a las mujeres les gustan los vinos dulces y a los hombres los secos?

Yo creo que los parámetros están cambiando. La vez pasada analizaba la data de una tienda de vinos y el 50% de las personas que compraba eran mujeres, eso antes era imposible.

-De hecho, el vino que te impactó en tu adolescencia fue uno dulce.

Tal cual. Cuando yo tenía 17 años, mi padre me invitó un vino seco y me pareció horrible. Después me invitó un vino nacional, dulce, un borgoña Tabernero, lo probé y dije “qué rico”. Pero después, cuando empecé a estudiar, comenzó a cambiar mi paladar y hoy el vino dulce lo tomo muy poco. Tiene que ver con la edad, es un gusto adquirido con la práctica. Y luego ya sientes que quieres descubrir otras bebidas. Vas afinando tu paladar. No se nace con ese gusto, se adquiere con la práctica, igual que el análisis sensorial, como identificar aromas y sabores; es pura práctica.

-Aseguras que elegir, catar y maridar no es un arte. ¿Es una ciencia?

No hay que tener una sensibilidad especial, como la puede tener un pintor. Es más tener en cuenta cuáles son los sabores de los productos, de las comidas, las texturas, los ingredientes; y por el lado de los vinos, saber sus cualidades. Más, menos, promediar estructuras, promediar fuerzas. Es algo que se estudia y se practica. No es química, pero sí hay parámetros a tener en cuenta.

-¿Y dónde está placer?

Una de las cosas que más nos gusta, en general, es comer y tomar. A mucha gente lo relaja, lo acompaña, lo distrae. Quien entra en este mundo no sale.

-¿Si fueras un vino, cuál serías?

Qué difícil (ensaya respuestas).

-Reformulo la pregunta: ¿qué bebida te representa?

Me siento representado por el pisco. Los franceses se sienten orgullosos con su vino, pero lo nuestro es el pisco. Me identifico, por carácter, con un quebranta y, por forma de ser, con un acholado.

-Entonces, ha de despedir este 2020 con un pisco.

Mi aperitivo claramente será un chilcano o un pisco sour, es el mejor aperitivo. Y ya con la comida, un vino.

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AUTOFICHA:

-“Soy Giovanni Bisso Cottle. De bisabuelos italianos por el lado de mi padre; y por mi madre, abuelo inglés. Mi abuelo paterno viene del norte chico y mi abuela de Chiclayo. Una bisabuela alemana y hay descendientes de españoles. Soy como un acholado, una mezcla”.

-“Estudié en Cenfotur y llevé un curso de vinos, y ahí comencé a engancharme. Luego fui a Francia: estudié en el Centro de Investigación, Documentación y Degustación del Vino. Hice prácticas en Inglaterra. Estuve en un hotel en Cancún, luego en Perú con Orient Express”.

-“Este trabajo me ha brindado la suerte de haber atendido a presidentes, reyes, altos dignatarios, ministros, artistas. Para 2021, me encantaría retomar los eventos y ferias, pero todo está sujeto a cómo vaya la pandemia. Mientras, estoy lanzando una aplicación de bebidas alcohólicas, aún en desarrollo”.

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